JULIA SÁEZ-ANGULO. Escribir sobre el agua, las aguas, es hoy más necesario que nunca. Hay que estar atentos a las voraces empresas multinacionales que las quiere comercializar en exclusiva como potables, algo que es de derecho común irrenunciable pero que gobiernos corruptos pueden entregarnos a ellas. Francisco Armijo de Castro ha escrito ‘Viajes de Agua IV. Las aguas en los Territorios del Quijote vistas por viajeros e hidrólogos’, con ilustraciones de Manuel Ramos Armijo, editado por la Asociación Cultural y Científica Iberoamericana, ACCI. El equipo de viajeros e hidrólogos ya ha publicado otros tres libros sobre aguas, especialmente sanadoras, que comenzó en los Pirineos aragoneses, siguió por los balnearios y manantiales de Granada y seguidamente, el tercero, recorrió el grandioso Desfiladero de la Hermida. El IV volumen se asocia al gran libro de Miguel de Cervantes, ‘Don Quijote de la Mancha’, donde se describen manantiales, balnearios, caminos, ventas y viajeros a lo largo del tiempo. Seguir la pauta de la letra impresa era un reto que se ha superado con éxito. La Mancha es tierra de llanura y sol, pero también de aguas corrientes y subterráneas, como las Lagunas de Ruidera, que ya se conocían y citaban en el siglo XIV y de las que Don Quijote habla de ellas antes del episodio de la Cueva de Montesinos.
Entre los títulos de los capítulos del libro ‘Viajes de Agua IV. Las aguas en los Territorios del Quijote vistas por viajeros e hidrólogos’ se encuentran: Viajeros en la Mancha; Las rutas del Quijote, Viajeros siguiendo a Don Quijote, Las aguas en el Quijote, Ríos, lagos y aguas subterráneas, Batanes, Las Fuentes o Aguas sanadoras. Una bibliografía, un índice onomástico y otro toponímico enriquecen el libro. Con la dinámica de “leer para contarlo”, el autor nos va desgranando distintos puntos y aspectos de las aguas manchegas. Armijo de Castro reconoce que ‘Viajes de Agua IV. Las aguas en los Territorios del Quijote vistas por viajeros e hidrólogos’ es un libro de libros, junto a los comentarios de viajeros e hidrólogos que conocen el asunto y la situación. Algunos lugares de aguas en El Quijote están bien localizadas, otras como las de Sierra Morena andaluza que señala el Hidalgo no tienen fácil localización y se han ido buscando. En suma, este es un libro rico en datos, curioso en enfoque y ameno en su seguimiento narrativo y topográfico, amén de literario.
FEDERICO UTRERA. “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...”. A escudriñar una de las frases más célebres de la literatura universal le ha dedicado 55 años de su vida Leandro Rodríguez, catedrático emérito de la Universidad de Ginebra (Suiza) y muchas cosas más, aunque siga siendo desconocido e ignorado en España. Sabiendo que Cervantes era, sobre todo, un gran irónico al que gustaba juguetear con la ambigüedad del lenguaje, quiso conocer por qué no quería “acordarse” del “lugar” de la “Mancha” y por eso releyó muchas veces todos los libros y documentos cervantinos, llegando a planteamientos sorprendentes. Leandro Rodríguez vio recompensados por vez primera sus esfuerzos a nivel oficial cuando todos los presidentes iberoamericanos recibieron en una “cumbre” celebrada en Salamanca –nadie se hizo eco de ello- un ejemplar de su edición del Quijote de 1608 (Ed. Semuret, 2005), la última corregida por las manos de Cervantes, ahora que por fin puede decirse sin sornas que no era tan “manco de Lepanto”, pues la discapacidad no le impidió seguir dando guerra más años. A decir de Leandro Rodríguez, Cervantes nació en… Cervantes (hoy Zamora, en su época León). Y por eso no quiso acordarse del nombre. ¿Entienden la ironía?
¿Entonces todas las descripciones del Quijote no son manchegas? ¿No son geográficamente manchegos los pueblos (Quintanar, Toboso…), la fauna (vacas, ovejas, caballos, burros…), la flora (hayas, acebos, robles, alcornoques...) o la orografía (ríos, lagunas…)?. Menos exclusivos y autóctonos de esta Mancha de lo que parece: el acreditado botánico Luis de Ceballos publicó su libro “Flora del Quijote” (RAE, 1965) y certificó que ecológicamente hablando, el Quijote es “inexplicable”. Ceballos, que en Canarias es conocido porque descubrió en Lanzarote una planta original, que fue bautizada en su honor como “ceballosía”, buscó y no encontró hayas, acebos o alcornoques en La Mancha, mientras los Montes de León están poblados. Para rematar la cuestión, Pérez Pastor, otro investigador, manchego de Albacete, lo reconoció con pesar: no hay ni una sola huella documental de la estancia de Cervantes en La Mancha, salvo la de su casamiento engañoso en Esquivias.
¿Pero entonces el pueblo de Don Quijote y Sancho no era manchego? Debía estar “cuesta arriba” y poseer otra rampa diferente hacia “abajo”, tener cerca “un arroyo”, una “era”, un “pradecillo” y unas “riberas”. Resulta curioso comprobar como Cervantes, pueblo zamorano, cumple todos los requisitos, mientras en Castilla la Mancha los cervantistas buscan y rebuscan pero nada encuentran con estas características. ¿Y las siete lagunas no son las de Ruidera, como dice el Quijote? ¿La venta no es la de Puerto Lápice? ¿Y los molinos de viento? ¿Y el Toboso?. En estos Montes de León todo ello se ubica: siete lagunas rodean el Lago de Sanabria (las de la llanura manchega son 15); la venta de Puerto Lápice es “materialmente imposible” que enlazara con Sierra Morena según el geógrafo manchego Agostini-Banus, pero sí hubo ventas en Cervantes (lugar) en las distancias exactas que marca el Quijote de su pueblo.
Y la guinda: los molinos de viento llegaron a Castilla-León antes que a La Mancha (Los Molinos lindaba con Benavente), aunque luego allí se hicieron más numerosos y El Toboso –cuya descripción no se corresponde con el manchego- puede ser El Terroso zamorano, cerca de Quintanar, pues ya don Miguel advierte que le buscó un nombre a su dama ideal “que no desdijese mucho del suyo” y aquí sí encajan las piezas. Para colmo, en esta comarca hay un pueblo con nombre de santo, vecino de Cervantes, y éste se llama ¡San Miguel!, el mismo santo patrón de una parroquia: ¡el Terroso!. Cuando le regalé el libro de Leandro Rodríguez al escritor Juan Goytisolo, Premio Cervantes, alucinó. Y tras leerlo de cabo a rabo recomendó su reseña en Babelia de «El País». ¿Resultado? 10 modestas líneas y 2 páginas al Quijote oficial del rico Rico. Así que Cervantes nació en La Mancha y a ti te encontré en la calle. ¿Qué Mancha? En mi libro «Cordel de Extraviados», que prologaron Matías Díaz Padrón (Museo del Prado) y el propio Goytisolo se plantean algunos enigmas, pero lean a Leandro Rodríguez y lo descubrirán.
Feliz Navidad desde Majadahonda, pueblo citado en El Quijote.
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