La vecina de Majadahonda Lorena Gonzalo García ha enviado a MJD Magazin esta carta en la que aflora lo que define como «sentimientos encontrados» en su experiencia como usuaria de la Escuela Infantil Talín Majadahonda. En el texto le da las «gracias» públicamente «a Helena, Sonia, Maite, Marta, Cris, Sol…» por su dedicación a los niños. Pero por otro lado siente «rabia, hartazgo, pena de ver cómo algo tan importante como la educación y el cuidado del alumnado más pequeño se ha visto desplazado por el beneficio económico». Esta es la misiva, que reproducimos íntegramente: 


LORENA GONZALO GARCÍA. Escribo esta carta para contar mi experiencia como usuaria de la Escuela Infantil Talín de Majadahonda. Esta experiencia comenzó incluso antes de ser madre, ya que mis dos sobrinos mayores tuvieron la suerte de ser alumnos de dicha escuela antes del deterioro de calidad que ahora sufre. Escribo por responsabilidad ciudadana y sin esperanza de respuesta alguna por parte de la Concejalía o del equipo de gobierno municipal. Digo esto porque llevo casi 10 años viendo como dicho equipo de gobierno ha dejado que la calidad de la educación haya descendido a niveles vergonzosos. La absoluta falta de inversión y de mantenimiento es un insulto a todo el municipio, que ha pasado de tener una escuela que era una referencia a nivel regional a tener un edificio en un estado lamentable con una gestión que no prioriza el bienestar del alumnado. Un alumnado que, no olvidemos, tiene entre 0 y 3 años. Una gestora que tiene como único objetivo el beneficio económico y que por dicho beneficio es capaz de pasar por encima de bebés, maestras y familias, incluso del propio Ayuntamiento.

Y esto, en una sociedad avanzada y privilegiada no debería pasar. Y menos en un municipio como el nuestro. Es curioso y muy frustrante ver como vivimos en un pueblo con unos servicio públicos tan deficientes siendo uno de los más ricos de la región. Soy vecina de Majadahonda desde hace casi 40 años, pero voy a nadar con mi familia a la piscina de Navalcarbón en Las Rozas durante el invierno, a los cuentacuentos de la biblioteca del mismo municipio, a los parques infantiles del parque de París también en Las Rozas… Talín está en un edificio viejo, pero no debería haber sido un problema con un Ayuntamiento que se hubiera preocupado por mantener las instalaciones que son suyas, que son de todo el municipio. Sin embargo, las instalaciones están en muy mal estado por la desidia del Ayuntamiento y la negativa de la empresa gestora a invertir o solicitar inversiones a quien correspondiera. Y esto es una pena, pero lo peor, lo que más me enoja y entristece es como se trata a las maestras, a las familias, a los bebés, a las niñas y los niños de Talín.

Cuando iban mis sobrinos a Talín hace casi 10 años, la escuela era un lugar alegre, lleno de estímulos, de sonrisas, una escuela abierta a toda la comunidad educativa. Una segunda casa para el alumnado que aprendía a vivir, a convivir. Un alumnado que disfrutaba cada semana de una representación teatral, que tenía un jardín con sombra, con huerto, una biblioteca. Que hacía un pasacalles en carnaval por la Gran Vía, cuentacuentos en Colón, una verbena de San Isidro, una excursión al campo con todas las familias a final de curso…. en fin, un lugar donde ellos y ellas eran lo más importante, eran el motor y el objetivo de la escuela. Mi hija pequeña entró a primeros de este curso en la escuela, tenía tan solo 7 meses. Y tuve que dejarla en una escuela destartalada, sin servicios tan básicos como gas o teléfono. Una escuela sin un proyecto educativo definido, sin un personal estable (la propia directora fue despedida unos días antes del comienzo del curso).

Y si a alguien tengo a agradecer que mi hija haya estado feliz y bien atendida durante el curso no es, desde luego, a la empresa gestora (que ha demostrado mes tras mes que su prioridad y motivación era el dinero). Ni mucho menos al Ayuntamiento, que ha hecho oídos sordos a las demandas del AMPA y de la comunidad educativa que ha ido informando periódicamente del deficiente servicio que estaba dando la empresa gestora. Pero desde la Concejalía no se ha movido un dedo. Debe ser que nos les importa mucho el bienestar de sus futuros ciudadanos (al igual que el de los presentes). Tanto la concejala como el director de educación han demostrado ser de lo más ineficientes dejando todos los problemas de la escuela, que son muchos, sin atender ni solucionar.

Así que, como decía antes, solo a las maestras, las auxiliares (que en la clase de mi hija han sido nada más y nada menos que 4 distintas, ya que la precariedad laboral es otra de las virtudes de la empresa gestora) y a las cocineras les quiero y debo agradecer que mi hija haya estado contenta en Talín cada día. Que tanto yo como su padre hayamos podido irnos a trabajar cada mañana sabiendo que ella estaba bien (con pocos, poquísimos recursos pero con mucha profesionalidad, inventiva y cariño de sus maestras). Gracias Helena, Sonia, Maite, Marta, Cris, Sol… gracias por dejaros la piel en un trabajo mal pagado, precario y difícil pero tan trascendental.

Aquí acaba mi experiencia en Talín, con sentimientos encontrados. Por un lado agradecimiento, cariño, recuerdos que no tienen precio y la sensación de haber aprendido mucho. Por otro rabia, hartazgo, pena de ver cómo algo tan importante como la educación y el cuidado del alumnado más pequeño se ha visto desplazado por el beneficio económico (el de una sola empresa, no el de todas las familias y residentes de Majadahonda). Lo siento por mi hija pero también por las siguientes generaciones de bebés que tendrán una escuela con escasos recursos, tanto económicos como humanos.

Majadahonda Magazin