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Mariano Escribano (Majadahonda) «fue llevado a un campo de concentración francés ubicado cerca de París. Luego supieron que se lo llevaron preso los alemanes a uno de los campos de exterminio alemán donde llevaron a miles de españoles durante la Segunda Guerra Mundial. Dicho campo fue construido en 1938 en una colina cercana al núcleo urbano de Mauthausen, pueblo de la Alta Austria ubicado en la ribera del Danubio»
CARMEN PONTE DE CHACÍN. La situación de Mariano Escribano fue distinta, pues alejado de la familia (esposa e hijos) debió huir a Francia, y como militar, fue llevado a un campo de concentración francés ubicado cerca de París. Luego supieron que a su padre se lo llevaron preso los alemanes a uno de los campos de exterminio alemán donde llevaron a miles de españoles durante la Segunda Guerra Mundial. Dicho campo fue construido en 1938 en una colina cercana al núcleo urbano de Mauthausen, pueblo de la Alta Austria ubicado en la ribera del Danubio. Allí llevaron detenidos a la mayor parte de los españoles republicanos que estaban en la Francia ocupada después de la Guerra Civil española e inicios de la segunda Guerra Mundial. Señala su hija Soledad Escribano que una vez que llegaron a Francia con su madre, Victoria Casado, se trasladaron a un centro de acogida en la ciudad de Montauban, ciudad situada en el corazón del suroeste de Francia. Al llegar allí les dieron una colchoneta elaborada con tela de coleta rellena con hojas de maíz para dormir en el suelo y una cobija para taparse. Al respecto Soledad dice: “Cuanta hambre, frío y humedad pasamos bajo esas tiendas. Las condiciones de vida fueron muy malas durante los primeros días invernales, pues las temperaturas eran muy bajas y teníamos que estar unos pegados a los otros para tratar de calentarnos”.
“YO TENGO UN PERIÓDICO QUE DICE: «SANGRE EN LAS VENAS TIENEN LOS EXILADOS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA”. Al poco tiempo de llegar a Montauban, su madre empezó a trabajar limpiando en las casas, allí cosía, remendaba y lavaba ropa, ante lo cual indica: “las sábanas eran blancas de lino, mi madre las lavaba a mano, cuando llegaba a casa nos decía que las manos le dolían del frío y por el esfuerzo para lavarlas”. Mientras, a Soledad le tocaba cuidar de los niños más pequeños. Algunas veces trabajaba en las vendimias recogiendo uvas y otras frutas. También aprendió a tejer y hacia suéteres para los soldados. Un año después, ya pudo ir a la escuela de adultos y aprender el francés, para ese entonces, ya tenía 14 años, en plena adolescencia etapa de la vida humana con cambios físicos y mentales. Sin embargo, Soledad pudo salir de Francia sin evidencias de tener cambios psicológicos graves, aunque sí continuó su vida con algunos temores, algunos buenos recuerdos de lo que fue su experiencia vivida y otros dolorosos. Afortunadamente, la mamá de Soledad no permitió que la separaran de sus hijos. Un año después, en Montauban, Soledad se puso a trabajar con un sastre de nombre “Pepe Fernández”, originario de Galicia. Según indica, su mejor amiga también era española y se llamaba Mercedes, ella también trabajaba allí. El lugar era muy visitado por españoles que se habían exilado y trabajaban en campos franceses, señala Soledad al recordar esta nueva etapa en su historia de vida.
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Varios libros recogen la vida de los españoles en el campo de concentración de Mauthausen (Alemania), donde estuvo el majariego Mariano Escribano
“COMO SABÍA QUE LOS ESPAÑOLES VENÍAN A PASAR EL TIEMPO, MIS HERMANOS Y YO ÍBAMOS ALLÍ CON FRECUENCIA, Y YO SABÍA QUE VENÍAN POR MÍ”. Generalmente, los jóvenes que como Soledad habían pasado de España a Francia, hacían meriendas a orillas del río Trianón, lugar donde pasaban momentos gratos de esparcimiento. Se bañaban y cantaban. Otras veces iban al cine. Comenzó a trabajar pasando hilos en los trajes, luego aprendió a hacer ojales a los paltos. Los planchaba usando una plancha de carbonilla. Su amiga Mercedes se enamoró y se casó con Pepe el sastre. Fue aquí donde conoció a Argimiro, quien iba especialmente a verla. Al pasar el tiempo, un amigo le dijo: “Tú le estás absorbiendo los sesos a mi pupilo”. Argimiro tenía 7 años más que ella y un día habló con su mamá y le dijo que había pedido los papeles de soltería para desposarla. Con mucha alegría Soledad nos narra: “Me casé a los 17 años, mi hija tiene mi partida de matrimonio en francés”. Su primer hijo, Francisco, nació en 1943 cuando ella tenía 18 años y luego nació Vicente en 1947, ambos en Montauban. Argimiro Diez era un joven español de Barruelo de Santullán (Palencia), hijo de Ursicio Diez y de Manuela Ibáñez. Del matrimonio de Soledad y Argimiro nacieron 3 hijos: Francisco, Vicente y Dalia. Sus hijos se casaron en Venezuela y de ellos tiene 8 nietos y 8 bisnietos.
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«Asturias», el minero que ayudó a esclavizar a 7.421 españoles en Mauthausen y fue ejecutado. La historia del republicano que para sobrevivir entre tanta muerte fue un verdugo más. Por ello fue condenado a muerte y ejecutado en Dachau. Hubo otros 4 casos de españoles, aunque se salvaron de la horca.
