El periodista Juan Delgado ha entrevistado al alcalde de Majadahonda, Narciso de Foxá, en el diario «La Razón» y ha entresacado el siguiente titular: «Sin mayoría absoluta, la oposición está tan presionada por los ciudadanos como el alcalde». Delgado explica a sus lectores que Foxá «es un clásico de la política municipal madrileña. Lleva 11 años al frente de este Ayuntamiento. Llegó en 2005, en un momento convulso con unas cuentas en las que destacaba el rojo por todas partes. Narciso de Foxá se puso manos a la obra y ha conseguido una hacienda saneada que cierra, ejercicio tras ejercicio, con buenos números. Ha conseguido en las urnas dos mayorías absolutas y una relativa en la cita de mayo del año pasado». «La Razón» le pregunta entonces si le está resultando complicado gobernar con mayoría minoritaria tras 10 años con apoyo más que suficiente», a lo que Foxá responde: «Obviamente, pero no tanto como creía. En estas situaciones, quien no cambie de chip está perdido. Lo tuve muy claro desde el principio: no se puede gobernar de la misma manera. Los ciudadanos de Majadahonda habían decidido en las urnas que en este periodo fuese su alcalde sin tanto respaldo y me he amoldado a esta coyuntura. Todo es diferente; cada paso que se quiere dar, hay que consultarlo, hablarlo, debatirlo, acordarlo… Pero también tiene su ventaja, ya que te quita mucha presión en la toma de decisiones porque si algo es bueno para la ciudad y decides hacerlo, pero la oposición se opone por sectarismo o desgaste político, los majariegos se lo van a reclamar a ella. Antes, todas las miradas y las culpas recaían en el alcalde. Sin mayoría absoluta, la oposición siente en sus carnes una presión de los ciudadanos similar a la del alcalde». Esta es la entrevista:
¿Impera en esta casa consistorial la cultura del diálogo?
– Por supuesto. No se puede aprobar ningún proyecto importante sin diálogo y consenso.
¿La oposición deja gobernar o tiende a poner chinitas en el zapato del partido gobernante?
– Existe un error muy frecuente en esos partidos cuando la fuerza política gobernante deja de tener todo el poder: creer que quien tiene que cambiar es el alcalde, mientras pueden seguir igual. Al principio, se han encontrado con problemas que no esperaban y es que, cuando bloquean una decisión o un proyecto, los vecinos se les echan encima. Las asociaciones, los colectivos, los afectados por esa negativa les protestan y les piden explicaciones. Poco a poco, con el paso de los meses, los grupos van asumiendo el nuevo escenario.
¿Cuál es su valoración de estos nueve meses?
– Dadas sus dimensiones actuales, no tiene déficit de grandes infraestructuras, lo que no significa que no haya que pensar en la Majadahonda de dentro de 15 ó 20 años y de sus futuras necesidades. Esta circunstancia supone que no tenemos grandes proyectos faraónicos y que nos podemos centrar en el pequeño detalle, en todo aquello que afecta al ciudadano de una manera directa y que muchas veces le amarga la vida. Tratamos de responder rápidamente a todas esas reclamaciones. Además, en este tiempo, hemos ido cumpliendo nuestras promesas electorales: ya se ha abierto el parque Cerro del Aire, que ha sido remodelado completamente; estamos construyendo el parque Adolfo Suárez; se han renovado campos de fútbol en el complejo de La Oliva, donde entrenan más de 700 niños; estamos a punto de terminar otro de césped artificial en La Sacedilla; ya estamos rebajando bajando el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI)…
¿Cuál es la prioridad de estos cuatro años?
– La misma que he tenido desde que soy alcalde hace ya 11 años: mantener el modelo de ciudad de Majadahonda. Cada municipio tiene una naturaleza propia que incide en la decisión de la gente a la hora de decidir su lugar de residencia. Aquí tenemos una especie de constitución, vertebrada en torno a siete ejes, que debe inspirar la actuación de todos los concejales del equipo de gobierno: primamos la excelencia a la cantidad; los ciudadanos deben tener el mayor número posible de elecciones; transparencia total; sostenibilidad medioambiental, económica y urbanística; innovadora y pionera; conectada digital y viariamente, y familiar. Respecto a este último, no olvidemos que aquí tenemos más de 10.000 niños menores de 10 años.
Las cuentas de Majadahonda siguen cerrándose con superávit. ¿Cuál es el secreto para conseguir estos buenos números?
– Hay una máxima, que ahora todos los políticos repiten: hay que gastar menos de lo que se ingresa. Claro que este axioma es cierto, pero ya no basta, hay algo más porque si se baja mucho, el nivel de los servicios se resienten y los ciudadanos se oponen. No se puede tener déficit y bajar impuestos. La clave está en una política impositiva responsable y en no gastar en tonterías.
¿Le demanda la oposición que gaste los remanentes que aumentan año tras año?
– Lo primero que hago es utilizarlos para bajar impuestos. También existe una cultura que es la de gastar más que el año anterior porque hay que dar más servicios y, tal vez, no sólo no los están demandando, sino que probablemente pueden generar necesidades que no se tienen.
¿Va a continuar profundizando en esa línea de rebaja impositiva?
– No ha habido un solo ejercicio desde que soy alcalde en el que haya tenido déficit. Nunca. Entonces, no estaba de moda y era muy criticado porque no me gastaba lo que tenía. Claro que es importante esta idea y reducir los tributos, pero una sociedad madura implica que los ciudadanos relacionen impuestos y servicios.
¿Cuánto tiempo de media tardan en pagar las facturas?
– La gran mayoría se abona en 15 días. Puede que haya algunas que, por problemas administrativos, se retrasen y eso hace que la media sea mayor. Estamos en torno a los 30 días.
¿Siguen necesitando las corporaciones municipales un nuevo modelo de financiación?
– Todo depende de las competencias. Recientemente, se han definido mucho más, pero la realidades que hay materias que no son de nuestra responsabilidad, como educación o sanidad, que nos las reclaman. Creo que sí. Aquí apenas tenemos morosos, en otros sitios el índice de morosidad llega incluso al 50%. Para Majadahonda es suficiente. Si echa un vistazo al exterior, casi todo sale del bolsillo de los vecinos vía impuestos. En España, el dinero llega de los vecinos, de la Administración del Estado y de la autonómica y, hasta hace poco, también de los desarrollos urbanísticos.
A usted le gusta definir Majadahonda como la «ciudad de la bici». ¿Tienen previsto incrementar el número de kilómetros?
– La bicicleta, cada día más empleada, tiene un potencial futuro mayor aún. Se adapta muy bien a las necesidades de un núcleo urbano como éste y, conforme la gente lo vaya conociendo más y percatándose de sus grandísimas ventajas, se irá usando.
¿Qué va a suponer el Bici-registro que entra en funcionamiento este mismo mes de mayo?
– Es un servicio más para apoyar este medio de transporte. Se trata de un dispositivo tecnológico adaptado a la bicicleta que permite prevenir robos y localizarla si desaparece o la sustraen.