CRESCENCIO BUSTILLO. Este sargento Iriarte era muy célebre allí, le llamábamos el Sargento ‘La Hostia’. Y en verdad que no creo que nadie haya dado más ‘hostias’ que él, ni con más gracia para darlas si a esto le llamamos gracia. Haciendo un boceto de él, diré que era alto, sin exageración, delgado pero muy derecho, con un ‘tic’ nervioso que le hacía a veces mover los ojos y la boca en contracciones faciales, por lo que no le faltaba mucho para estar neurasténico. Tenía la costumbre además de estar observando a la gente en posición de firmes, derecho como una vela, con los brazos semicruzados, y cuando tenía que reprender a alguno, sobre todo si el personal era nuevo, generalmente al tiempo que…



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