Fernando Bruquetas narra los inicios del «movimiento gay» en España

FERNANDO BRUQUETAS DE CASTRO. Para documentar el libro «Outing en España», una vez en Las Palmas, comencé la búsqueda en la biblioteca universitaria, examinando títulos que tuvieran algo que ver con el mundo gay. Ni que decir tiene que fueron escasas las obras que encontré de esta temática, aunque sí había cosas relacionadas, pero cuando preguntaba a los buenos bibliotecarios (de quien siempre dependemos los investigadores) pensaban que me podrían ayudar los «Diálogos» de Platón, que me volví a leer con gusto, o «La ciudad y el pilar de sal» de Gore Vidal, que disfruté como si fuera un mariquita quinceañero. Tanto fue el regocijo, que suspiré por embarcarme en un pesquero para buscar al amigo de Vidal. Este anhelo me llevó a frecuentar los muelles y el ambiente portuario, tan extraño, exótico y a la vez tan familiar.


F. Bruquetas

Entre los anaqueles de la biblioteca encontré «Identidad y diferencia» sobre la cultura gay en España de Juan Vicente Aliaga y José Miguel G. Cortés, publicado en 1997 por la editorial Egales. Luego avancé con otros títulos como «Identidad y diferencia» y hallé jugosas respuestas en un artículo en el que ambos autores se preguntaban acerca de la existencia del «arte queer» en España. Pero todo lo que descubría no era de esta categoría ¡qué más quisiera! Entre los pocos artículos o trabajos de profundo calado y gran nivel académico, abundaban los opúsculos literarios, de escaso valor para documentar la salida del armario, como era mi pretensión. Odisea y Eloy Rosillo: Ahora no recuerdo quién, pero alguien me habló de la revista Odisea, que acababa de salir al mercado y de Odisea Editorial, especializada en literatura LGTB. Probablemente fue Mili Hernández, cuando estuve en su Berkana de Chueca, la plaza que, reitero, debía llevar su nombre como homenaje a una de las personas que más ha trabajado por la normalización de la comunidad gay y lesbiana de España. No lo aseguro, pero allí compré el «Nunca más gritaré» de Eloy Rosillo (o acaso debo decir Luis Arconada, que era el seudónimo por el que se le conocía cuando dirigía la revista Party).

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