LIDIA GARCIA. «Lenguaje Sexista. Majadahonda elimina el lenguaje inclusivo con los votos de PP y Vox. El pleno aprobó borrarlo de todos los documentos del consistorio, oficiales o en los que participe indirectamente, e “ignorar” la Guía de Comunicación Clara de la Comunidad de Madrid». Así titula la periodista Isabel Valdés en «El País» su artículo sobre lo ocurrido en el Ayuntamiento de Majadahonda en el último pleno de julio (2021). Y añade: «Eliminar el uso del lenguaje inclusivo de todos los documentos oficiales del Ayuntamiento de Majadahonda, además de cualquier otro texto, folleto, información o nota de prensa en los que participe de forma directa o indirecta el consultorio e “ignorar” la Guía de Comunicación Clara de la Comunidad de Madrid, vigente desde 2019 y que recomienda cuestiones como usar “la plantilla” en vez de “los trabajadores” o “las personas usuarias” en lugar de “los usuarios”. Eso fue lo que aprobó el pleno de la ciudad este pasado jueves tras una moción presentada por Vox el 16 de julio y a la que el PP dijo sí. Ese ejecutivo local, gobernado por los populares, cuenta con 10 concejales de ese partido, 3 de la ultraderecha, 5 del PSOE y 7 de Ciudadanos».

Viñeta con la que El País ilustra el artículo

«En ese contexto, a la oposición no le sorprende ni la moción de Vox ni el apoyo del PP. Dice Manuel Fort, portavoz del grupo municipal socialista, en la oposición, que esta decisión es “una vuelta de tuerca más de un PP radicalizado al servicio de los postulados de una extrema derecha que pretende invisibilizar la violencia machista y buscan con esta propuesta que el Ayuntamiento de Majadahonda utilice un lenguaje retrógrado y machista”. Cuenta también Fort que, en torno a los derechos sociales, no es la primera vez que Vox propone algo parecido: “Hoy nos traen una moción contra la representación de las mujeres en el lenguaje, ayer una moción contra el uso de banderas LGTBI, mañana nos traerán una moción contra el aborto y pasado mañana nos traerán una moción contra el divorcio. Y así seguirán y no pararán hasta que volvamos al 39 en Majadahonda y no exista ningún tipo de libertad ni cauce de participación”, concluye la noticia.

Isabel Valdés

ISABEL VALDÉS*. «UN DEBATE ABIERTO». El lenguaje inclusivo —que usa preferiblemente un vocabulario neutro o evidencia tanto el masculino como el femenino— es actualmente uno de los debates abiertos en torno a la igualdad. En las conclusiones de la moción se lee que “eludir el valor genérico del masculino gramatical supone un retroceso en el uso correcto de la lengua española” y que “el lenguaje inclusivo es un fenómeno lingüístico deliberado por instancias ajenas al uso diario del español por parte de los hispanohablantes”, que “obedece a fines de tipo ideológico” y que, “a la Administración Pública presta un nulo servicio”. Para esa conclusión, la argumentación de Vox incluye, además de su propio rechazo, el proyecto de ley presentado en la cámara baja francesa por La République en Marche (el partido que lidera el actual presidente francés, Emmanuel Macron) y otros diputados de otras fuerzas políticas, para la “prohibición del uso del lenguaje escrito inclusivo por las personas físicas o jurídicas responsables de una misión de servicio público”. El pasado mayo, el Gobierno de Macron acabó por vetar oficialmente del ámbito educativo el punto mediano, un signo ortográfico que se usa en francés para añadir un sufijo femenino a un nombre masculino, para que así recoja ambos géneros y que equivaldría al paréntesis o la arroba en castellano (ellos/as, ell@s).

También, para apoyar su postura, Vox usa el informe de enero de 2020 de la Real Academia de la Lengua como respuesta a la petición de la entonces vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, de estudiar la “adecuación de la Constitución Española a un lenguaje inclusivo”. La RAE afirmó que por “economía lingüística” y porque el masculino genérico “aporta gran servicio a la organización semántica de los contenidos”, “anularlo en el uso implicaría borrar una casilla de enorme utilidad en el sistema de la lengua” y que “la causa de tal condena, su relación directa con el androcentrismo cultural, no es cierta”. Algo que también es una discusión abierta entre expertas y expertos en este campo. El choque entre la Academia, los distintos partidos políticos y los colectivos sociales enfrenta a quienes lo rechazan de manera frontal, a quienes no se oponen pero opinan que esta batalla se aleja de cuestiones más importantes y a quienes defienden que es una reivindicación legítima que ayudaría a avanzar en igualdad. Ese debate tiene raíz, en parte, en lo que el lingüista Ferdinand de Saussure estableció a finales del siglo XIX y que es, junto al análisis de otro experto, Charles Sanders, la base de la actual teoría general de los signos.

Saussure estableció que los signos lingüísticos tienen dos partes: el significante, la palabra en sí, y el significado, el concepto asociado al término. Para quienes defienden que un lenguaje más inclusivo no aporta a la igualdad, esta dualidad es importante, porque con ella explican por qué la ausencia de términos femeninos no conlleva invisibilización. Por ejemplo, si se escribe “los madrileños”, la imagen mental de quien lo lee no representa solo hombres, sino también las mujeres que viven en Madrid. Para quienes defiende la inclusividad, el predominio masculino en la sociedad tiene un reflejo claro en el lenguaje, por lo que la desigualdad puede trabajarse también desde ahí.

La polémica va, además, más allá, y entra en otras cuestiones como el purismo de la lengua, si debe ser estática o dinámica —algo que también analizó Saussure y lo llamó la mutabilidad del signo, es decir, los cambios que se producen en la relación entre significado y significante a lo largo del tiempo y precisamente por ese paso del tiempo—; o la correlación de la lengua y la sociedad: ¿Cambia el idioma a medida que evoluciona la sociedad o se han de impulsar cambios en la lengua para modificar la realidad que designa? ¿El ámbito público tiene que empujar ese cambio? ¿Ha de ser la sociedad a través de movimientos y colectivos? ¿El masculino genérico debe seguir teniendo el mismo valor, entendido como neutro en el siglo XXI? Preguntas abiertas con un consenso difícil, pero en las que instituciones como el Consejo de Europa o la ONU ya tomaron posición: a favor. * Isabel Valdés (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1985) estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Es redactora en El País, donde ha trabajado en proyectos especiales durante varios años. Ahora está detrás del suplemento Tentaciones. Coordina el espacio Mujeres del periódico y escribe sobre actualidad, cultura, música, y, sobre todo, feminismo. Participa en charlas y conferencias relacionadas con la igualdad y la perspectiva de género y es parte (muy convencida) del movimiento Las Periodistas Paramos. Lea el artículo completo.

 

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