FELIX G. PEDROCHE. *Analista político y económico, vecino de Majadahonda. La «no aceptación» de ver que los antiguos países miembros de la Federación Rusa ya no quieren seguir bajo su influencia, le genera zozobra y sufrimiento a Vladimir Putin. Su miedo a sentirse desamparado y abandonado por sus jerarcas amigos, le genera ira y sed de venganza, pagándolo con gente inocente del pueblo llano, que simplemente intenta salir de su situación de pobreza acercándose al lado occidental, donde comprueban como sus países colindantes de la antigua Federación Rusa, van elevando su nivel de bienestar social, recuperando su libertad a la hora de elegir a sus mandatarios. Comprobar que los hidrocarburos (gas, petróleo) como principal fuente de recursos nacionales, van perdiendo su valor estratégico, ante el avance imparable de las energías limpias, siendo Rusia un país carente de industria, a diferencia de su socio China, le ha ido relegando a convertir su industria de armamento en un recurso económico difícil de mantener si no se generan guerras en países satélites, igualmente gobernados autoritariamente ante su población oprimida y famélica. El sátrapa Putin no es capaz de aceptar que el avance de la tecnología va arrinconando a este tipo de sabandijas, que viven ancladas en el pasado, disfrutando de un estatus de opulencia ante su pueblo reprimido y perseguido en contra de sus anhelos de vida en libertad. Y que además comprueban a través de las redes sociales el abismo creciente del nivel de vida en comparación con las economías occidentales, observando cómo los jóvenes buscan escapar del redil de estos pastores de la miseria y el crimen de Estado organizado en la sombra. «El dolor que creamos en el ahora siempre surge de una falta de aceptación» decía Eckhart Tolle. Aceptar significa dejar de generarnos sufrimiento a nosotros mismos por cómo es la realidad en este preciso momento.
Sr. Putin: aceptación no es sinónimo de resignación sino de paz. Cuanto antes libremos al mundo de este tipo de seres con patología mental derivada de su ego descarriado, y que descargan sin piedad en su círculo de influencia, será mucho mejor para todos. Ya está tardando la Comunidad Internacional en tomar cartas en el asunto, parando en seco esta locura de terror, generada habitualmente por seres apócrifos y anodinos que pierden el norte de la realidad de su paso por este mundo. La ONU (cascos azules) es el agente adecuado para resolver la situación en Ucrania. O sea la una (ONU) y no la otra (OTAN). Esos cinco países con derecho de veto, que todos conocemos, son los culpables de esta barbaridad, de la masacre civil organizada y latente sin visos de terminación, y sí de amenaza, ante el avance de la máquina de guerra teledirigida por un loco, que repite el procedimiento de otro loco erigido en líder de la locura de un pueblo incapaz de reaccionar y bloquearlo en su momento (Alemania).
La ONU y sus «resoluciones de papel mojado» son la consecuencia del egocentrismo de cinco países, que prefieren seguir dando pábulo a sus intereses espúrios, antes que promover el orden mundial que traería por consecuencia una vida de paz y concordia de todos los ciudadanos del Planeta. Pero, ¿qué ocurriría con esos señores con yates de 200 millones de dólares que vemos aparcados en los amarres de los puertos del lujo y la ostentación?. ¿Que pasaría con esos seres que disfrutan de un estatus deslumbrante, logrados con el comercio ilegal de armas a países gobernados por sátrapas dictadores que tienen a su población sumida en la hambruna y la falta de libertad? ¿De esos seres apócrifos que doblegan las voluntades de los políticos, cegados por el lujo y la ostentación, que engañan a su electorado pasando de puntillas ante este poder que el dinero ejerce sobre su voluntad retorcida y maniquea con la que nos tienen defraudados y engañados? ¿Esos políticos con enfoque permanente hacia su ansiada jubilación dorada, conseguida a base de amasar una fortuna, que fueron situando en paraísos fiscales, a los que acudían intermitentemente, tal que tortugas de Islas Galápagos escondiendo los huevos, durante sus períodos de mandato? Éstas barbaridades que venimos viendo intermitentemente y que observamos ajenos al problema en la lejanía como si no fuera con nosotros, son ni más ni menos que la consecuencia de contar con una clase dirigente que se posiciona de perfil ante su mandato cortoplacista/oportunista para su vida personal, ajenos al problema de aquellos pueblos que sufren el crimen provocado por gobernantes sátrapas que gozan de la impunidad de sus fechorías civiles. Próximo capítulo: «la guerra en Ucrania obliga a volver a la neutralidad».
Completamente de acuerdo.
Tenemos tanto al loco de Puti,que no hemos ayudado a Ucrania como debería de ser. Vivan LOS CASCOS AZULES