La Gioconda, el inmortal lienzo de Leonardo da Vinci al que han catalogado como «el cuadro más famoso del mundo», concede una Entrevista Imposible a Miguel Sanchiz

MIGUEL SANCHIZ. En este lugar el pasado es presente y lo es todo y siempre. La imaginación acaba con el tiempo y acorta las distancias, aproximando un circulo infinito.  Así es la Entrevista Imposible y como era imposible pero no lo sabíamos, la hicimos. Y en este inicio del mes de marzo (2024) nos hemos decidido y hemos ido en busca de La Gioconda, el inmortal lienzo de Leonardo da Vinci al que han catalogado como «el cuadro más famoso del mundo«. Por eso en primer lugar, por favor Lisa, le agradecería se presentara a nuestros lectores de MJD Magazin: «Encantada. Soy Lisa di Antonio María (Antonmaria) Gherardini, nací en Florencia el 15 de junio de 1479, luego acabo de cumplir 545 años. El 5 de marzo de 1495, a los 15 años de edad, me casé con Francesco di Bartolomeo del Giocondo, un viudo bastante mayor, convirtiéndome así en la segunda esposa de este mercader de sedas y telas. La dote de mi familia fueron 170 florines y una granja llamada de San Silvestro, cercana a la casa de campo de mi familia. Mi parentela era noble pero no rica y yo estaba enamorada del que iba a ser mi esposo. Tuvimos 5 hijos: Piero, Camilla, Andrea, Giocondo y Marietta, de los cuales 4 nacieron durante 11 años entre 1496 y 1507. También crié a Bartolomeo, hijo de mi marido y su primera esposa, Camilla di Mariotto Rucellai, fallecida  cuando Bartolomeo tenía apenas 1 año de edad.


La Entrevista Imposible de Miguel Sanchiz

Como esposa de Francesco del Giocondo, ¿cómo describiría su vida familiar y su papel en la sociedad del Renacimiento? –Mi vida como esposa se centra en mi familia y en apoyar a mi esposo en sus esfuerzos comerciales. La mujer ‘virtuosa” debía cumplir con los siguientes requisitos: la castidad, la pureza, la templanza, la belleza, la sumisión, la modestia y la obediencia, sin olvidarse que su principal función era ser esposa y madre. Su participación en las actividades públicas no sólo era considerada inconveniente, sino también inmoral. Su rol se limitaba al hogar. Sus funciones principales -y prácticamente únicas- se reducían a ser madre y esposa. Esto era considerado como el deber fundamental y primero de la mujer, y quienes no cumplían con ello eran mal vistas por el resto, ya que consideraba que no estaban cumpliendo con su deber básico. ¿Cómo fue su encuentro con Leonardo da Vinci y su experiencia al ser retratada como La Gioconda?Francesco, mi esposo, quería obsequiarme con un retrato y pensó que el mejor regalo era encargar a Leonardo Da Vinci que pintara un retrato de mi persona. Y así lo hizo. Yo había oido hablar de Leonardo aunque no lo conocía. Era un hombre alto y hermoso. Llegó a mi casa rodeado de jóvenes alumnos y montaron el escenario para que mis horas como modelo para Leonardo no fueran penosos para mí. Cantaban e interpretaban música para distraerme y hacerme el tiempo más agradable. Decía Leonardo que así mantenía mi sonrisa. Todo esto duró unos 3 meses. Leonardo me pintó en una tabla de madera de álamo, no en una tela, Un nuevo encargo hizo que Leonardo abandonara el trabajo pero nunca nos entregó el retrato. Sólo le habíamos pagado un pequeño adelanto.


«Soy la mujer con más enfermedades de la historia, un total de 44: desde hipotiroidismo, bocio, ictus, colesterol y así hasta 44 diagnósticos. Lo que más me ha “emocionado” ha sido el diagnostico del Síndrome de Tourette. He tratado de averiguarlo y ningún compañero del Museo sabe de qué va el asunto»

