ZACARIAS MARTINEZ MAILLO. Sin duda el At. Baleares será uno de los gallitos del grupo y basta recordar como en la copa de la RFEF de 2016 ya nos mojó el hocico con nuestro juego de toque y pase del míster Iriondo. Sin duda también el Rayo Majadahonda ha cambiado tanto que no se le conoce y al estilo anterior le ha sucedido uno de ‘no marear la perdiz’. En otras palabras, rigor defensivo, balonazos desde la defensa hasta el área contraria, evitar pérdidas de balón y aprovechar cualquier ocasión que se presente. Puede que sea un juego más tosco pero de momento parece efectivo. El encuentro de la calurosa mañana del domingo 8 de septiembre de 2019 tuvo dos partes claramente diferenciadas. Los primeros 45 minutos fueron aburridos, sin llegadas claras por parte de ninguno de los dos equipos, con los jugadores bien plantados sobre el césped con un riguroso respeto a las indicaciones de los dos entrenadores. Primó el estilo rocoso, sin riesgos y sin tontas pérdidas de balón.


Zacarías M.-Maíllo

No había manera de trenzar una jugada en la acumulación de jugadores entre el centro del campo y las adelantadas defensas. Hasta que en un saque de córner, Llorente empalmó una impresionante volea sin dejar caer el balón que se coló por la escuadra balear. Golazo antológico del Rayo al que los isleños respondieron con algo más de apertura y profundidad en sus líneas sin que tampoco consiguieran con claridad poner en aprietos a Basilio, gracias a la abigarrada defensa local. No fue sino en propia puerta y de cabeza como los visitantes consiguieron empatar el encuentro cuando quedaban segundos para terminar los primeros 45 minutos.

El segundo tiempo fue sin duda para el Rayo Majadahonda y no porque regresáramos al axioma del juego bonito sino porque a base de pico y pala los jugadores locales, sin correr riesgos, consiguieron anular la calidad de los baleares a base de pelotazos desde la defensa e incluso desde el propio Basilio esperando que los Iago Díaz, David Martín o Rubén Mesa pudieran aprovechar alguna ocasión. Y así fue, el delantero centro aprovechó el lanzamiento de un claro penalti para, de segundas y de rebote, marcar el segundo gol que daría la victoria al Rayo. En resumen, encuentro tosco, rudo, de mono de trabajo para los jugadores y de calorina e infarto para los sufridos espectadores que soportaron a partes iguales el rigor de un sol implacable y la incertidumbre del resultado. Esperemos que algún socio se interese en la tarde de este histórico lunes 9 de septiembre en la Junta de Accionistas por la instalación de una techumbre como la que teníamos antes del ascenso a Segunda A. De lo contrario, es de prever que a los partidos con protector solar les sucedan los encuentros con paraguas y paracetamol.

Majadahonda Magazin