«Se me ocurrió cuando mi esthéticienne, María José Domínguez, que ahora es mi socia, me dijo que estaba dando vueltas a la idea. Yo ahora viajo poco, porque mi hijo no nos necesita como antes. Mi hija Sara se casó, mi otra hija está en la universidad… A mi marido le pareció genial, sabe que a mí esto me gusta, y de broma me dijo que así en vez de gastar en belleza, ingresaba. También llamé a Fernando, porque él y yo tenemos una unión muy fuerte, y hablo mucho con él… Y me animó: así no te quedas en casa, no te aburres, esto es algo que te llena, adelante, me dijo. Y así empezamos. Nos reunimos, buscamos locales… Y después de verano apareció este lugar en Carretera Pozuelo 39 de Majadahonda, que nos pareció ideal«. Con estas palabras Olga Carmona, la madre del tenista Fernando Verdasco, responde a las preguntas de la entrevista realizada por la periodista Charro Carracedo en Vanitatis en la que la matriarca del clan Verdasco revela su último negocio: Cadó Just Beauty, un centro de estética en Majadahonda. Un local que se estrena con una clienta Vip de excepción: Isabel Preysler, la consuegra de Olga Carmona.
Un centro de estética que surge como una aventura empresarial propia de la madre del tenista con la que busca distanciarse de la imagen vinculada a los restaurantes que se asocia de forma general a la familia Verdasco. «Yo no soy nada cocinillas, ni mis hijos. Fernando no ha tenido tiempo de aprender en toda su vida. Y eso que nosotros tenemos dos restaurantes, La Rayúa de Madrid y la de Majadahonda. Y del grupo familiar, con mis cuñados, que es el Grupo Bamba, tenemos La Bola, Chinitas y La Cañada. Queríamos montar en Miami un catering, pero Sara tuvo el accidente y la idea quedó en el aire», revela Olga Carmona cuando es preguntada por si el negocio de la estética le gusta más que el de los restaurantes. Y concluye señalando a su marido como el verdadero artífice del negocio hostelero: «Ha crecido entre sartenes y como se ha pasado muchos años viajando con Fernando, más que yo, tenía mono; por eso montó las Rayúas. Él es un hostelero a la antigua: va comprar, a ver género, atiende al público, si hace falta se mete en la cocina, si hay que ir a un pescadero a ver lo que tiene, él va… No sabe hacerlo de otra manera«.
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