J. FEDERICO MTNEZ. El narrador del partido en LaLiga 1,2,3 TV había advertido que al Rayo Majadahonda de Antonio Iriondo «unas veces le sale bien y otras les sale mal» la previsible táctica del entrenador: tres centrales, salida con balón jugado, dominio de la posesión y… pólvora mojada. Incluso se permitió una broma al señalar que algunas alineaciones las decide el míster la misma semana «en función de los chakras» de los jugadores, en alusión a su «método budista» que intenta implantar «en su primer año como entrenador de una liga profesional». Y es que ya hay cierto cachondeo en la Liga 1,2,3 con los chakras de Iriondo y Cádiz, tierra propicia al carnaval y a la murga, se prestaba a ello. Por su parte, el comentarista Toni Pinilla recordaba que el Rayo Majadahonda era «muy irregular, capaz de lo mejor y de lo peor, pero que si cometes errores, te los hace pagar». Y se extrañó de dos significativos cambios: la salida del equipo del juvenil Guerrero tras cuajar una buena actuación contra el Depor, para sustituirlo por un «violinista» como Enzo Zidane, que posee muchas virtudes con la cabeza y los pies pero no las de recuperador ni mediocentro defensivo. También se extrañaron los comentaristas de la salida del terreno de juego de Galán, que estaba cuajando una buena actuación defensiva, pero que salió del campo visiblemente contrariado para ser sustituido por Andújar para ocupar la misma posición estática. «Algo ha debido hacer mal que no le ha gustado a Iriondo», advirtieron ambos, para indicar después que posiblemente le hubiera penalizado «un fallo» en una jugada anterior, ya que no era una sustitución táctica.


Con estos análisis se iba definiendo un partido en el que una vez más el Rayo Majadahonda ganó en las estadísticas y perdió los puntos por su nula acción atacante. Y las soluciones, en forma de cambios, fueron aún peor que las titularidades: Tony Martínez (0) volvió a fallar todas las que tuvo y Ruibal (1)  se quedó en lo de siempre: más voluntad que acierto. Cuando se decidió a cambiar a los 2 delanteros, Iriondo comprobó que los sustitutos tampoco estaban a la altura, pues tanto Jeisson (0) como Schiappacasse (0), muy faltos de minutos y oportunidades, solo acertaban a correr detrás del balón como conejos esquivando zancadillas. Como se recuerdan los goles, desbordes y remates de Ñoño, Jairo Cárcaba, Dani Pichín, Carles Coto, Portilla o Borja Acha que hicieron del Rayo Majadahonda una potente artillería cuando el ausente Aitor García tiene que apartarse por lesión, tarjetas, cláusulas o raras decisiones técnicas porque los «chakras» no están a la altura.

Quienes sí dieron la talla fueron los de siempre: Basilio (2) bajo palos atajó las jugadas de peligro iniciales de un Cádiz que huele a «play off» y que le pone mucho corazón a sus jugadas y a sus goles, pero también que sabe buscar espacios y las espaldas de los contrarios. Y eso que los 3 centrales majariegos estuvieron inconmensurables, liderados por un Verdés (3) que supo darle jerarquía y solidez a la defensa y que a base de zancadas y brazadas secó al serbio Lekic, un gigantón eslavo de 1,93 metros de alto, 33 años y 90 kilos de peso que terminó pidiendo el cambio con la nariz rota. A su lado, tanto Galán (3) como Morillas (3) y cuando salió también Andújar (2) cumplieron de sobra y solo un talentoso gol del corajudo Dani Romera logró romper la zaga majariega. Los laterales, sin embargo, estuvieron flojuchos: el canario Benito del Toro (1) acusó demasiado jugar a pierna cambiada, como advirtió Toni Pinilla, y no le salieron certeros los centros. Varela (1) pasó más desapercibido que de costumbre en futbolista que tiende también demasiado a la invisibilidad.

Y en el centro del campo, eso sí, tanto Fede Varela (3) como Iza Carcelén (3) construyeron todo lo que de potable podían beber los delanteros, generando numerosas ocasiones de gol. En esa tarea le acompañó Enzo Zidane (2), sacrificado en funciones defensivas para las que ni quiere, ni puede, ni sabe, pero que cada vez que pasaba la línea de centro se convertía en otro rastreador de espacios y agujeros en la defensa cadista. ¿Por qué no ha sacado a Guerrero para su puesto más habitual y al que está más acostumbrado?, se preguntaban los periodistas en el Ramón de Carranza. «Hemos hablado demasiado del chico. Es un chaval con mucho coco, pero tanto agasajo le puede hacer daño a cualquier. Esperamos muchísimo de él pero que tiene que ir despacio. Los buenos cocidos se hacen a fuego lento«, respondió «el ruso» Iriondo en la previa de esta «montaña rusa» en la que se convirtieron los últimos minutos de este largo y trepidante partido (9 minutos de descuento). Y he ahí la paradoja: fue ese mismo fuego lento en el que constantemente percutió el Cádiz quien derritió a un Rayo Majadahonda al que esta vez la atracción estrella de su Parque temático tocaba a bajada.

 

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