
«Quisiera agradecer una vez más a la Fundación Francisco Umbral y a María España, que está aquí presente como presidenta de este premio honradísimo que me han atribuido por mi última última novela [«Tiempos recios», Premio Umbral 2020], y a los miembros del jurado por esta generosa distinción»
MARIO VARGAS LLOSA (1936-2025*). (Majadahonda, 27 de enero de 2021). Quisiera agradecer una vez más a la Fundación Francisco Umbral y a María España, que está aquí presente como presidenta de este premio honradísimo que me han atribuido por mi última última novela [«Tiempos recios», Premio Umbral 2020], y a los miembros del jurado por esta generosa distinción. Creo que todos los lectores apasionados de la literatura seguramente recordamos las grandes lecturas que hemos hecho y la manera como nos marcaron ciertos libros. Yo creo que el libro que a mí me marcó más probablemente ha sido «Madame Bovary«. Es un libro que me enseñó el tipo de escritor que yo quería ser. Lo veo en la distancia mucho más que en el momento en que lo leí, que fue el día que llegué a París en el año 1959, en una librería que ha desaparecido y que se llamaba «La alegría de leer». Compré un tomito donde estaba «Madame Bovary«, que yo no había leído, y la verdad que fue una lectura deslumbrante que a mí me conmovió profundamente, no sólo por su belleza y del personaje de Madame Bovary sino porque me enseñó el tipo de escritor que yo quería ser. Eso lo veo ahora con gran claridad y en ese momento fue sobre todo un sentimiento, un descubrimiento… Yo quería ser un escritor realista, no leía literatura fantástica, que era de mi admiración, pero no era el tipo de género que me hubiera atraído a mí como escritor.
AL MISMO TIEMPO YO ESTABA MUY DECEPCIONADO DEL REALISMO LATINOAMERICANO, que era como un pretexto para la chabacanería, para la facilidad, no había una literatura realista que fuera al mismo tiempo artística, que cuidara muchísimo el lenguaje, la estructura de una historia… Y de pronto en París, leyendo a «Madame Bovary«, yo descubrí todo eso. Era una novela realista, muy pegada a la realidad viva y al mismo tiempo había una perfección en el lenguaje. Yo no sabía que Flaubert había trabajado tanto, 5 años en esta novela, una obra maestra absoluta. Creo que he releído después muchos episodios de «Madame Bovary» donde yo creo que Flaubert alcanzó verdaderamente la perfección. Él tenía la idea de que la palabra que sonaba bien musicalmente, conformaba la frase perfecta y por eso acostumbraba, en lo que llamaba la «alameda de la palabrería», a ensayar cada frase que escribía en voz alta, para ver si sonaba perfectamente bien. Y esa era la buena frase. A veces chirriaba, no había en la frase esa musicalidad perfecta que él buscaba y entonces podía pasarse horas buscando una palabra que encajara exactamente desde el punto de vista estrictamente musical en esa frase perfecta. Y el libro está escrito con esa perfección al mismo tiempo artística, estética y que respeta rigurosamente el realismo de la historia. Para mí fue absolutamente una lección para saber el tipo de escritor que yo quería ser y la influencia de Flaubert ha sido enorme, leí todos sus libros y todos me impresionaron muchísimo.
ADEMÁS, EN EL CASO DE FLAUBERT, DESCUBRÍ ALGO MUY INTERESANTE y es que no es de joven cuando empieza a escribir un gran escritor. Había adquirido muchas influencias de la literatura que se hacía en Francia en ese momento pero él buscaba tener una satisfacción con lo que escribía que no le habían dado las primeras cosas que escribe y publica. Él sigue buscando y con ello me mostró una cosa extraordinaria: si no tienes un talento natural, tú puedes creártelo a base de esfuerzo, disciplina, constancia, reescribir, rehacer buscando esa perfección a la que llegó en «Madame Bovary». Creo que leí la correspondencia de Flaubert en estado de deslumbramiento porque el caso de Flaubert es realmente único, tenía un sistema basado en una relación sentimental a la que veía un fin de semana al mes mientras que los días que estaban separados le escribía diariamente una carta, pero le escribía estas cartas después de trabajar 8, 10 ó 12 horas en su novela. Y de lo único que quería hablar en las cartas era de la novela que estaba escribiendo.
ES UN CASO ÚNICO, NINGUNA NOVELA ESTÁ DOCUMENTADA POR UNAS CARTAS COMO EN EL CASO DE FLAUBERT. Esa relación dura esos 5 años y las cartas que la amante de Flaubert le escribía a él las rompió una sobrina, con lo que se ganó el odio de todos los flaubertianos del mundo, pero las cartas de Flaubert a Louise Colet, que era la amiga, se han conservado. Y podemos seguir día a día lo que es la construcción de esa novela a lo largo de 5 años. Es un documento maravilloso porque en esas cartas, aunque el tema se supone que es el amor, en realidad Flaubert habla de la novela que está escribiendo. Es una novela que podemos ver construirse día a día: todos los problemas que enfrenta, los del lenguaje, de la estructura, de la arquitectura, de la historia… Es un caso realmente único y a mí me ayudó muchísimo Flaubert, que fue uno de mis maestros y realmente el escritor al que probablemente yo deba más entre todos los que me han impresionado mucho. (Continuará). *Intervención realizada en la Casa de la Cultura de Majadahonda. Primera Parte.
Debate de TVE hace años, participando Octavio Paz, Vargas Llosa, Jorge Semprún, Vázquez Montalbán, Fernando Sabater y Juan Goytisolo, moderando Victoria Prego. Casi ná, no digo que en cualquier Tv o plataforma hagan un debate mejor, como dice Mota «iguálalo». Gracias Magazin por vuestra apuesta por la Cultura con mayúsculas
Quien es inseguro evita reconocer la ayuda de los demás pq cree q el estatus es un recurso limitado. Alguien escribió sobre la rutina de Murakami y a la ausencia de reconocimiento. Vargas Llosa parece q sí que lo hizo pero, ¡ay, era una manzana envenenada!