LIDIA GARCIA. «Hacía poco que Carlos Álvarez y sus socios habían abierto un restaurante en Majadahonda. Uno de ellos, Rafael Girón, es cántabro, así que decidieron servir anchoas de Santoña y rabas y decorarlo con motivos marineros y fotos del puerto de Santander. Le pusieron de nombre La Machina. Una machina es una grúa grande de cuatro patas, de las que se usan en los puertos. En el verano de 2015 se quedaron pasmados al recibir un burofax de uno de los mayores grupos de restauración españoles, La Máquina. «Era muy amenazante y nos decía que habíamos usurpado su marca, nos pedía una indemnización y que pusiéramos en la web que no teníamos nada que ver con ellos». La periodista Elena G. Sevillano cuenta en El País como el grupo madrileño de restauración «La Máquina» pedía que los tribunales condenaran a los empresarios majariegos a destruir «los productos ilícitamente identificados con el signo distintivo «La Machina«, como rótulos, carteles, cartas, menús, tarjetas de visita, anuncios y hasta «facturas y documentos mercantiles en general». Sin embargo, el Juzgado de lo Mercantil 8 de Madrid desestimó íntegramente la demanda. En la sentencia, aseguró que La Máquina no podía apropiarse de un vocablo «que puede ser usado por la generalidad de las personas». Añadió que «no había riesgo de confusión cuando la demandante no tenía abierto al público ningún local en Majadahonda y que la fonética de las palabras objeto del conflicto no podía generar confusión».


La periodista añade que Carlos Álvarez «no acaba de entender cómo ese burofax que no se tomaron demasiado en serio hace cuatro años ha terminado en un proceso judicial que le ha costado más de 20.000 euros. «Es la prepotencia del más fuerte», dice, y asegura que si les hubieran llamado por teléfono y les hubieran pedido que cambiaran la página web, por ejemplo, quizá lo habrían hecho. «No estamos acostumbrados a estas cosas», asegura. Carlos Álvarez critica el «abuso de la posición de poder» del exitoso grupo de restauración, pero le concede una virtud: «He ido a sus restaurantes , y la verdad es que se come muy bien».

Por su parte, el grupo La Máquina asegura que demandó porque La Machina «evocaba en la conciencia del público al grupo La Máquina» e insiste en que «concurría un nombre prácticamente igual, con únicamente una letra diferente y un símbolo muy parecido (rueda dentada)». La rueda dentada es un engranaje de la grúa portuaria, según explica Carlos Álvarez, que diseñaron en el estudio en el que trabaja. El gastrónomo cuenta entre risas que, cuando les mandaron el burofax, ellos contestaron «con un poco de sorna» que La Máquina también tenía que poner en su web que no tenía nada que ver con La Machina. El tribunal también destacó que los restaurantes de La Máquina en realidad usan agregados de palabras (El Jardín de La Máquina, La Máquina Jorge Juan), de forma que la expresión original no concentra «toda la atención del consumidor» y permite distinguirla de La Machina o La Machina de Puerto Chico. Además, en ambos casos usa imagen gráfica -muy distinta, precisa el fallo- además de texto, lo que según los magistrados contribuye a que las diferencias sean «suficientemente significativas». Leer el reportaje completo.

Majadahonda Magazin