CRESCENCIO BUSTILLO. Una vez pasadas las fiestas del pueblo de Majadahonda, me incorporé de nuevo al Cuartel, reanudando por las tardes libres nuestra busca de ‘flirteos’. Ya no fueron tan prolongados y constantes como en la primavera, pues estuvimos quince días de maniobras y como se avanzaba el invierno, las tardes eran cortísimas y muchas de ellas faltaba el sol, por lo que había que refugiarse en los locales cerrados y en esos sitios los militares no podemos desplegar nuestra estrategia como al aire libre.



Majadahonda Magazin