Contra la apocalipsis climática

El científico José Mª Rojas reflexiona desde Majadahonda: «¿Qué papel tiene el ser humano en el cambio climático y qué alternativas hay?»

JOSÉ MARÍA ROJAS CABAÑEROS. «Contra el Apocalipsis climático«. Es un verano tórrido (2022), con incendios forestales (una constante de las últimas décadas) y la frase de moda es “el cambio climático”. Las predicciones catastrofistas, a lo Greta Thunberg, están imponiendo una visión apocalíptica de nuestro futuro próximo, con el axioma de que no hay salida para la humanidad. Se trata de una de las múltiples aportaciones de la nueva izquierda, siguiendo a Laclau y Mouffe, y que empuja a despachar como “negacionista” cualquier matización. El resultado es negativo por partida doble: 1º) trae el miedo y el pesimismo irracional, lo cual paraliza e impide pensar correctamente, y así muchas parejas jóvenes han renunciado a tener hijos, ante el supuesto infierno que aguardaría a su descendencia. 2º) las opciones que esa “nueva izquierda” propone para evitar el calentamiento global, pueden ser más devastadoras que el problema a solucionar.


Jose Mª Rojas

Jeremiadas de esta índole han existido siempre: en el medievo el fin del mundo sería el año 1.000 (más reciente en el 2.000, por el bloqueo de los ordenadores), el maltusianismo de la sobrepoblación y la escasez de recursos, el invierno nuclear, incluso la inducción del agujero negro en el gran colisionador de hadrones (LHC), etc… Ninguna se ha cumplido. Decir “cambio climático” es una redundancia, pues lo característico del clima es que cambie. En el Jurásico, la temperatura de la Tierra era muy superior a la actual. Hubo eras sin hielo en los dos polos y otras en que los glaciares llegaban hasta el ecuador. En el mediterráneo de la Grecia y Roma clásica, la temperatura era cálida, mientras que gran parte de la Edad Media y en la “Pequeña Edad del Hielo” –entre los siglos XIV y XVIII– fueron épocas gélidas en Europa, al igual que el invierno que congeló nuestro continente –1890 a 1891–. El clima depende de muchos factores: oscilaciones en el eje de rotación de la Tierra y en la posición de los polos magnéticos, erupciones volcánicas, etc…Y especialmente el efecto de las tormentas solares. Con sentido de la realidad, podemos preguntar: ¿está subiendo la temperatura del planeta, qué papel tiene el hombre (efecto androgénico) y qué alternativas hay?. La respuesta está en la ciencia.


Greta Thunberg (19 años) representa al ecologismo militante europeo: «La nueva ley climática de la UE es una «rendición«

En función de lo publicado en las principales revistas científicas (Nature, Science y similares), se concluye lo siguiente: hay consenso prácticamente unánime sobre el calentamiento global de la Tierra (3-4 oC más al final del siglo); hay consenso prácticamente unánime en que el efecto androgénico es una de las causas de esa elevación de temperatura, en especial por el uso de combustibles fósiles. El consenso es mucho menor sobre la relevancia del efecto androgénico. Y existen marcadas disensiones respecto a las consecuencias a medio y largo plazo. En cualquier caso, si la quema de combustibles fósiles influye en la subida de las temperaturas (por el “efecto invernadero”, al liberar CO2), ¿qué se puede hacer?.

James Lovelock, el ‘abuelo’ del ecologismo, murió en el día de su 103 cumpleaños. Creador de la hipótesis Gaia, que considera al planeta Tierra una comunidad autorregulada de organismos, murió rodeado de su familia mientras celebraba su aniversario

La Ecología y la Climatología son disciplinas científicas, sin embargo el ecologismo es una ideología. El ecologismo condena a los combustibles fósiles, pero sus alternativas no son realistas. La propuesta de 0% de consumo de combustibles fósiles en Europa para 2040-50 no tendría ningún impacto al no ser secundado por China, Rusia, India, EEUU (¿?) y los países en vías de desarrollo. Sin energía no se puede vivir y la quema de madera genera más problemas que el carbón o el petróleo. Se puede recurrir a la energía eólica (con peligros para la migración de las aves), solar (con el problema de los residuos de los paneles) y a la geotérmica (muy en mantilla), pero aunque se generalice su uso, no sería suficiente para satisfacer las actuales y futuras demandas. Según James Lovelock –una de las primeras voces que alertó sobre el “efecto invernadero”, autor de la hipótesis Gaia y fallecido hace poco–, la única opción es la energía nuclear (declarada energía verde por la UE y defenestrada en España), pero el ecologismo militante lo canceló sin mayor discusión. Hoy día, una mini-central nuclear tiene menos riesgos que un laboratorio de seguridad biológica P4, pero la disrupción cognitiva del miedo al hongo atómico impide ser ecuánime.

Carlos M. Madrid Casado:
Filosofía de la Ciencia del Cambio Climático (Fundación Gustavo Bueno)

La otra vía es invertir más en investigación, en dos direcciones: a) energías alternativas eficaces, como la fusión nuclear que no emitiría radioactividad y energía derivada de la radiación de neutrinos (similar a la fotovoltaica) con producción descentralizada. b) eliminar el CO2 atmosférico usando la fotosíntesis (que convierte CO2 y H2O en oxígeno y glucosa usando luz solar), mediante nanopartículas cubiertas con sistemas fotosintéticos in vitro y lanzadas a la atmósfera o acopladas a paneles solares. Algunas de estas ideas ya se están desarrollando en EEUU, con Europa retrasada y España… Por si alguien está interesado más en esto, incluyo el link de una conferencia en la Fundación Gustavo Bueno en la que se analiza todo lo referente al cambio climático. No es que se produzcan más incendios por el cambio climático, sino porque los montes no están bien cuidados y el ecologismo de las administraciones impide su preservación con los sistemas rurales y sostenibles que siempre habían funcionado, pero, si no fuera por el cambio climático y la invasión de Ucrania ¿qué excusas le quedarían a algunos/as/es?

Majadahonda Magazin