El periodista y escritor José Blasco del Álamo cuenta en “El Español” que “una madrugada estival, como no había taxis, David Trueba preguntó a dos empleados del servicio municipal de limpieza: “¿Ustedes nos podrían hacer el favor de llevar en su furgoneta a la plaza de la Paja al señor Fernán Gómez y al señor Umbral, que ya están un poco mayores?”. El destino era una terraza donde continuar la fiesta. Por la puerta trasera de la furgoneta subieron los ilustres hedonistas acompañados por sus respectivas parejas, Emma Cohen y María España. En “Un ser de lejanías”, el autor de Majadahonda escribió: “Lo que será mi muerte, la fiesta de los débiles, un agosto de varios meses donde me tendrán expuesto como cadáver exquisito”. Umbral se sentía cada día más ánima y menos persona, y veía en el jardín de su “dacha” de Majadahonda cómo otoñecía la parra roja. Él, que se había pasado la vida “urdiendo metáforas”, ¿no se dio cuenta de la hermosa metáfora que dos viejos dibujaban en la furgoneta del servicio municipal de limpieza? Y Umbral, otra vez Umbral, siempre Umbral (autorretratado como un hombre incunable, afrancesado, que se conservaba joven entre libros viejos): “El miedo, quizá, no sea sino el olor de la muerte, como huele a tierra podrida y buena a medida que nos vamos acercando a un cementerio”. Leer más


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