Fue sin duda la inesperada estrella de la mañana y no solo por su espontáneo exabrupto ante el tribunal de la Audiencia Nacional que juzga el caso Gurtel: “voy a hablar claro: cada día se convirtió en un puteo permanente hasta que me relegaron desde el Gabinete de Prensa a Servicios Sociales”. El propio presidente del tribunal, Ángel Hurtado, la arropó cuando uno de los abogados quiso ver animadversión contra alguien en su declaración y alabó “su naturalidad”: “Cuando se preguntan estas cosas se obtienen estas respuestas”, dijo el magistrado. Lourdes Palomar contó que entró en el Ayuntamiento de Majadahonda cuando era alcalde Luis Egea (UCD) en 1984 como jefa de prensa y apuntó al concejal de Comunicación, Ramón Losada (PP), a la jefa de gabinete del alcalde Willy Ortega, Carmen Quijano (esposa entonces de Correa) y al concejal Pepe Peñas como los causantes del saqueo. “Con Guillermo Ortega se incorporó bastante gente a la alcaldía y había un solapamiento constante de trabajo. Primero se incorporó Peñas, luego Quijano y así hasta 20 personas”. Las decisiones las tomaban “entre Carmen Quijano y el alcalde” y lo primero que hicieron fue aumentar “de forma considerable” el presupuesto de Publicidad, así como elaborar un Manual de Identidad Corporativa, folletos, vídeos…
“Cuando cesó Guillermo Ortega, el actual alcalde Narciso de Foxá hizo una constricción del gasto sobre todo en publicidad” y dijo que ella misma tuvo “que liquidar el contrato del Boletín Municipal” porque “no había seguido el procedimiento administrativo” y “se había prorrogado de manera indebida”. Las empresas de la Gurtel “no habían trabajado nunca en Majadahonda” y los medios de comunicación que se beneficiaban de sus anuncios lo hacían sin criterio alguno de audiencia ni arraigo en la localidad: Canal 33, Telemadrid, Punto Centro… “Hasta 25 facturas en 1 día”, le señaló la fiscal, pues se gastaron 113.000 euros de una tacada en publicidad. Fue en una de ellas, por valor de 5.000 euros bajo el epígrafe genérico de “cuñas de radio” cuando se descubrió el “pastel”: “No es mi firma”, denunció Lourdes Palomar.
La funcionaria puso todas las pegas que pudo al continuo desaguisado pero la publicidad “crecía exponencialmente” porque “se publicitaba todo, se vendía todo”. Por contra, los servicios eran penosos: baja calidad, retrasos, falta de diligencia. “Pero había un concejal por medio, Ramón Losada, y Guillermo Ortega trabajaba directamente con ellos y las propuestas partían directamente de alcaldía. Solo pudo exigir más rigor en las prescripciones técnicas y la valoración de precios que ella rubricaba, pero otras firmas eran de Ramón Losada y Carmen Quijano, hasta el punto de que se gastaron 2.500 euros en un logotipo cuya contratación correspondía a su gabinete de prensa. Entre las empresas que figuraban como supuestas competidoras que luego no eran tales señalaron una que representaba una tal “Carmen García Moreno”. Y así concluyó su pesadilla Lourdes Palomar, con sus 33 años como funcionaria a sus espaldas.