Blancanieves: «En realidad el espejo es un objeto que sirve para responder. Todos los días te miras para, sin decírselo, le preguntas ¿cómo me ves? El espejo es el mas sincero de cuantos objetos te rodean. Ël nunca te miente».

MIGUEL SANCHIZ. En 1937, Walt Disney estrenó su primera película de animación ‘Blancanieves y los siete enanitos’, convirtiendo uno de los cuentos de los Hermanos Grimm en uno de los más famosos de todos los tiempos. Animados por esa maravillosa historia, nos decidimos a buscar al auténtico personaje que inspiro a los Hermanos Grimm a escribir esa leyenda. Y lo encontramos. Lo hicimos en ese lugar donde el tiempo es pasado y el futuro lo es todo y siempre. Concedió la entrevista a condición de que publicáramos cuanto nos iba a contar sin cambiar una coma. Aceptamos. Y esta fue la autopresentación de Blancanieves (apodo de María Sofía Margarita Catalina Von Erthal): «Hola, soy María Sofía Margarita Catalina Von Erthal, una princesa alemana del siglo XVIII. Mi historia ha inspirado a muchos, aunque la realidad es más trágica y compleja de lo que suelen narrar los cuentos. Fui la hija de un noble y la viruela se llevó a mi madre cuando yo tenía 12 años. Dos años después de la muerte de mi madre, mi padre se volvió a casar con Claudia Elisabeth Maria von Venningen, una viuda con dos hijas, que no me trató con la bondad que esperaba. Siempre intenté ser justa y bondadosa con los habitantes de mi reino. Establecí una conexión especial con un grupo de mineros, cuyas vidas eran tan duras como la mía.

La Entrevista Imposible de Miguel Sanchiz

¿Cómo fue tu infancia antes de la llegada de tu madrastra? –Mi infancia fue feliz, aunque breve en su dicha. Mi madre y mi padre me criaron con amor en un entorno de nobleza. Jugaba en los jardines del castillo y disfrutaba de la vida en el palacio hasta que la viruela me arrebató a mi querida madre. ¿Cómo cambió tu vida con la llegada de Claudia Elisabeth Maria von Venningen? –La llegada de Claudia Elisabeth trajo un cambio drástico. Ella no solo no me mostró afecto, sino que también me despreciaba abiertamente. Su crueldad se hizo evidente rápidamente, lo que hizo mi vida muy difícil. Su natural preferencia por sus dos hijas, habidas de su primer matrimonio me discriminaba constantemente replegándome a un abandono total. La permanente ausencia de mi padre hacia imposible redimirme de aquella situación. Mi madrastra, era una mujer fría y calculadora. Nunca me mostró ningún afecto y parecía disfrutar haciéndome la vida difícil. Su crueldad no tenía límites, lo que me llevó a buscar refugio emocional con los mineros.Mi cercanía con el pueblo hizo que todo el mundo me quisiera, especialmente aquella gente menuda que trabajaba en las minas de Bieber.

«Mi infancia fue feliz, aunque breve en su dicha. Mi madre y mi padre me criaron con amor en un entorno de nobleza. Jugaba en los jardines del castillo y disfrutaba de la vida en el palacio hasta que la viruela me arrebató a mi querida madre»

¿Las minas de Bieber? –Sí, había unas minas con unas galerías muy estrechas. Esta era la razón que la gente que podía trabajar en ellas fueran de talla menuda. No eran enanos. En realidad, la mayoría eran niños. Me apenaba que aquellas pobres criaturas tuvieran que realizar esos penosos trabajos. Pero ellos eran felices y mi cariño por ellos recibía el pago de su cariño por mi persona. Los mineros eran como una segunda familia para mí. Bueno, más que una segunda, una primera familia, pues pasaba el mayor tiempo posible con ellos. Nos apoyábamos mutuamente y encontré consuelo en su compañía ¿Qué te atrajo de los mineros y por qué te volviste cercana a ellos? –Su valentía y resistencia me inspiraron. A pesar de las duras condiciones y los peligros, continuaban trabajando con una determinación admirable. Sentí una profunda conexión con ellos, ya que ambos compartíamos vidas llenas de desafíos. Mi bondad fue correspondida con el cariño y el respeto de los habitantes. Siempre traté de ser justa y compasiva, y ellos respondieron con apoyo y lealtad, lo cual me dio fuerzas para seguir adelante a pesar de las adversidades. Creo que fue el amor y la educación que recibí de mis padres antes de la muerte de mi madre. También, el apoyo de los mineros y los habitantes del reino me dio una razón para mantener la esperanza y la bondad en mi corazón.. ¿Qué aprendiste de tu relación con los mineros? –Aprendí sobre la resiliencia y el poder de la comunidad. A pesar de nuestras diferencias de origen, encontramos un lazo común en nuestra humanidad y apoyo mutuo. Esto me enseñó a valorar a cada individuo por su carácter y no por su posición social.

