GLORIA PALAZON. En cuanto a las subcontratas que tenemos en el Instituto Carlos III de Majadahonda, se podría destacar: un derroche de dinero es la concesión de los contenedores de bioseguridad. Estos cubos negros están destinados a albergar material infeccioso y sólo unas pocas cosas deberían ir en esos contenedores. Por supuesto en algunos laboratorios ni deberían estar, ya que no todo el mundo trabaja con material infeccioso. Pues bien, esos contenedores, en la mayoría de los casos, se usan de cubos de basura normales. Mucho material de laboratorio y envases de productos que no estando contaminados de nada (incluso muchas veces es estéril) van a parar allí, por no hablar de que la basura común que también tira la gente, latas de refresco, hojas de cuaderno, envoltorios de sándwich… etc. Como los cubos están «a granel» en diferentes puntos, los cogen hasta los obreros para tirar su basura. Esos cubos están especialmente diseñados para su uso, y por supuesto, son mucho más caros que los normales. Los responsables del centro lo saben y nunca han tomado medidas al respeto. ¡Con la cantidad de cubos que se generan innecesariamente al llenarse de material inadecuado y la de gasto que se podría ahorrar con ello, ya que el destino final de esos contenedores es Francia!. Por no hablar de la contaminación que se genera, ya que muchas de esas cosas podrían reciclarse si fueran al contenedor amarillo, que es donde deberían ir (fotos adjuntas). Lo mismo ocurre con los contenedores (amarillos) para elementos cortopunzantes: son para tirar exclusivamente agujas, bisturís, catéteres y lancetas. En algunos laboratorios no se trabaja con nada de ese tipo de material, sin embargo todo el mundo dispone de ellos y los suelen llenar de puntas de plástico de las micropipetas, tubos de plástico o guantes (foto adjunta).


Los cubos de bioseguridad, mucho más caros, se utilizan para basura

Hace un año se contrató a una subcontrata para el mantenimiento del equipo de laboratorio. Antiguamente, cuando había que hacer el mantenimiento o el arreglo de un equipo, se llamaba a la empresa especializada y listo. Ahora, en cambio, hay un equipo permanente, que además de cobrar el salario base, cobra por cada servicio que hace. Pues bien, los trabajadores muchas veces no saben arreglar los equipos (los de un laboratorio son muy dispares y evidentemente no se puede saber de todos) pero en vez de decir que no saben, como ese arreglo a su vez lo tendrían ellos que subcontratar con otra empresa y pagarles, lo que hacen es remolonear e incluso engañar a la gente diciendo que ya está arreglado sin ser así. Incluso alguna vez se han cargado algún aparato por no saber manipularlo. A pesar de las quejas, la empresa sigue operativa. Estas, entre otras muchas, son las cosas «raras» que ocurren continuamente en este centro. Un compañero ya decía, desde hace mucho, que esto era como un cortijo, ahora entiendo por qué decía eso.

Majadahonda Magazin