LOS AUTORES. *El libro «Majadahonda, Villa del Real de Guadarrama» se presenta en la Biblioteca Francisco Umbral de Majadahonda por el historiador Alfonso de Ceballos este lunes 14 de octubre (19:00 horas). Lección de Historia sobre Majadahonda: Majadahonda en la pluma de nuestros grandes escritores del Siglo de Oro. Majadahonda fue secularmente un pequeño lugar de pacíficos vecinos dedicados a la labranza, cuyos productos se vendían en la cercana villa y corte de Madrid. Nada hubo de particular en su devenir histórico, aunque en la villa y corte era bien conocida, como nos recuerdan las menciones del pueblo en las obras de Cervantes (nada menos que su celebérrimo Quijote, impreso en 1605), y de Quevedo (en su no menos célebre «El Buscón«, editado en 1626). Las fiestas del Corpus Christi tuvieron sin duda también gran relevancia, y es muy posible incluso que en el siglo XVII fuesen las fiestas mayores de Majadahonda y hasta figuras en la «Vida del Buscón don Pablos» de Quevedo. La fiesta religiosa era naturalmente el jueves, pero el viernes siguiente se celebraba otra fiesta profana que incluía encierro y corrida de toros. Se sacaban tres toros: uno de muerte, lidiado por un matador profesional a caballo, y dos de regocijo, para diversión de los mozos. Acaso estas improvisadas corridas se celebrasen en la plazuela del cura o en la plaza de la iglesia. Decíamos en nuestras páginas introductorias que la villa de Majadahonda, por ser bien conocida en la villa y corte de Madrid, quedó reflejada en las obras de Cervantes y de Quevedo, nada menos. Y, al uso popular, la llaman «Majalaonda«. Miguel de Cervantes (1547-1623), en su celebérrimo Don Quijote de la Mancha (impreso por vez primera en Madrid, en 1605), critica el mal uso del castellano, por boca de un licenciado.
NO SERÍA ESA LA ÚNICA RELACIÓN DEL GRANDE CERVANTES CON LA VILLA DE MAJADAHONDA, puesto que pasó sus últimos veinte días, y falleció el 22 de abril de 1616, en unas casas que arrendó de la calle del León esquina a la de Francos –hoy esa calle se nombra de Cervantes–. Unas casas que pertenecían a don Luis Antonio Martínez, cura párroco de Majadahonda, y a sus hermanos; aquel sacerdote era poeta aficionado y conocido de nuestro gran escritor. Buenos auxilios hemos recibido del profesor don Federico Utrera, editor del MJD Magazin y actual concejal del Ayuntamiento de Majadahonda, que nos ha orientado en algunas pesquisas, sobre todo las literarias, y a su amabilidad y generosidad debemos las citas cervantinas y quevedescas a Majadahonda:
MAJADAHONDA EN EL QUIJOTE: «¡Oh! Pues si no me entienden —respondió Sancho—, no es maravilla que mis sentencias sean tenidas por disparates. Pero no importa: yo me entiendo, y sé que no he dicho muchas necedades en lo que he dicho, sino que vuesa merced, señor mío, siempre es friscal de mis dichos, y aun de mis hechos. Fiscal has de decir —dijo don Quijote—, que no friscal, prevaricador del buen lenguaje, que Dios te confunda. No se apunte vuestra merced conmigo —respondió Sancho—, pues sabe que no me he criado en la corte, ni he estudiado en Salamanca, para saber si añado o quito alguna letra a mis vocablos. Sí, que, ¡válgame Dios!, no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido. Así es —dijo el licenciado—, porque no pueden hablar tan bien los que se crían en las Tenerías y en Zocodover como los que se pasean casi todo el día por el claustro de la Iglesia Mayor, y todos son toledanos. El lenguaje puro, el propio, el elegante y claro, está en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahonda: dije discretos porque hay muchos que no lo son, y la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso. Yo, señores, por mis pecados, he estudiado cánones en Salamanca, y pícome algún tanto de decir mi razón con palabras claras, llanas y significantes».
También el no menos célebre literato don Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645), Señor de la Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago, en su novela «Historia de la vida del buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños» (editada por vez primera en Zaragoza en 1626, pero escrita hacia 1603), nos trae la memoria de un viejo sacerdote que había sido sacristán de Majadahonda. No han faltado autores que han relacionado este pasaje con el antes citado cura de Majadahonda, don Luis Antonio Martínez, de quien ya hemos dicho que fue un poeta mediocre. Y dice así:
MAJADAHONDA EN «EL BUSCÓN» DE QUEVEDO. «En estas razones y discursos iba, cuando topé un clérigo muy viejo en una mula, que iba camino de Madrid. Trabamos plática y luego me preguntó que de dónde venía; yo le dije que de Alcalá. –Maldiga Dios– dijo él –tan mala gente como hay en ese pueblo, pues falta entre todos un hombre de discurso. Preguntéle que cómo o por qué se podía decir tal de lugar donde asistían tantos doctos varones. Y él, muy enojado dijo: – ¿Doctos? Yo le diré a V. Md. qué tan doctos, que habiendo más de catorce años que hago yo en Majalahonda, donde he sido sacristán, las chanzonetas al Corpus y al Nacimiento, no me premiaron en el cartel unos cantarcicos, y porque vea V. Md. la sinrazón, se los he de leer, que yo sé que se holgará. Y diciendo y haciendo, desenvainó una retahíla de copias pestilenciales, y por la primera, que era ésta, se conocerán las demás». *El libro «Majadahonda, Villa del Real de Guadarrama» se ha publicado en septiembre de 2024 en formato digital e impresión bajo demanda. Para adquirir un ejemplar escriba solicitándolo a redaccion@majadahondamagazin.es y la editorial se pondrá en contacto con los solicitantes. CONSULTE OTROS CAPÍTULOS DEL LIBRO PINCHANDO AQUI.