CRESCENCIO BUSTILLO. No se me olvida la escena que tuvimos que presenciar, al pasar la lista en los pasillos de la cuadra: el sargento Gómez, un hombre alto, fuerte y con bigote negro a lo «Iñigo«, de quien decían los veteranos que jamás levantaba la mano a nadie por lo prudente y buena persona que era, le dio aquella noche tal paliza al cabo Furriel* delante de todos nosotros, que nos asustó a todos, pues no solamente le pegó con las manos, bofetadas y tirones de pelo hasta que lo arrastraba, sino con los pies, a patadas y puntapiés. Cuando estaba derribado en el suelo le arrancó los galones, le despojó de la guerrera y hecho un guiñapo chillando como un conejo, lo sacó de allí a puntapiés y lo mandó al calabozo, donde creo que se tiró bastante tiempo, cumpliendo el arresto que encima le metieron, degradado y despreciado de todo el mundo.


Crescencio Bustillo

Parece ser que el cabo Furriel se granjeó la antipatía de todo el mundo, no haciendo un favor a nadie y sirviendo de «chivato» para lo que veía, y lo que no veía… Como había cometido tantas injusticias y raterías, el final le vino a parar en aquello, la paliza que presenciamos, pues quedó hecho una calamidad, que es lo que había sido toda su vida. Es de suponer que siendo un desgraciado se alistó voluntario de «chusquero» y cuando se vio con los galones de Cabo se creyó que era el amo del mundo, cometiendo toda clase de despropósitos, hasta que le cortaron de una vez y para siempre los vuelos…

Ya he dicho antes, que aquella paliza nos puso los pelos de punta y de paso, recelosos en grado mayor, pues sin conocer los detalles por lo que fue motivada, nos hacíamos a nosotros mismos la siguiente pregunta: Si este sargento Gómez es el bueno y le hemos visto dar esta soberana paliza, ¿como serán los demás?… En consecuencia, que había que redoblar las precauciones, ser prudente y observador, y no fiarte del todo de nadie, hasta que fuera uno viendo como se desenvolvía todo aquello. *Furriel (Del francés fourrier). 1. m. y f. Mil. Cabo que tiene a su cargo la distribución de suministros de determinadas unidades, así como el nombramiento del personal destinado al servicio de la tropa correspondiente. 2. m. En las caballerizas reales, oficial que cuidaba de las cobranzas y paga de la gente que servía en ellas, y también de las provisiones de paja y cebada.

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