La coalición PP-Vox en Majadahonda propondrá un día colocar a un asno como concejal y sus redes sociales lo aplaudirán

La historia de Caligula y su caballo «Incitatus» regresa del túnel del tiempo a Majadahonda: el «espejo» de las redes sociales es en realidad un «espejismo» a efectos de opinión pública

J. FEDERICO MTNEZ. Siempre suele ponerse como ejemplo a Calígula, «uno de los emperadores romanos con peor fama», que era conocido por su carácter errático y déspota, lo que finalmente lo llevó a ser asesinado. Tras su muerte se escribieron numerosas historias sobre sus caprichos y locuras; una de las más famosas, si nos fiamos de las fuentes romanas, sería su intención de convertir a un caballo en cónsul, una de las máximas magistraturas romanas», cuenta la revista «National Geographic«. «Incitatus«, que así se llamaba la criatura, tomaba parte en las carreras de caballos y Calígula dormía a su lado la noche anterior a una competición: «Para que descansase bien se decretaba un silencio general –por lo general, la noche en Roma era muy ruidosa– e incumplirlo suponía la pena de muerte». En la única ocasión en la que Incitatus perdió una carrera, Calígula ordenó ejecutar al auriga (el conductor del carro) lo más lentamente posible para alargar su sufrimiento».


J. Federico Mtnez

El historiador Dion Casio describe algunos de los lujos de los que disfrutaba el animal, «como una alimentación a base de copos de avena, marisco y pollo, mantos de púrpura y joyería, una villa con sirvientes dedicados exclusivamente a su cuidado; y unas caballerizas de mármol con pesebres de marfil». En ocasiones el caballo comía en la misma mesa que el emperador y cuando este hacía brindis en su honor, «los demás comensales debían seguirle el juego si no querían acabar muertos». El emperador amaba a su caballo con la misma intensidad que despreciaba a los senadores romanos, a los que mostraba su desdén en cada ocasión que podía. Según el historiador Suetonio, en sendas ocasiones anunció su intención de nombrar a «Incitatus» sacerdote y cónsul, posiblemente para ridiculizar a los senadores y demostrarles que su papel y dignidad le importaban bien poco y que un caballo podía desempeñar perfectamente las mismas funciones que ellos».

En la pasada legislatura (2015-19) Vox carecía de representación municipal y fue perjudicada por un intento de mordaza similar a la que hoy padecen los escasos asistentes al pleno, los representantes del partido «Vecinos por Majadahonda«, la Plataforma O,7% y la empresa Fronda. Fui testigo de como, paradójicamente, ese intento del PP fue entonces jaleado por Cs y desde MJD Magazin defendimos con rotundidad y sin desmayo, como sociedad civil y prensa local, el derecho legal de los vecinos, independientemente de su ideología, raza, religión o estatus económico o social, a participar en este breve turno vecinal que tanto inquieta al poder. El anterior alcalde dio marcha atrás y Vox pudo expresarse libremente al final de los plenos. Hoy esas mismas personas, convertidos en concejales, se aprovechan de su acomodada situación en el poder municipal para revertir la legalidad pero, por muy lustroso y caro que sea su abrevadero, no les da derecho a pisotear los derechos de los demás que antes exigían y demandaban con ayuda de esa misma prensa a la que ahora denigran. Si Vox rechaza ahora los derechos civiles, la libertad de prensa y la libertad de expresión es porque les recuerdan sus continuas desmemorias, enormes olvidos y llamativos incumplimientos de su propio programa electoral con el que engañaron a sus electores.

Y por eso ahora «Incitatus» regresa de los viejos papiros de la historia a la actualidad –el «eterno retorno»– a causa de la manera de entender la democracia y la participación cívica por parte de un joven alcalde, apoyado en un no menos inexperto socio de coalición. Para ellos, la petición de transparencia, el control de los gastos públicos o de la gestión municipal podría ser llevada a cabo perfectamente por un asno, en lugar de un concejal, no digamos los propios vecinos o la prensa. Y el cuadrúpedo sería aplaudido por el espejismo de sus redes sociales que, cual madrastra de Cenicienta, solo les dicen lo guapos que son. Dada la inacción, el silencio o el desánimo –cuando no la abierta complicidad– de la oposición, quede constancia de que un día en Majadahonda languideció la democracia municipal y solo desde la acción decidida de unos pocos vecinos y de la prensa local alzamos la voz ante tamaño y creciente desatino.Vox Vox Vox

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