JULIA SAEZ-ANGULO. Miguel Ángel Ramos Lázaro (Salamanca, 1942) es aparejador y licenciado en Ciencias Económicas. Su actividad profesional ha sido totalmente práctica en todos los ámbitos que ha participado. Como aparejador ha trabajado en empresas constructoras e inmobiliarias; también en instituciones públicas y en actividad libre profesional, que le relacionó durante más de 40 años con el área tecnológica. La experiencia económica la desarrolló en la empresa CAMPSA en diversos departamentos, desde el de Administración, Informática, Presupuestos y Control de Gestión, y como director de Desarrollo de Recursos Humanos, participando con este cargo en la creación de Repsol. Una vez cumplido el Plan Estratégico que acababa con CAMPSA, pasó a trabajar en Banesto como director de Obras y Mantenimiento. Tras la intervención de este banco se dedicó al trabajo por su cuenta creando una empresa dedicada a la Asesoría Económica, Financiera, Fiscal y Laboral, que funcionó durante 25 años hasta su jubilación. Es miembro del Ateneo de El Escorial y actualmente es conferenciante en diversos foros. Se ha especializado en el estudio del filósofo José Ortega y Gasset y, sobre todo, en su paso por El Escorial.
Lo suyo es la Economía. ¿Valía más el Escorial en tiempos de Felipe II que ahora? –Según un estudio hecho por Pedro Schwartz en 2010, este Doctor en Economía hace una valoración para la construcción del Monasterio: “los 6,2 millones de ducados que costó en su día El Escorial equivaldrían hoy a 545,1 millones de euros”. Este valor parece ridículo para nuestros tiempos, difíciles de equiparar en poder adquisitivo equivalente. Pero sobre todo habría que señalar que técnicamente hoy no podría construirse ni siquiera parecido, con lo cual el valor es histórico y sería tanto como querer saber el valor del cuadro de “Las lanzas” de Velázquez o “El Quijote” de Cervantes. Hoy no se trabaja la cantería con la misma técnica, por ejemplo. Podemos decir con ello que no son comparables los costes de edificación de hoy con los del siglo XVI.
¿Fue Felipe II buen ecónomo y administrador? –Este punto es, quizás, el más comprometido de los diferentes que me hace en esta entrevista. Y lo es porque los historiadores han interpretado la economía que llevó a cabo con unos criterios de valor fuera del contexto y de las escalas de valor que pretendieron Carlos V y Felipe II. Sí podemos decir que en economía el hijo es continuador del padre. Ambos llevaron a cabo una idea de Imperio y de Cristianización que no tiene ninguna comparación con los criterios económicos desde la Ilustración. A pesar de ello, sí quiero contestar comprometiéndome personalmente con mi apreciación. Los costes de dicho Imperio fueron de tal magnitud que exigieron recursos financieros abundantes. Y los consiguieron de todos los puntos donde podían alcanzar: recursos de Castilla, recursos de América y recursos de los grandes financieros: alemanes, genoveses, florentinos portugueses e incluso de mercaderes judíos.
¿Y las quiebras? –Supo llevar a cabo en los momentos más difíciles el instrumento de la “Suspensión de pagos” o mal llamada quiebra porque un Estado nunca quiebra, un Estado no desaparece como desaparece la empresa que quiebra. Esas suspensiones de pagos fueron cuatro, la primera heredada de su padre y la cuarta trasladada a su hijo Felipe III. En resumen, podríamos decir que fue un gran financiero para conseguir el objetivo que perseguía: el Imperio romano germánico de su padre y el mundo cristianizado de su época. No podemos caer en el olvido de que en su época floreció la primera escuela económica mundial, que fue la “Escuela de Salamanca”, cuyas doctrinas se vuelven a recoger hoy cada vez que se produce una crisis financiera mundial: el monetarismo y el mercado.
¿Dónde radicaba la riqueza de El Escorial en el siglo XVI y dónde ahora? –El valor de El Escorial en el siglo XVI está en que representa el símbolo de un mundo con unos valores éticos y de fe que hoy no existen ya. Fue y sigue siéndolo el símbolo de un siglo de Imperio Español. Sólo este concepto, y lo llamo concepto porque es sinónimo de una idea que fue realidad en su día, debe llenarnos de orgullo a todos los que sentimos como propia la historia de nuestros antepasados. Creo que es el símbolo identitario de nuestra patria, aunque a algunos les duela. Ese es el valor actual del Monasterio. ¿El hecho de ser Real Sitio de El Escorial añade pompa y carácter al lugar? –Indudablemente el Real Sitio da un carácter histórico, de nuestra mejor historia, al lugar y a los que aquí vivimos, porque somos los mantenedores de esa memoria pasada. Aquí quisiera añadir un apunte de deseo y de proyecto para el futuro. Hasta hace poco tiempo era el centro de atracción para ilustres personajes de nuestra cultura, hoy debemos conseguir que siga siéndolo y podamos disfrutar de la presencia de los actuales ilustrados o intelectuales, como quiera llamárseles.