«José Luis Peñas y sus 18 horas de grabaciones destaparon la mayor trama de corrupción descubierta hasta ahora en España. Pese a ello, este martes estará en el banquillo acusado de siete delitos por los que le piden 6 años y seis meses de cárcel». Óscar López-Fonseca del diario Voz Populi lo entrevistó y resume su estado de ánimo: «José Luis Peñas ha apurado los últimos días en preparar el juicio del ‘caso Gürtel’. Ex concejal del PP en la localidad madrileña de Majadahonda, uno de los ‘feudos’ de la trama, él fue la persona que permitió abrir la investigación al entregar a la Policía 18 horas de grabaciones con sus incriminatorias conversaciones con los principales implicados. Pese a que su contribución a las pesquisas ha sido calificada por la Fiscalía Anticorrupción como «esencial», también pesa sobre él la amenaza de una condena de 6 años y seis meses de prisión por siete delitos. Una paradoja que él no entiende y que le hace sentirse «maltratado» por la Justicia. Por ello, cuando recibió a Vozpópuli la semana pasada en su domicilio de un pueblo a 25 kilómetros de Madrid, se esforzaba en recopilar todas las pruebas que puedan exculparle. Pese a todo, se muestra tranquilo. No parecen asustarle ni la perspectiva de tener que ingresar en prisión ni las presiones que asegura haber recibido. De hecho, afirma que en los últimos años ha tenido la visita sorpresa de varios abogados de otros procesados cuya identidad no quiere revelar: «Me han ofrecido mucho dinero por cambiar mi testimonio». Afirma tajante que no lo hará».
¿Se arrepiente de haber denunciado?
– En absoluto. Te duelen las cosas. Cuando tu vas por la calle con tu hijo y la gente te escupe piensas, ‘Dios mío, en lo que me he metido’. Son momento duros que tienes que pasar y que sabíamos que iban a llegar, tanto mi mujer como yo. Al final, mi denuncia es sólo un grano de arena, el primer grano de arena que ha hecho desaparecer un conjunto enorme de intereses económicos que, al final, son los que campean a sus anchas por los países. Todos sabemos que, desgraciadamente, durante años la corrupción ha campado a sus anchas en España. Los jueces eran amigos del alma de los políticos miraban para otro lado… y durante muchos años la corrupción ha hecho lo que quería en este país. Han tenido que llegar personas como yo, sencillos ciudadanos de a pie, a decirle a la Justicia, ‘oiga usted, esto es lo que hay, despierte y espabile’. Afortunadamente tengo que decir que actualmente la Justicia está funcionando, pero, insisto, no era más que su trabajo.
¿Cómo cambió su vida tras conocerse que había sido usted quien había denunciado?
– Pasé de ser una persona anónima, a ser conocido, señalado, vilipendiado por buena parte de la población. Nadie está preparado para tener un cambio tan radical. Profesionalmente, yo era abogado, pero ese camino quedó totalmente vedado. Tuve varias entrevistas de trabajo pero cuando sabían quién era, ninguna empresa quería contar conmigo. También cambia cuando una noche te llaman y te insultan. Otra, te amenazan. Otra, llega tu mujer hecha un manojo de nervios y te cuenta que un coche la ha echado de la carretera y esa misma noche te llaman y te dicen que la próxima vez va a caer de una altura mayor con los niños dentro. Te persiguen en un centro comercial para insultarte… Por fortuna, desde el tema de Bárcenas [el descubrimiento de que el ex tesorero del PP tenía cuentas en Suiza] la gente entiende que lo hice es lo que tenía que haber hecho cualquier ciudadano honrado.
¿Sigue recibiendo amenazas?
– En los últimos años sí he recibido las visitas de algunos abogados proponiéndome algún tipo de trato con el que pretendían que cambiara algunos datos y elementos de mis declaraciones anteriores sobre algunos encausados…
¿Quiénes?
– No merece la pena. Yo ya no grabo como antes y no tengo pruebas. Eran cosas relativamente pequeñas, pero evidentemente no accedí, porque sería ridículo haber hecho lo más y no hacer lo menos.
¿Llegaron a hacerle alguna oferta económica?
Sí, claro. Una oferta económica importante. Importante porque rebajarle la pena a una persona en dos o tres años supone no ir a la cárcel.