¿Qué ocurrió con el cuadro? –Se lo llevó Leonardo para siempre. Cuatro años después me enteré que se lo había regalado a Francisco I, Rey de Francia, su mecenas y amigo. Durante todos estos años, según pude saber, Leonardo fue haciendo retoques. Me gustaría resaltar una curiosidad: Da Vinci tuvo la original idea de colocar en mi ojo derecho las letras LV. ¿Sería su firma?. Y en el ojo izquierdo otras dos letras, CE o CB. La verdad es que yo no consigo vérmelas. ¿Podría compartir cómo ha influido el retrato de La Gioconda en su vida y en la percepción de la sociedad hacia usted? –El retrato ha sido tanto un regalo como una carga. Si bien ha dado a conocer mi imagen de una manera única, también ha traído consigo una atención no deseada. La gente a menudo interpreta mi mirada enigmática, y esto ha generado diversas opiniones sobre mi personalidad y emociones. Y no sólo la mirada, sino todos los aspectos de mi persona. Soy la mujer con más enfermedades de la historia, un total de 44. Desde hipotiroidismo, bocio, ictus, colesterol y así hasta 44 diagnósticos. Lo que más me ha “emocionado” ha sido el diagnostico del Síndrome de Tourette. He tratado de averiguarlo y ningún compañero del Museo sabe de qué va el asunto. ¿Cuál considera que es su papel en la promoción del arte y la cultura durante el Renacimiento? –Como modelo de La Gioconda he sido parte de la promoción del arte y la belleza renacentista. Mi participación en este proyecto ha contribuido a la rica tradición artística de nuestra época y ha permitido que la gente aprecie la habilidad de los artistas para capturar la esencia humana. En realidad mi participación ha sido pasiva en cuanto a mi imagen pero, en lo que respecta a mi presencia museística, he padecido mucho.

«En lo que respecta a mi presencia museística, he padecido mucho: en 1911, Vincenzo Peruggia, un carpintero que yo había visto con frecuencia porque trabajaba en el Museo pero había dejado el empleo, apareció por la noche, me descolgó, me envolvió entre sus ropas y me secuestró»

¿Ha padecido? Cuénteme… –El 21 de agosto de 1911, Vincenzo Peruggia, un carpintero que yo había visto con frecuencia porque trabajaba en el Museo pero había dejado el empleo, apareció por la noche, me descolgó, me envolvió entre sus ropas y me secuestró. No supe nada más de mí hasta 2 años y 111 días después, cuando la policía italiana me recuperó cuando Peruggia trataba de venderme a un anticuario. Pero la historia de mis angustias no acaba aquí. En 1956, un desalmado me tiró una piedra dañándome muy cerca del codo izquierdo. En 1974, en Tokio una mujer trato de rociarme con pintura roja. Tenía algo de razón, las autoridades niponas habían prohibido la entrada al museo a los discapacitados. Más tarde un hombre me tiró un pastel. Son muchos ataques para quien tiene una sonrisa para todos ¿no cree? –La verdad es que todos esos incidentes han contribuido a que mi nombre y mi persona sean conocidos en todo el mundo y casi me atrevería a decir que mucha gente, sobre todo los jóvenes, desconocen el nombre del autor de mi retrato y no el mío. Querría aprovechar esta oportunidad que usted me brinda, para agradecer públicamente a la cadena de television japonesa que subvencionó la protección de mi persona -mi cuadro- con un cristal antibalas y un sistema de medio ambiente adecuado para mí conservación. Se gastaron 6 millones de dólares. Son los mismos que subvencionaron la restauración de la Capilla Sixtina.

«Querría aprovechar esta oportunidad que usted me brinda, para agradecer públicamente a la cadena de television japonesa que subvencionó la protección de mi persona -mi cuadro- con un cristal antibalas y un sistema de medio ambiente adecuado para mí conservación. Se gastaron 6 millones de dólares»

¿Cuándo cambio usted de estrato y pasó del Terrenal al Eterno?. –Primero se fue Francesco, mi esposo. La peste de 1538 acabó con mi felicidad y su vida. Fue un gran padre y un generoso marido. Un año antes había hecho testamento y devuelto mi dote y mis joyas pero me dejó los bienes necesarios para mi futuro. Le encargó a nuestra hija Ludovica que me cuidara y si esta no pudiera, se encargara su hijo Bartolomeo. Me reuní con él, 4 años después, tras cumplir 63 años. ¿Cuál considera que es su legado y cómo le gustaría ser recordada en la historia? –Mi deseo es ser recordada como una mujer fuerte, devota a su familia y parte de una época vibrante en la historia. Aunque mi retrato ha ganado fama, espero que mi contribución a la sociedad y mi participación en la vida de Florencia también sean reconocidas. “La Gioconda” ha perdurado a través de los siglos como un símbolo del arte renacentista. Su impacto ha llevado mi imagen más allá de mi tiempo, lo que, aunque inesperado, ha dejado una huella significativa. A nivel personal, ha brindado oportunidades únicas y desafíos inesperados, pero estoy agradecida por formar parte de esta obra maestra. Les espero en mi casa: Museo del Louvre  Ala Denon, sala 6. París (Francia).

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