Anécdotas Parlamentarias: «me haré eco de algunas de las que publicaron dos cronistas parlamentarios de gran predicamento en la profesión: Luis Carandell, ya fallecido, y Federico Utrera».

IGNACIO ARIAS. Los parlamentos, tanto los nacionales como los autonómicos, son microcosmos en los que se desarrolla el amplio abanico de las relaciones humanas: amistades, enemistades, amoríos, casamientos, divorcios, éxitos, fracasos, en fin, lo propio de la sociedad en la que vivimos. Durante mi periplo parlamentario como letrado de la Junta General del Principado de Asturias, fui recogiendo anécdotas de todo tipo referidas a los diputados que iban conformando las distintas legislaturas. Pero que nadie se altere, no las publicaré, las reservo para consumo interno. De las que sí me haré eco es de algunas de las que publicaron dos cronistas parlamentarios de gran predicamento en la profesión: Luis Carandell, ya fallecido, y Federico Utrera.


Ignacio Arias: «Durante mi periplo parlamentario como letrado de la Junta General del Principado de Asturias, fui recogiendo anécdotas de los diputados. Pero que nadie se altere, no las publicaré, las reservo para consumo interno».

Luis Carandell, en su libro «Se abre la sesión«, recoge los lances, las ocurrencias, sucedidos o decires de sus señorías, y destaca el papel de los taquígrafos como notarios de la vida parlamentaria y artífices de sensaciones cuando detrás de las intervenciones de los oradores escriben «murmullos», «rumores», «risas» o «grandes risas». Es, leyéndolo, cuando nos enteramos de por qué al ilustre asturiano y riosellano Agustín Argüelles lo llamaron ‘El Divino’, o al también ilustre asturiano y ovetense José María Queipo de Llano, Conde de Toreno, lo consideraban el más elegante de las Cortes de Cádiz. Por su parte, Federico Utrera, con un estilo brillante y directo nos describe en su libro ‘Los leones del Congreso’ un Parlamento insospechado para la sociedad, en el que se dan incluso furtivos encuentros sexuales y hasta alguna cópula. Como la que presenció él mismo, al introducirse en el despacho de un conocido letrado de la Cámara porque su secretaria no estaba en el lugar de costumbre franqueando el paso. Donde estaba era encima de la mesa de su jefe, entre jadeos y excitaciones varias. Y es que el amor –¿o es el sexo?–, cuando adquiere tintes arrebatadores no distingue ni hora ni lugar.  El sexo forma parte de nuestra vida y el Congreso no es una excepción. Los periodistas son partícipes activos.


Federico Utrera fue cronista parlamentario (1987-2007) y secretario general de la Asociación de Periodistas Parlamentarios. Hoy es profesor de Universidad y concejal de «Vecinos por Majadahonda» en su Ayuntamiento

Federico nos describe cómo después de una opípara comida un grupo de jóvenes corresponsales parlamentarios eligieron por votación a la diputada que mas les ponía. La ganadora fue Celia Villalobos, veterana del PP. Los argumentos que la llevaron a la victoria fueron «su lenguaje zafio, descarado, a veces soez y casi siempre desenfadado» y «un cuerpo que a pesar de los años aguantaba bien un buen desnudo». A las fiestas no son ajenos los políticos. Las que celebraban Felipe y Alfonso eran organizadas por Txiqui Benegas, cuyos ojos azules, pelo ensortijado y gafas a lo John Lennon lo hacían atractivo para las féminas del Congreso hasta el punto de que sus fans llegaron a agruparse en una tertulia bajo el nombre de ‘Las txikas de Txiki’. No todo es sexo. Federico también nos ilustra sobre peleas, pactos, habilidades poéticas, vicios y amistades de los diputados, que convierten su libro en un elemento imprescindible de nuestro equipaje vacacional. *Artículo publicado en El Comercio de Asturias, 22 de julio (2023)

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