CRESCENCIO BUSTILLO. Así salimos aquella noche del Cuerpo de Guardia, libres por el momento, pero con la sanción pendiente sobre nuestras cabezas, y estábamos deseando que al otro día por la tarde llegara la hora de poder demostrarlo. Aunque a veces teníamos nuestras dudas sobre si las volveríamos a ver, pese haber quedado citados con ellas. Pero fueron puntuales a la cita y nos emparejamos del brazo con el mismo entusiasmo de la noche anterior. Como estaba cerca el bar donde nos esperaba el teniente para vernos pasar, según lo convenido, nos dirigimos hacia allí (ellas sin saber nada), extremando el acaramelamiento. El teniente cuando nos alcanzó a ver, no pudo ocultar su risa y su admiración, volviendo la cara hacia otro lado para no descubrir el ‘truco’. Pasamos delante de él, que estaba acompañado por una buena moza, sentados al fresco en el sitio convenido.



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