LIDIA GARCIA. Majadahonda registró tres sonados casos de violencia de género: la del magistrado del Tribunal Constitucional, Fernando Valdés en el Parque Nayi sobre su mujer Bernadette Verelst Huysmans, la del preparador físico del At. Madrid, Óscar Ortega, apodado «el profe» en la zona de los nuevos Juzgados sobre su esposa Cecilia Di Luca y la del chatarrero de etnia gitana y origen hispano-portugués J. A. F. que asesinó a su mujer Alicia P., a tiros en el barrio del Pinar de Fuente Marcela. Y los tres casos fueron instruidos por el grupo de agentes de la Guardia Civil en Majadahonda dedicados a acompañar a las mujeres que han sufrido violencia de género: “Aquí nos encargamos de víctimas que tienen miedo porque sus maridos son muy poderosos y de las que han venido aquí y trabajan como empleadas del hogar, algo habitual en esta zona”, cuenta Fernando, guardia civil de Majadahonda. De hecho, la nacionalidad que predomina en sus archivos es la española, pero seguida muy de cerca por algunas de Centroamérica y de República Dominicana, de donde suelen provenir las mujeres que se encargan de la limpieza de los hogares de lujo. El temor se puede infundir de muchas formas, no solo con golpes. También con la amenaza de que con unos contactos influyentes, tu vida puede quedar arruinada. “Sí, puede haber un coche de vigilancia a las puertas de un chalé, igual que de un piso humilde”, puntualiza Laura, una de las agentes de Majadahonda, que es protagonista de un reportaje en el diario «El País».


Patricia Peiró

«Una pizarra con los nombres de las víctimas del maltrato. Así es el día a día de un grupo de agentes de la Guardia Civil en Madrid dedicados a acompañar a las mujeres que han sufrido violencia de género con las que llegan a establecer lazos de por vida». Así resume su artículo publicado este 17 de febrero (2022) la periodista Patricia Peiró, redactora de la sección de Madrid en el diario «El País» con el foco en los sucesos y los tribunales, que colabora en «La Ventana» de la Cadena Ser con una sección sobre crónica negra y realiza el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast. Su visita al Cuartel de la benemérita en Majadahonda lo ilustra con dos imágenes de la fotógrafa Andrea Comas y que ella describe así: «Una pizarra con nombres apuntados con rotulador azul reina en un pequeño despacho de la comandancia de la Guardia Civil de Majadahonda (Madrid). Esos nombres son los de mujeres maltratadas que están a su cargo y están acompañados de los días que tienen que contactar con ellas. Hacen entre 30 y 40 llamadas diarias. En la puerta un cartel indica que es el grupo dedicado a violencia de género. De los cuatro agentes que trabajan en esta oficina —dos hombres y dos mujeres— depende la seguridad de 384 víctimas, de las 9.069 que actualmente cuentan con vigilancia en la Comunidad de Madrid, según datos de la Delegación del Gobierno. Un contacto que empieza el día del juicio, pero que nunca se sabe cuando termina, porque a veces llegan a establecer lazos tan estrechos que la relación se extiende más allá del fin de las medidas de protección».

La fotógrafa Andrea Comas inmortalizó a la Guardia Civil de Majadahonda

«Fernando y Laura son dos de estos guardias civiles. Llevan años dedicados a esta tarea y confirman algo que ha quedado constatado desde hace tiempo: que la violencia de género no entiende de clases, de educación, ni de origen. Lo saben bien ellos que operan en algunos de los municipios de España con mayor renta económica. En su demarcación se encuentran tres de los que están entre los 10 más ricos: Boadilla, Villanueva de la Cañada y Majadahonda. El equipo que trabaja junto a esa pizarra con nombres azules forma parte del Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén), que aglutina a todos los actores involucrados en la protección de la víctima de maltrato. En Madrid, 29 de los 77 municipios están integrados en él y la Delegación de Gobierno aspira a que lo hagan todos ellos, porque muchas veces son los agentes municipales los que más cerca están de lo que pasa en sus localidades. La semana pasada se incorporó Las Rozas, incluido en el territorio en el que operan Fernando y Laura. En otras muchas comisarías y comandancias habrá otras pizarras con los nombres de las 69.391 víctimas incluidas en este sistema en todo el país», señala la autora.

Y concluye: «Este equipo de cuatro personas se encarga de alrededor de 390 casos nuevos cada año, una cifra que se mantiene estable desde hace varios años. Desde esta pequeña oficina situada al lado de los juzgados de Majadahonda, se meten cada día en las casas de decenas de víctimas para asegurarse de que el terror no vuelve a entrar por sus puertas. Han visto expedientes duros, que les cuesta olvidar y digerir, incluso a guardias civiles dedicados a esto desde hace una década. Antes de la pandemia, los agentes las visitaban en persona. Desde las restricciones, cambiaron la rutina y ahora el 90% de los contactos son por teléfono. Es así cuando no hay ningún problema, pero están al lado de las mujeres si ha habido peligro o si tienen que escoltarlas a alguna parte. Las conversaciones con algunas de ellas son breves, se reducen a monosílabos. Son las que no han querido seguir adelante con el proceso porque confían en que el maltrato algún día acabará. “Yo sé manejarlo para que no se enfade”, les ha comentado alguna de ellas. “Es un círculo que empieza una y otra vez. Está la fase de luna de miel, en la que el agresor se muestra más entregado que nunca porque sabe que ha hecho algo mal, y poco a poco eso vuelve a degenerar en los golpes e insultos”, detalla Fernando. Especialmente en esos casos, es donde radica la importancia de que las mujeres sientan que no están solas desde el principio. El lenguaje técnico de los abogados a los que muchas veces acaban de conocer cuando empieza el juicio, las implicaciones de las medidas de protección, el régimen de custodia en el caso de que haya niños… El laberinto en el que se interna una víctima puede dar vértigo y provocar que algunas renuncien. “El primer contacto con a víctima es muy importante, para que entienda qué es lo que viene por delante y siga adelante con el proceso”, apunta Fernando.

Majadahonda Magazin