JULIA BACHILLER. Uno de los grupos sociales más vulnerables, tanto en Majadahonda como en el resto de España, es el de nuestros mayores. Se trata de un colectivo que integran un gran número de personas y cuyo papel es importante en la sociedad por la experiencia que atesoran y por sus contribuciones a que nuestra sociedad sea como es a día de hoy. Sin embargo, sus particularidades hacen que demanden asistencia y cuidados de calidad, motivos por los cuales este medio de comunicación pone en conocimiento de sus lectores lo sucedido el pasado 8 de agosto a un matrimonio de la localidad. Gunnel y Francisco, son una pareja que lleva residiendo en Majadahonda desde hace 42 años. Una lesión cerebral sufrida por Francisco provoca las atenciones diarias y cuidados de su esposa. Hace unos meses Gunel sufrió una intervención quirúrgica debido a una rotura de cadera y ante esta situación solicitó una residencia temporal a la Comunidad de Madrid, donde tanto ella como su marido estén atendidos y así no separarse de su lado. La residencia que se les ha concedido es la DomusVi Real Deleite, ubicada en Aranjuez, en la cual, como ella misma trasmitió en conversación mantenida con este medio, están muy bien atendidos por todo el personal y las instalaciones son de gran calidad.


Sin embargo, su tranquilidad se vio alterada el pasado 8 de agosto cuando Gunnel tenía que acudir a la primera revisión tras su operación en el Servicio de Traumatología. Por este motivo solicitó una ambulancia para que la trasladase al Hospital Puerta de Hierro, donde tenía cita a las 12:06 horas. Dicha solicitud le fue confirmada el día anterior y se especificaba su recogida entre las 10:00 y las 10:30 horas del día 8. Cuál fue su sorpresa cuando a las 11:45 horas la ambulancia no había efectuado su presencia, por lo que decidió llamar a un taxi ante la demora que podría ocasionar su llegada a consulta y con el cual ya concretó su regreso a Aranjuez. “Tuve suerte y el médico me atendió sin incidencias. Al salir comenté con una enfermera la posibilidad de una ambulancia de vuelta a la residencia. «Ningún problema, puede despedir tu taxi y va a solicitar una ambulancia, que si no es de ida y vuelta, que sea solo de ida”, le respondieron. Y prosigue: “Solicitamos la ambulancia a las 13:39 y nos mandaron sentarnos en una sala que indicaba en un cartel “Espera Ambulancias” . Y allí estuve sentada hasta las 19:30 cuando por fin me recogieron, ¡6 horas esperando!”.

Durante todo ese este tiempo de espera la paciente relata que «la tarde la pasé llamando a la empresa «Ambulancias Santa Sofía», intermediarias entre el hospital y el servicio del SUMMA. La mayoría de las veces salía un contestador indicando que te mantuvieras a la espera. Las veces que contestaban preguntaba si ya estaba mi nombre entre los que iban a ser recogidos pero siempre me contestaban que no. Las horas iban pasando y gente que había pedido ambulancias venían, se sentaban y al rato más largo o más corto, las iban recogiendo. A todos menos a mí. Luego nos enteramos que la Comunidad de Madrid la dividen en sectores y que la empresa Santa Sofía es la que reparte las recogidas. A lo mejor, mandar una ambulancia a Aranjuez no es rentable, así que lo iban dejando para el final. Mi ambulancia repartió primero en Humera y luego en Valdemoro. A lo mejor era yo la única clienta de ese sector esa tarde”. Antes de abandonar el hospital Puerta de Hierro, Gunnel puso una reclamación de lo sucedido. Cuando llegó a la residencia la informaron que justo 15 minutos después de que se fuera en el taxi llegaron a buscarla: “Su excusa fue que habían venido cuando habían podido”. Los gastos ocasionados en ese día fueron significativos para un matrimonio jubilado: «Pague 112 € por el viaje en taxi con 1 hora de espera incluida. Es mi intención reclamar al SUMMA dicha cantidad por omisión en el servicio”.

Pero la compensación económica que puedan otorgarle no cubrirá otro tipo de daños: “Lo peor fue que mi marido estuvo todo el día sin mí en una residencia que no le es familiar, por muy amables que fueron todo el personal en ocuparse de él hasta mi llegada. Dado el gran deterioro de su cerebro, desde hace menos de dos meses no comprendió lo que estaba pasando y estuvo muy desorientado hasta que yo llegué, cerca de las nueve de la noche. Una situación muy difícil en ese momento para él, me costó mucho que recuperara algo su tranquilidad”. A lo que añadió: «Supongo que se deberá a falta de personal, por las vacaciones o lo que sea pero no se puede tener un servicio tan deficiente, con total desprecio por los enfermos y sin importar la situación de cada uno”.

Majadahonda Magazin