LIDIA GARCIA. La Fundación Francisco Umbral, en colaboración con los Ayuntamientos de Majadahonda y Valladolid, ha retomado durante el curso 2021/2022, tras el obligado parón por la pandemia, el taller de creación literaria dirigido a los alumnos de Bachillerato denominado «Atrévete a cruzar el Umbral 3.0″ que convoca además el «Premio de Columnismo Francisco Umbral para Jóvenes Escritores». La ganadora en Valladolid fue Laura Colías Alonso, por su artículo «A-Marte» mientras que en Majadahonda ganó Diego Apesteguia Castro (Instituto Carlos Bousoño) por «Teoría sobre el atrezo social». En esta nueva edición se presentaron cerca de 100 textos y los dos finalistas de esta convocatoria fueron Lucía de Pablo Marsal (Colegio Las Reparadoras) por «Odio los domingos», y Carlos Reñones Salazar (colegio San Jaime) por «Tengo una buena noticia». El jurado también hizo mención de honor a «La mala fama de la lectura» de Noelia María Moreno; «La necesidad de las reglas morales» de Laura Sacristán; «Exploración por la selva» de Cristina García Espinosa; «Miedo a existir» de Sofía Ruiz; «Mal de muchos consuelo de tontos» de Aroa Gutiérrez; «La vida» de Astrid Carbajal, y «La nueva normalidad» de Andrea Eloísa Flores. Como anécdota señalar que el Ayuntamiento de Majadahonda distribuyó una fotografía oficial en la que solo se ve al alcalde con los alumnos premiados aunque en realidad en el acto estuvieron otros concejales que fueron «suprimidos» de la imagen. MJD Magazin proporciona ambas instantáneas.
DIEGO APESTEGUÍA CASTRO*. Teoría sobre el atrezo social. Desde hace unos meses comencé a pasar por la estación de Moncloa diariamente y, en consecuencia, a desplazarme entre islas para alcanzar mi objetivo, lo que hizo que en ese recorrido que consistía en ir de un autobús a otro tuviese que esquivar siluetas continuamente para poder llegar a mi destino. Dichas siluetas (personas), distribuidas en masa a lo largo de los pasillos, se mueven ágilmente expresando una aparente prisa, mediante bruscos movimientos, haciendo entender como que todos los días tuviesen la entrevista de trabajo de sus vidas o el examen decisivo del que depende su esperanzador (pero falso) futuro.
Esta situación me condujo a desarrollar una forma con la que no tener que chocar con personas que aparentan tener mucha prisa para llegar a un determinado lugar. Es decir, consiste en un método para no ser interrumpido en el tránsito a tu destino, basado en seguir una línea recta y derrochar una aparente seguridad, lo que hace que la gente respete tu camino. La idea de la línea recta no la he inventado yo, ni mucho menos, pero lo que sí que he hecho es teorizar y llegar a la conclusión de que, desde un punto de vista poco lógico y algo conspiranoico, (pero divertido, que es lo importante) dichas personas simplemente son atrezo social. Sin embargo, para que no se me tache de loco, diré que no todo es tan drástico, ya que estas cobran vida nada más salir de Moncloa o de cualquier otra estación, por lo que el verdadero problema es el escenario, en el que se convierten en atrezo y este se encuentra creado por una sociedad, la cual, seguramente, si fuese observada en una situación similar de forma externa, se podría llegar a pensar que ya no hay solución para el ser humano. En conclusión, a partir de ahora, cuando estés a punto de embarcarte en el forzoso trabajo de llegar a tu línea de buses, sé consciente y pon en práctica el mirar al frente y seguir una línea que interrumpa los guiones impostados por el resto y, si es posible, que no te haga olvidar el tuyo. *Diego Apesteguía Castro. Primero de Bachillerato CIES Carlos Bousoño, Majadahonda.