Crescencio Bustillo de albañil con unos amigos

CRESCENCIO BUSTILLO. En materia de aguas, las potables para beber estaban en la gran cantidad de manantiales que había por todo el término municipal, tanto públicos como privados: bebederos, pozos, norias, etc. Había uno, el principal, llamado “Pozo Nuevo”, que era el que suministraba de agua al pueblo, excepto en los años de sequía que había que acudir como en los viejos tiempos a los pozos más cercanos para paliar la situación. La traída de aguas de este pozo a Majadahonda se hizo con la colaboración de todos los vecinos, aportando dinero y esfuerzo personal cada uno. El que no quería picar y sacar tierra en la zanja, pagaba los jornales que le correspondían. Este pozo, por medio de motores o “bombas”, elevaba el agua hasta el pueblo, donde se construyó un depósito en su parte más elevada, pero muchas veces los motores se averiaban y mientras se arreglaban había que recurrir a los pozos de nuevo. Al lado mismo del depósito se hicieron una fuente con tres caños, un pilar para abrevar el ganado y un lavadero, que servía, además de lavar las ropas, como punto de reunión de las féminas. Allí se comentaban todas las novedades habidas y por haber del pueblo y sus entornos. La traída de aguas al pueblo se hizo cuando yo era pequeño, ya que la luz eléctrica se instaló en el 1913. Por tanto, al disponer de fuerza eléctrica, se acometió enseguida la traída de aguas.


Río Alberche (1938)

Después, en los años de la dictadura, se hizo otro pozo muy profundo junto al mismo depósito para paliar el aumento progresivo en el gasto de agua. Se hicieron de paso otras dos fuentes, una en un extremo de la plaza y otra también con pilar en el barrio de abajo. Ahora en estos momentos de resurgir del pueblo y aprovechando que pasa por sus cercanías el canal del Alberche que abastece a Madrid, hay agua abundante, todos los vecinos tiene agua corriente en sus casas como en las ciudades más modernas. Después había las aguas para el riego, que se aprovechaban todas las de los manantiales, arroyos y río sin perderse una gota. Por último, estaba la laguna, que servía para abrevadero del ganado trashumante que pasaba por la cañada, para el pueblo en casos de emergencia y para las obras que se hacían en el pueblo.

Majadahonda Magazin