FELIX G. PEDROCHE. *Economista. Militante del Partido Popular (PP). El trinomio Recapitalización de la Seguridad Social, Bienestar de la 3ª Edad, Vivienda Accesible para la emancipación de los jóvenes, está formado por elementos que son complementarios (no excluyentes). En este artículo elaboro una propuesta económica para acometer este triple problema social de fondo que en estos momentos soportan grandes capas de la sociedad, formadas sobre todo por los mayores, en la última etapa de su vida, y por los jóvenes, incapaces de alcanzar su ansiada emancipación del hogar paterno. Todo ello viene a cuento de la noticia conocida por el portal inmobiliario «Idealista«, que informaba este 25 de enero (2023) que la Seguridad Social ya puede ceder el uso de sus 1.000 inmuebles vacíos a otras administraciones porque el Gobierno ha aprobado una reforma del Real Decreto sobre el patrimonio de la Seguridad Social para facilitar el uso de inmuebles vacíos, mediante adscripción, cesión y enajenación, tras su aprobación por el Consejo de Ministros.
La Seguridad Social, como consecuencia del continuo descenso de la natalidad y del aumento de la edad de vida de los mayores, viene soportando desde hace tiempo un déficit ancestral de acumulación de capital. Este se manifiesta a todas luces insuficiente para acometer dentro de su erróneo «Sistema de Reparto«, la necesaria distribución en forma de pensiones, generando un importante déficit en esa «hucha». El «agujero» ha de afrontarse con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, ahondando su problemática escasez de recursos para atender otras áreas de vital importancia, como son la Sanidad y la Educación Públicas. Como solución de compromiso social, propongo implementar un sistema de recapitalización de la Seguridad Social, tendente a equilibrar la «hucha de las pensiones», acometiendo a la vez dos problemas que actualmente soportan los dos colectivos pasivos más importantes que tenemos (jóvenes y mayores). Los primeros son incapaces de lograr su emancipación del núcleo familiar paterno, y por lo tanto están desmotivados y desviados de lo que debería ser la iniciación de su proyecto de vida personal. En consecuencia, con ello aumentan la tasa de consumo de alcohol y drogas. Los segundos, los mayores, lejos de lograr un digno descanso como colofón a su dilatada travesía laboral, han de soportar la escasez debida a una pensión insuficiente durante su jubilación activa y miserable cuando finalmente ingresan en la Residencia de Ancianos, para acabar sus últimos días sufriendo el maltrato alimentario y la falta de atención personal.
Todo gira en torno a ese ahorro habitual que el trabajador ha realizado, durante su vida laboral activa con la hipoteca de su vivienda. Veamos: el «pleno dominio» de la propiedad se compone de «usufructo» y «nuda propiedad«. Normalmente la persona mayor no desea moverse de su vivienda durante la etapa de jubilación activa (se vale por sí misma). Podría, por lo tanto, complementar su escasa pensión de la Seguridad Social con una renta derivada de la cesión de la «nuda propiedad» a la Seguridad Social a cambio del aumento en su nivel de pensión, siempre calculado en función del valor de la «nuda propiedad» y de la edad del causa-habiente. Finalmente, una vez el pensionista requiere de cuidados asistenciales ingresando en la Residencia de Mayores, la Seguridad Social rescata el «pleno dominio» de la propiedad, tras la incorporación del «usufructo» ya liberado. Estas viviendas pasarían al Patrimonio de la Seguridad Social, que podría ir transformando en rentas de alquiler social reducido, destinadas al colectivo de jóvenes emancipados, transformando la tipología de la vivienda a módulos de 1 ó 2 dormitorios, que sólo funcionarían en régimen de alquiler reducido para jóvenes menores de 35 años, y determinadas circunstancias de renta personal, en función del IPREM.