JORGE RUBIO. A pesar de que el cantante Freddie Mercury murió hace 27 años, su figura sigue estando vigente gracias a sus canciones, pero también gracias a la película biográfica «Bohemian Rhapsody» que repasa la trayectoria musical del vocalista de Queen. La figura de Mercury es todo un símbolo para varias generaciones gracias a su música, pero también al ser una de las personalidades de fama mundial que ponían cara al sida y que moría a causa de él. Una enfermedad contra la que Mercury luchó hasta el último momento como otros muchos seres humanos que finalmente perdieron la batalla contra el sida durante la década de los 80 y principios de los 90. Una guerra singular en la que de forma paralela médicos de todo el mundo estaban inmersos en su particular lucha para encontrar una respuesta ante el letal virus que segaba la vida a aquellos que tenían la desdicha de contraerlo. Uno de estos frentes sanitarios se libró en Majadahonda y el médico Alberto Nájera recuerda a través de un emotivo relato cómo sus padres trabajaron durante la década de los 90 para intentar poner freno a esta enfermedad. Y su tío, el Dr. Rafael Nájera, hizo una excelente pedagogía e investigación sobre el virus. Una historia que desde MJD Magazin compartimos para poner de relevancia la investigación realizada por multitud de héroes anónimos que lucharon sin cuartel para contener y salvar a los afectados por la pandemia del sida:


Instituto de Salud Carlos III

ALBERTO NÁJERA (@najera2000)*. En 1991, mi padre, anatomopatólogo, trabajaba en el Instituto de Salud Carlos III en la C/ Sinesio Delgado de Madrid, con pacientes afectados por el SIDA, investigaba, hacía autopsias, etc. Ese año, hoy hace 27, murió Freddie Mercury. Recuerdo la muerte del cantante de Queen. Fue un golpe terrible. Aquel año yo estudiaba 2º de BUP en el Colegio Declory, donde habían estudiado, también, mis padres y hermanas y ¡muchos de mis tíos! Vinimos por un año en 1989 y yo me quedé hasta COU, 1994. La muerte de Mercury y el anuncio de «Magic» Johnson de que padecía el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (SIDA) daban un toque a la sociedad. Pues aunque no era así, la enfermedad parecía afectar únicamente a drogadictos, prostitutas y homosexuales. Si un niño, o sus padres, padecía la enfermedad, generaba un rechazo en los colegios hasta el punto de conseguir su expulsión. ¡Los telediarios recogían los testimonios de las APAs, hoy AMPAs, preguntándose que qué pasaría si un niño vomitaba o si hacían un pacto de sangre! En muchas ocasiones esas declaraciones iban acompañadas de las respuestas de Rafael Nájera, mi tío, desde el Centro Nacional de Virus de Majadahonda, donde también habían trabajado mis padres.

Dr. Rafael Nájera: un investigador contra el SIDA

Yo vivía con mi tía Pilar, Mari, en Madrid. Mi padre iba y venía cada día de Ávila a Madrid mientras estuvo en el Carlos III. Recuerdo que, a veces, se quedaba con nosotros en Mirasierra, solía venir tras una larga autopsia, agotado, directo a la ducha. En casa de mi tía había folletos, pegatinas e, incluso, condones, que usaba en sus cursos y charlas educativas. Yo le pasaba a ordenador sus transparencias, así que sin querer aprendía higiene, nutrición y mucho sobre el SIDA. Recuerdo que tuvimos que hacer un trabajo expositivo para biología. Junto a un compañero, hoy enfermero, preparamos una charla cuya estructura recuerdo perfectamente: historia del SIDA, mecanismos de transmisión y cómo prevenirlo. ¡Usamos transparencias a ordenador y en color! A la profesora le pareció muy interesante y propuso que diéramos la charla a todos los grupos y cursos de BUP. Nos pusimos hasta traje y, en el salón de actos del colegio, dimos la charla. Algunos compañeros ni nos reconocieron. La charla había sido revisada y avalada, ni más ni menos que por Rafa y Mari, ambos metidos de lleno en aquella época en Seisida. Incluso nos facilitaron condones para repartir. Pero el colegio, a pesar de ser muy abierto, decidió que no, para evitar líos con los padres.

Mientras el SIDA se cebaba sobre todo en África, convendría recordar el término acuñado por mi otro tío, Enrique Nájera, de «socioepidemiología», la postura de la Iglesia Católica era absolutamente demencial, como tantas otras veces. Aquel mensaje del hoy santo Papa Juan Pablo II caló en la sociedad. Mientras la pandemia causaba estragos y se extendía, se impedía el acceso al método de prevención más eficaz y barato posible. El Vaticano debería, una vez más, pedir perdón por aquella barbarie. Anteponer creencias a la evidencia llevó a que luchar contra el SIDA fuera mucho más complicado. El mensaje estigmatizador y tratar a los afectados como auténticos apestados, además del terrible desenlace de la enfermedad, eran temas recurrentes en las comidas familiares.

Todo el mundo recuerda aquella campaña del «Si Da/No Da». Ver aquellos anuncios que llegaban a la gente más allá de las críticas de la Jerarquía Católica, era muy satisfactorio. ¡Ya era hora! O la del «Póntelo, pónselo!». Si hoy en día preguntáramos si trabajarías con un enfermo de SIDA, ¿cuál sería la respuesta? Pues en el marco de un trabajo de primero de la Facultad de Medicina de Albacete se lo preguntamos a los alumnos. Sorprende comprobar que casi un 10% contesta que «no». 27 años después quería recordar a Freddie Mercury, al filo de la medianoche que diría aquel… y a quienes se esforzaron por tratar a los enfermos de forma humana, por enseñar, por investigar. De quienes lucharon, una vez más, contra el miedo, el desconocimiento y el odio. *Ldo. en Física y Dr. en Neurociencia. Prof. de Radiología y Medicina Física en la Facultad de Medicina de Albacete. Investigando y Divulgando sobre factores ambientales y Salud. Lea el artículo en Twitter.

Majadahonda Magazin