«Anda el personal soliviantado con los amores, o lo que sea, regios. Tema este de toda la vida; traté al hijo bastardo de Alfonso XIII, Don Leandro de Borbón, residente en Majadahonda, “Horizonte”, luego “Azata”: hombre con salero y elegancia, con quien departí acerca de su madre, la actriz Carmen Ruiz Moragas, casada y divorciada del torero Rodolfo Gaona.

VICENTE ARAGUAS. (4 de octubre de 2024). ¿Quién da más?. Anda el personal soliviantado con los amores, o lo que sea, regios. Tema este de toda la vida; traté al hijo bastardo de Alfonso XIII, Don Leandro de Borbón, residente en Majadahonda, “Horizonte”, luego “Azata”: hombre con salero y elegancia, con quien departí acerca de su madre, la actriz Carmen Ruiz Moragas, casada y divorciada del torero Rodolfo Gaona. Y vi bastante de cerca a la abuela de Felipe VI, Doña María de las Mercedes, en la plaza de toros que se instala en nuestros festejos de setiembre. El caso es que fui a la corrida atraído por la presencia del diestro Antonio Martín “Niño de Aravaca”, hijo de Luis, cajero del Banco Popular de la Gran Vía, donde yo tenía bien escasos ahorros, y alguna charleta con este buen hombre. Así que concurrí a la plazuela esta el día en que toreaba su hijo, quien conocía o era amigo de Doña Mercedes. El caso es que para sorpresa general, la charanga aquella entona, con más brío que armonía, la “Marcha Real”, y hete aquí que subido a pulso por sus fornidos cachicanes alza el vuelo hacia el simulacro de palco el sillón de ruedas de Doña Mercedes. Quien, severamente campechana, la cabeza ladeada, saludaba a la afición que celebraba aquel alarde regio. Valle-Inclán puro, y en la tarde casi serrana moría el siglo pasado, y se negaba a hacerlo el morlaco que le había tocado en suerte a “Niño de Aravaca”. Y Doña María de las Mercedes, vida triste la suya, ¡ay ese hijo, flor de espliego, muerto en Semana Santa!, bajaba a pulso de los escoltas en su carricoche.

Vicente Araguas

Su otro hijo, el que fuera rey (emérito suena ya a burla) está estos días en jaque por causa de una mujer a la que conocí en Majadahonda, Galería Sanabria, quiosco de prensa y estudio fotográfico de Emilio Antelo. Me la presentó mi amigo y tuvimos una conversación pequeña. Suficiente. Me pareció más lista que los ratones colorados, bueno, avispada, tal vez, de esas que se ponen el mundo por montera y hacen bueno el “todo pa´ la saca” del sinvergüenza de las mascarillas (uno más de los desenmascarillados). Esto sería en torno al año 2010 o por ahí, y la dama se ofendió, mohines con la boca botoxicida, cuando le pregunté por aquella peli lésbica, “Me siento extraña”, que había perpetrado con la Durcal. Ah, pero el año 1984, lo tengo anotado, en el solar desolado que hoy es el Parque Colón, la vi a vueltas con los elefantes del Circo Ruso. Pero, lo más espeluznante, cantando con voz definitivamente cazallera “El cocherito leré”, que no pegaba ni con cola. Daban ganas de decirle con Mariano Rajoy: ·”Ni hablar del peluquín, Bárbara, rica”.

«Y vi bastante de cerca a la abuela de Felipe VI, Doña María de las Mercedes, en la plaza de toros que se instala en nuestros festejos de setiembre. El caso es que fui a la corrida atraído por la presencia del diestro Antonio Martín “Niño de Aravaca”, hijo de Luis, cajero del Banco Popular de la Gran Vía»

Luego está, estaba, bastante tiempo después, Ángel Cristo, despojo ya, en una “roulotte” del Circo Americano. Ante él me llevó un jefe de pista albano-kosóvar (“me da no sé qué decirlo así que me toman mal el número”, decía el pobre) y me encontré con una ruina física, los ojos en la niebla, la palabra, turbia. Una pena. Ese circo, aquí en el Recinto Ferial, albergaba, pienso que por piedad, a ese hombre nacido Ángel Papadópoulos. Y, siguendo con los “royals” leo en Majadahonda Magazin que Victoria Federica se deja ver por el mercadillo majariego, tan de moda, me dicen. Iré a verlo cualquier sábado de estos. Punto de atención en nuestro pueblo, Como, y no es broma que lo leo en una página de internet, el Palacio de la Zarzuela, por lo visto ubicado en el territorio Majada. Igual se confunden con el viejo apeadero El Plantío-Majadahonda, concebido para que Victoria Eugenia llegase a El Pardo, sin pasar por Madrid, en vísperas de su enlace (1906). ¿Quién da más?

Majadahonda Magazin