A SU ESPOSO ARGIMIRO LO CONTRATARON LOS ALEMANES PARA TRABAJAR EN BIARRITZ, en la construcción de fortificaciones de protección para evitar que las tropas aliadas de Rusia y los norte-americanos pudieran invadir a Francia. La familia Diez-Escribano se residenció en esa ciudad, luego decidieron llevarse a vivir con ellos a Vicente Escribano, uno de los hermanos menores de Soledad, para que la acompañara mientras Argimiro trabajaba. “Un día lunes, como a la 2 de tarde, comenzó un bombardeo, en uno de los refugios cayó una bomba y murieron todos los que estaban en el refugio, esta fue una vivencia muy angustiosa y triste”. Ante este recuerdo Soledad refiere: “Nos salvamos porque cuando mi hermano y yo con Paquito salíamos para el refugio, una vecina llamada Paquita nos dijo que no fuésemos para el refugio, que nos quedáramos con ella en su vivienda. Fue un momento milagroso que nos salvó la vida”.
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De los 7.532 españoles internados en el campo de concentración nazi de Mauthausen, 2.335 sobrevivieron y 4.435 fallecieron. 762 quedaron en ignorado paradero porque hay fallecidos que no aparecen o internos no inscritos.
A RAÍZ DE ESE ACCIDENTE, SU HERMANO VICENTE RETORNÓ A MOUTAUBAN POR MIEDO A LOS BOMBARDEROS. Al respecto, la prensa destaca que el 27 de marzo de 1944, el Ejército norteamericano bombardeó Biarritz y parte de Anglet, localidades ocupadas por los nazis desde 1940. Ese día, 150 civiles perdieron la vida, entre ellos 4 niños. 250 personas resultaron heridas y cerca de 400 casas resultaron destruidas o dañadas por la descarga de 45 toneladas de explosivos. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1945), Soledad con Argimiro y con 2 de sus hijos, recibieron la noticia de la liberación de algunos prisioneros sobrevivientes de Mauthausen y de otros campos alemanes. Llenos de optimismo, ella y su mamá siempre iban a la estación del tren para esperar el momento de arribo de su padre. Lo hacían, al principio consecuentemente, todos los días, luego cada cierto tiempo, hasta que pensaron que había muerto y no volvieron a ir.
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En enero de 1945, los campos, dirigidos desde la oficina central en Mauthausen contenían 85 000 prisioneros. Se desconoce el número exacto de víctimas, aunque la mayoría de las fuentes las cifran entre 122.766 y 320 000 en todo el complejo.
UNA VEZ LIBERADO DEL CAMPO DE MAUTHAUSEN POR LOS RUSOS, su padre viajó desde Austria hasta París y fue allí donde una señora de la Cruz Roja Internacional le manifestó a Mariano que su familia vivía en Montauban. Fue de esta manera como Mariano se dirigió a esta ciudad, pero en el andén del tren no lo estaban esperando. Allí lo orientaron para encontrar a su familia. Una noche llegó al hogar y su madre Victoria y ella no lo reconocieron por los dramáticos cambios físicos que presentaba. La familia estaba reunida nuevamente. Al mismo tiempo, con el fin de la guerra, un gran número de españoles republicanos prolongó su exilio sobre el suelo francés. De esta manera, Soledad y su esposo emprendieron una fábrica de calzado. Como no habían zapaterías, se dedicaron a hacer alpargatas conjuntamente con un amigo de ambos. Las hacían con rafia, y según nos describe, se preparaba la cuerda y se construían las suelas con un molde de madera para darle forma. Al respecto Soledad dice: “yo bordaba las alpargatas de mujer”.
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«En vista de la cantidad de refugiados de todas las nacionalidades que llegaban a la zona y que el 50% de las ganancias de su fábrica tenían que dárselo al Partido Comunista, la desilusión hizo presa de ellos. Fue así como Soledad Escribano y su esposo, con 2 de sus hijos, decidieron venir a Venezuela, saliendo desde Montauban en tren a París. Desde allí tomaron el avión rumbo a un nuevo destino: Venezuela. La ruta fue: Islandia, Montreal, Nueva York, San Juan de Puerto Rico y arribaron a Maiquetía, puerta de entrada a Caracas, el 25 de diciembre de 1948″
LA RESISTENCIA CLANDESTINA AL NAZISMO Y EL “IMPUESTO COMUNISTA” DEL 50%. Al igual que muchos otros españoles, participaron en movimientos clandestinos en contra de los alemanes, conocidos como los Maquis: “Guerrilla francesa de resistencia contra la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial”. Al mismo tiempo, un grupo comenzó a pensar en salir de Francia. En vista de la cantidad de refugiados de todas las nacionalidades que llegaban a la zona y que el 50% de las ganancias de su fábrica tenían que dárselo al Partido Comunista, la desilusión hizo presa de ellos. Fue así como Soledad y su esposo, con 2 de sus hijos, decidieron venir a Venezuela, saliendo desde Montauban en tren a París. Desde allí tomaron el avión rumbo a un nuevo destino: Venezuela. La ruta fue: Islandia, Montreal, Nueva York, San Juan de Puerto Rico y arribaron a Maiquetía, puerta de entrada a Caracas, el 25 de diciembre de 1948. Para esa época gobernaba una Junta Militar (1948-1952) y la situación económica era muy crítica. Al respecto Soledad Escribano señala: “sólo portábamos 200 dólares, 2 maletas y 2 hijos, por lo que fue muy difícil emprender una actividad económica en esta nueva tierra para nosotros. Mi esposo y otro de los españoles que vino con nosotros se dedicaron a la actividad de lavandería de ropa». ÚLTIMO CAPÍTULO (Y IV): EXILIO, EMPRENDIMIENTO Y PROSPERIDAD DE LA FAMILIA ESCRIBANO EN VENEZUELA.