«En la casa no encontraron nada. Ni un gramito. Ni en el restaurante. Salieron con las manos vacías de allí. Simplemente, porque no había nada en ningún sitio», subraya Carolina, que insiste en que la policía se ha equivocado con su padre. Defiende su inocencia. En una cafetería de Madrid, más de dos años después de la operación policial, repite que él y su madre han conseguido todo lo que tienen de forma legal. «Poco a poco. Con esfuerzo y más esfuerzo. Recuerdo, desde niña, a mis padres trabajando todo el día en el restaurante», declara Carolina Rovai al periodista y bloguero de “Siempre saludaba”, la sección de José María Jiménez Gálvez en el diario “El País”. El restaurante “Bella Napoli” de La Bolsa de Majadahonda se ha convertido inesperadamente en un centro de curiosidad para los visitantes. Hace 28 meses cambió su vida: reconoce que, «quizá», su padre Ciro “contactara con alguno de los imputados de la operación para conseguir droga para consumo propio. Pero niega que él distribuyera”.
El 8 de julio de 2014 hubo 32 arrestados. Al cabeza de familia de los Rovai —imputado por pertenencia a organización criminal, tráfico de droga y blanqueo de capitales— lo acusaron de usar el restaurante como punto de encuentro de narcos y de utilizar, en las conversaciones grabadas, limoncello como palabra clave para referirse a la cocaína. «Mi padre fabricaba y fabrica limoncello. Decir que eso era otra cosa, es mentira», afirma la joven. «La gente de Nápoles que de verdad se dedica a esto pensará: «¿Y este de dónde ha salido? ¿Es un capo y no lo sabíamos?», concluye sobre su padre, que tiene prohibido salir de España y debe comparecer cada semana en los juzgados. Porque la causa y la investigación siguen abiertas.
La joven estudiaba tercero de Periodismo cuando se desarrolló la Operación Tarantela. «Mi padre dice que se lo esperaba, que sentía que lo estaban siguiendo, que lo observaban, que entraba gente extraña en el restaurante… Él se olía algo». Desde entonces, asegura que su familia ha «sufrido»: el Bella Napoli quedó marcado y la clientela cayó en picado; los socios de su padre en otros proyectos rompieron las relaciones; la familia ha tenido que recibir atención psicológica. Por ejemplo, ella decidió dejar la carrera. «Entré en shock. No tenía ganas de estudiar», concluye la joven, que acaba de retomar los estudios.
EL caso ha sido archivado, por falta de pruebas y ningúna relación ni con camorra ni dorgas ni nada, eso deberías publicar y no otras cosas. Nunca he dicho que tuviera contacto con nadie para conseguir nada. A ver si empezamos a ser periodistas y medios con lo que de verdad tenemos que serlo y no solo con las mentiras.