JULIA BACHILLER. La lluvia, el viento y las bajas temperaturas que este Viernes Santo tenían lugar en Majadahonda impidieron que el Santísimo Cristo de los Remedios regresara a su ermita. Pero no fueron un obstáculo para que esas inclemencias de la climatología dañaran el trabajo, esfuerzo e ilusión que cada año ponen los miembros de la Hermandad del Cristo de los Remedios y Nuestra Señora de la Soledad. Todos ellos, junto con un gran número de vecinos de la ciudad, acudían a la hora indicada para acompañar al Cristo de regreso a su “casa” en compañía de su madre. La procesión no pudo llevarse a cabo pero terminó siendo un gran éxito, dando sentido a la frase “la fe mueve montañas”. Media hora antes de dar comienzo, la Agrupación Musical «Jesús el Pobre» hacía notar su presencia: desde la Plaza de los Jardinillos a la puerta de la iglesia acompañaron su recorrido entonando una de sus marchas. A su llegada, además de la inestimable colaboración que realizan en las procesiones del municipio, hicieron entrega de dos ramos de flores, rojas para el Cristo como así se había solicitado y blancas para la Virgen, presentes que depositaron a los pies de ambas imágenes.
Llegada la hora de comenzar la procesión comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia, sembrando el desconcierto y la incertidumbre de los presentes, por lo que se decidió esperar unos minutos. La espera fue amenizada por la agrupación musical: situados en el altar mayor y con la acústica del templo dieron muestra de unas magníficas interpretaciones, ante la sorpresa de los presentes que comenzaron a ocupar los bancos de la iglesia. Mientras, en otra parte se debatía entre el párroco, hermandad y costaleros qué decisión tomar. Mucho trabajo y preparativos estaban en juego: días de ensayo de los costaleros, decoración y preparación de los tronos, penitentes, mujeres con mantillas, licencias y permisos para poder realizar los actos, movilización de la Policía Local, colaboración y presencia de la Hermandad de «Jesús el Pobre» de Madrid junto a su agrupación musical… Y sobre todo, un año de espera perdido.
Seguidamente amainó la lluvia y se decidió realizar un encuentro de las dos imágenes en el exterior. En primer lugar salió el Cristo, recibido con aplausos y el himno nacional. Una vez en el exterior lo hizo la Virgen por la puerta lateral a hombros de las costaleras, y en el exterior el mismo recibimiento: el himno nacional junto con vítores y aplausos, momento en el que regresó la lluvia con más fuerza y acompañada de un viento extremadamente frío. Las dos imágenes realizaron un breve recorrido hasta situarse una frente a otra con un magnifico fondo musical. Seguidamente regresaron al templo, accediendo por el mismo lugar de salida. Ya en el interior, el Cristo retornó a su lugar y la Virgen de la Soledad quedó en el centro. Breve salida pero emotiva que siempre provoca ver las imágenes a las que se tiene devoción engalanadas y en movimiento en el exterior. Finalizar esta crónica destacando la gran labor del capataz de la Hermandad «Jesús el Pobre», llevando y dirigiendo los pasos con esas palabras de aliento que infunde a los costaleros en su dura labor. Y sin muestra de desfallecimiento alguno, a pesar de que el día anterior estuvo procesionando en Madrid en compañía de varios miembros de la Hermandad del Cristo de Majadahonda.
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