«Umbral tiene los dos apellidos de su madre, Ana María, conocida como «May», que lo tuvo de soltera, pues su padre, Alejandro Urrutia, no lo reconoció. Desde el principio, los padres de Ana María, los abuelos del futuro escritor, Claudio y María Luisa, se negaron a que el niño viviera con ellos, de forma que lo llevaron a Laguna de Duero, a 6 kilómetros de Valladolid, para que lo criara una nodriza. No estuvo más de 3 o 4 años en una escuela, pero no lo echaron por malo, sino porque su familia temía que se conocieran sus orígenes».

JUAN ANTONIO TIRADO. Charla sobre Francisco Umbral celebrada en la Casa de la Cultura de Majadahonda el 17 de marzo de 2025 (Parte II). Hay dos Umbrales, en realidad hay muchos, porque Francisco Umbral, como cualquiera de nosotros, es una suma de individuos, pero lo dejaremos en dos. Está el Umbral espectáculo, el tipo ingenioso, descarado, el escritor popular que sale en la televisión y provoca a partes iguales admiración y rechazo. Y está el escritor hondo, de una escritura densa y poética, que es mucho menos conocido, pero en realidad más importante. O sea, tenemos el Umbral superficial y el profundo. El primero es el que es famoso por la televisión y el que ha quedado reducido casi a caricatura en la archisabida entrevista de Mercedes Milá. No la vamos a reproducir aquí, es muy divertida, pero está muy vista. Sí vamos a recordar algunas otras intervenciones televisivas, por ejemplo, una entrevista con Joaquín Soler Serrano en el programa «A fondo». Año 1976. Aquí aparece un Umbral que juega con el dandismo, que busca llamar la atención y que nos da algunos apuntes autobiográficos. En realidad, no hay que fiarse de las confesiones biográficas del escritor, pues juega a despistar, fabula, cuando no miente. Es asombroso, Umbral ha escrito decenas de libros autobiográficos, de memorias y cuando murió casi nadie sabía ni como se llamaba, ni casi nada de sus orígenes. La biografía de la profesora Anna Caballé, «El frío de una vida», coloca las piezas de lo que tan cuidadosamente había escondido el escritor. Y, atención, porque aquí no se descubre nada de lo que tuviera que estar avergonzado, más bien al contrario, pero estas cosas cada cual las vive a su modo.

Juan Antonio Tirado y María España, viuda de Francisco Umbral, en la Casa de la Cultura de Majadahonda

PARA EMPEZAR, UMBRAL NO SE LLAMABA FRANCISCO UMBRAL, sino Francisco Alejandro Pérez Martínez. Tiene los dos apellidos de su madre, Ana María, conocida como «May», que lo tuvo de soltera, pues su padre, Alejandro Urrutia, no lo reconoció. No nació en 1935, como figura en todos sus libros, sino en 1932. Y no lo hizo en la madrileña Ribera de Curtidores, sino en un hospital benéfico de Lavapiés. Era el 11 de mayo de 1932. Había nacido en Madrid, aunque la familia era de Valladolid. Pero la fuerza del qué dirán en aquella época, en una ciudad de provincias tan conservadora como Valladolid, era demoledora. Desde el principio, los padres de Ana María, los abuelos del futuro escritor, Claudio y María Luisa, se negaron a que el niño viviera con ellos, de forma que lo llevaron a Laguna de Duero, a 6 kilómetros de Valladolid, para que lo criara una nodriza. Allí fue creciendo sin saber quién era su madre, ni si tenía madre. Cuando tenía 4 años, en 1936, coincidiendo con el comienzo de la guerra y aprovechando que dos primos hermanos de Madrid se habían unido al núcleo familiar, llevaron a Paco a la casa de los abuelos, donde parece que nunca fue tratado como uno más, sino con cierta distancia y frialdad. Hasta los 10 u 11 años, Umbral no supo que Ana María «May» era su madre, sino una de sus tías, eso sí, una tía muy especial. También por esa época debió conocer a su padre, Alejandro Urrutia, que había llegado desde Córdoba a Valladolid y era un empresario poco exitoso, pero parece que rumboso, y con muchos afanes literarios. A finales de los años 20, Urrutia había conocido a Ana María Pérez Martínez, a la que colocó como secretaria y a la que embarazó.

MÁS TARDE, ALEJANDRO URRUTIA COLABORÓ PARA QUE LA MADRE DE SU HIJO TRABAJARA EN EL AYUNTAMIENTO Y TAMBIÉN PARA QUE ESTE, EL FUTURO PACO UMBRAL, ENCONTRASE UN EMPLEO EN UNA PASTELERÍA. Y con 13 años se colocara como botones de un banco. Es cierto lo que Umbral decía en la entrevista: no estuvo más de 3 o 4 años en una escuela, pero no lo echaron por malo, sino porque su familia temía que se conocieran sus orígenes. Veamos lo extraordinario que es que un niño apenas escolarizado y cuya formación autodidacta la hizo leyendo libros que le facilitaba su madre de la biblioteca del Ayuntamiento, haya alcanzado su altura literaria. Tuvo todos los grandes premios: el Nadal, el González Ruano, el Mariano de Cavia, el de la Crítica, el Nacional de las Letras, el Príncipe de Asturias, el Cervantes. De los grandes solo le faltó el Nobel. En un nuevo fragmento televisivo, en este caso en una entrevista que le hizo en TVE Fernando Sánchez Dragó en el programa «Negro sobre blanco», habla de ello. (Continuará).

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