«¿Dónde está la dicha absoluta que imaginábamos? Con frecuencia, la realidad no se ajusta a nuestras proyecciones. Descubrimos que aquello que nos prometía la felicidad no es más que una nueva etapa con sus propias dificultades y sinsabores. El éxito no elimina la incertidumbre, el amor no es inmutable, la estabilidad puede tornarse monótona. Y entonces comprendemos que la plenitud no está en la llegada, sino en el trayecto mismo», reflexiona Miguel Sanchiz, que tenía hasta cuenta en Twitter antes de convertirse en X y cumple 92 años el martes 1 de abril (2025)

MIGUEL SANCHIZ. (29 de marzo de 2025). Atlas de Geografía Humana. Reflexión a los 92 años. El camino es la esperanza, llegar, el desengaño. La vida, en su transcurrir incesante, nos empuja a caminar. Avanzamos con la promesa de un destino que, aunque incierto, se erige como meta, como faro en la bruma de la existencia. En ese trayecto, la esperanza es el motor que nos impulsa. Nos sostiene la ilusión de que, al final del recorrido, encontraremos la plenitud, la satisfacción, el descanso. Sin embargo, ¿qué sucede cuando finalmente alcanzamos aquello que tanto anhelábamos? ¿Por qué el sabor de la llegada suele estar impregnado de desengaño? Desde la infancia, aprendemos a desear. Nos enseñan que la vida es una sucesión de logros, de estaciones que debemos alcanzar: el éxito profesional, el amor ideal, la estabilidad, el reconocimiento. El camino hacia ellos nos llena de expectativas y nos brinda una razón para continuar. Nos aferramos a la esperanza porque en ella encontramos sentido, porque en la espera habita la emoción del porvenir. No obstante, cuando al fin alcanzamos lo que tanto ansiábamos, suele asaltarnos una sensación de vacío. ¿Era esto todo? ¿Dónde está la dicha absoluta que imaginábamos? Con frecuencia, la realidad no se ajusta a nuestras proyecciones. Descubrimos que aquello que nos prometía la felicidad no es más que una nueva etapa con sus propias dificultades y sinsabores. El éxito no elimina la incertidumbre, el amor no es inmutable, la estabilidad puede tornarse monótona. Y entonces comprendemos que la plenitud no está en la llegada, sino en el trayecto mismo.

Atlas de Geografía Humana, por el periodista Miguel Sanchiz

EL DESENGAÑO NO ES, NECESARIAMENTE, UNA DERROTA. ES UNA LECCIÓN. Nos revela que la felicidad no es un punto de llegada, sino una forma de andar. Quien solo vive para el futuro, para el destino final, olvida que la vida sucede en el presente, en cada paso dado, en cada obstáculo superado, en cada instante de lucha y descubrimiento. Así, el camino se convierte en la verdadera esencia de la existencia. En él nos encontramos con la incertidumbre, con los sueños, con el aprendizaje, con los pequeños momentos de felicidad que no dependen de la meta, sino de nuestra capacidad para disfrutarlos. Quizá el gran error humano sea creer que al llegar habremos conquistado la dicha definitiva. Tal vez la verdadera sabiduría radique en aprender a caminar sin ansias de llegada, en encontrar en el andar mismo la plenitud que tanto buscamos. Porque, al final, es en la búsqueda donde realmente vivimos, y no en la meta que nos habíamos trazado. El verdadero sentido de la vida no es alcanzar un destino, sino saber apreciar el viaje en toda su complejidad, con sus luces y sombras, con sus ilusiones y desencantos.

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