«El espejo se fabricó en la empresa de espejos del Electorado de Mainz,  fundada en 1698, que adquirió fama y prestigio en toda Europa, no solo por su delicada y refinada artesanía, sino porque las materias primas que utilizaba para la fabricación del vidrio procedían –además de la propia región– de España»

¿Puedes contarnos sobre el espejo que habla y su importancia en tu historia? –Ah, el famoso espejo. En nuestra región éramos conocidos por fabricar espejos especiales con una concavidad que producía un eco de las palabras. Mi padre regaló uno de estos espejos a Claudia Elisabeth en su boda. Este espejo, que ahora se conserva en el museo del castillo, parecía responder con eco, creando una ilusión de que hablaba. El espejo hablaba, no por su poder mágico, sino por un efecto acústico denominado reverberación, que hace que las palabras resuenen debido a una permanencia del sonido una vez que la fuente original ha dejado de emitirlo. ¿Has pensado alguna vez en los espejos?. –Te contaré dos cosas que poca gente sabe. En realidad el espejo es un objeto que sirve para responder. Todos los días te miras para, sin decírselo, le preguntas ¿cómo me ves? El espejo es el mas sincero de cuantos objetos te rodean. Ël nunca te miente. El impresionante y rico espejo de 1,60 metros de altura aún se puede admirar en el Museo Spessart, en mi antigua casa, en el castillo de Lohr. El espejo se fabricó en la empresa de espejos del Electorado de Mainz,  fundada en 1698, que adquirió fama y prestigio en toda Europa, no solo por su delicada y refinada artesanía, sino porque las materias primas que utilizaba para la fabricación del vidrio procedían –además de la propia región– de España. El carbonato sódico, conocido como ceniza de soda o sosa, era importado de Alicante, a orillas del Mediterráneo español. Por esto y por la rara pureza de su superficie, algo inusual en la época, se decía que era un “espejo parlante”, ya que «siempre decía la verdad».

Blancanieves (apodo de María Sofía Margarita Catalina Von Erthal)

Me ibas a contar dos cosa del espejo. ¿Y la otra cosa? –Luego, al final. Tal vez ¿La manzana envenenada? –Respecto a la «manzana envenenada». La mitad de una manzana sumergida en zumo de belladona, fruto que se encuentra también en el bosque de mi familia y que se utiliza, incluso a día de hoy, en medicina, resulta un narcótico que puede producir una rigidez semejante a la muerte. Nunca probé esa manzana que jamas existió. Me fui para siempre en 1750, cuando tenía 21 años. Una extraña enfermedad me retenía en cama durante largas semanas. Hasta que un día pasé a este nivel donde me encuentro ahora. Ese día la gente del pueblo se agolpo al palacio para verme y estar cerca de mí, pero mi madrastra no permitió a mis humildes amigos acercarse a mi funeral, pero cuando partió el cortejo en carruaje descubierto, de forma espontánea los trabajadores de las fábricas de espejos y cristales se acercaron al féretro para pegar con resinas pequeños pedacitos de cristal en prueba de amistad y cariño, por esto al llegar a mi sepultura final todo el ataúd estaba cubierto por cristales. Y, ahora, en esta nueva dimensión ¿cómo estas? –No estoy; soy. Hay algo que es difícil entender para los que estáis en la dimensión Tierra: el Tiempo. Habéis tenido la necesidad de encontrar una medida para vuestra existencia y la luna y el sol, el día y la noche os marcaron el camino. Estáis, porque estar significa Temporalidad. Yo soy porque aquí no existe el tiempo. Es difícil que llegues a entender el concepto de siempre, en la forma que aquí, en esta dimensión, es. Habrá que meditarlo. ¿Y, la otra cosa? –En tu dimensión, y en verdad, aunque no quisieron contarlo: yo era ciega.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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