Juan Cano, 67 años, y su mujer Dolores González, de 72

LIDIA GARCIA. «Yo fui a Madrid a una operación de un brazo de mi hija, que vive en Toledo pero trabaja en Madrid; creo que me contagié en el Hospital de Majadahonda. Mi hija no ha pasado ni ha tenido síntomas del coronavirus», recuerda desde la cama de la habitación que comparte con su mujer en el hospital de Zafra. Tras visitar a su hija en Toledo, volvió a Los Santos y a los pocos días se sintió mal y llamó a urgencias del centro de salud. Le dijeron que era gripe y que tomara paracetamol. Ya estaba decretado el estado de alarma y había tomado mis precauciones en las salidas a la compra o a la farmacia; con todo, tanto mi mujer como yo empeoramos y llamamos a mi médico Eduardo Berciano quien, tras comunicarle que teníamos fiebres altas desde hacía varios días y que desde el 15 de marzo llevábamos con paracetamol, nos dijo que nos fuéramos en mi coche al Hospital de Zafra pues él se encargaría de todo». El periodista Lucio Poves del diario «Hoy» de Badajoz narra una historia de esperanza, la de Juan Cano, 67 años, y su mujer Dolores González, de 72, que ingresaron a finales de marzo (2020) en el Hospital de Zafra por coronavirus. Viven en Los Santos y afortunadamente ya están fuera de peligro. Permenecerán hospitalizados al menos una semana más.


«A Juan es fácil verlo pasear con su perrito por las calles del pueblo; su mujer casi siempre está en casa. Juan colabora con los grupos de la parroquia y forma parte de los de Lectores y Monitores de asambleas familiares. Es un poeta ya consagrado con libros editados y, no hace mucho, presentó un libro de poemas y un trabajo sobre el «Capricho de Cotrina» en unas jornadas históricas. «El lunes pasado (30 de marzo 2020), llegábamos mi mujer y yo al hospital en mi coche y enseguida nos aislaron en una habitación y empezaron los tratamientos«, añade el afectado, que mantiene la siguiente entrevista: ¿Qué síntomas tenía? –Ahogo, y como si me hubieran dado una paliza, fiebre alta, pinchazos en la garganta… estábamos bastante mal. ¿Y ahora justo cinco días después, cómo se encuentra? –Pues como si le hubieran dado una vuelta a un calcetín; estamos mucho mejor, nuestra saturación de oxígeno en sangre es casi el cien por cien y, como ves, ya puedo hablar sin ahogos y no tengo la presión pulmonar. Yo digo que gracias a Dios y a la medicina hemos salido para adelante. ¿Cómo ha sido la vida en el hospital? –Ten en cuenta que nos vienen a visitar solo para medirnos las constantes y la enfermera que entra tarda 20 minutos en ponerse el traje adecuado que luego, en parte, ha de desecharse. Con mi mujer al lado ha sido pasable, pero en soledad esto es muy duro. Además se te quitan las ganas de comer…. Lea la entrevista completa.

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