Naufragio colectivo del Rayo Majadahonda en Ceuta (5-1)

FEDERICO MTNEZ. Nada hacía presagiar en el Alfonso Murube de Ceuta que este domingo 19 de febrero (2023) el Rayo Majadahonda se iba a ir de vacío después de haber terminado la primera parte con 0-0, dominando el juego y con un cabezazo de Alayeto que falló a puerta semivacía lo que puso ser el 0-1. Bien es cierto que el central Pelayo se «tragó» un balón fácil que a punto estuvo de inaugurar el marcador por la pericia del delantero ceutí al meterle el pie, pero el partido se veía apacible y sin grandes sobresaltos. Algo pasó en el vestuario en ese descanso que el Rayo Majadahonda salió con una pájara de las que hace época, transitó dormido por el terreno de juego y empezaron a caerle goles como churros, con una zaga pueril y a cual peor defendida. El resultado, así las cosas, era el de esperar: se llevó 5 goles en la segunda parte y pudieron ser 6 ó 7 porque cualquier ataque ceutí daba la impresión de poder encontrar portería. Tan solo el «gol del honor» de David Rodríguez evitó aún más el merecido sonrojo que todos los futbolistas y aficionados estaban pasando ante este deprimente espectáculo. 


 

El «falso colista«, como lo habíamos bautizado en la previa del partido (lleva 4 partidos ganados y 1 empate en los últimos 5 partidos), supo entrar mejor y acertarlo todo en esa segundas mitad. Ganó todos los balones divididos, combinó mejor, tuvo profundidad y además gol. Enfrente, todas las líneas hacían aguas. El portero Lucho puede que cuajase la peor actuación de su carrera deportiva, regalando los dos primeros goles, el primero con un disparo raso lejano que es cierto que saltaba como un conejo pero al que se lanzó tarde y mal colocado. El segundo forzando un penalty al salir a despejar como un tranvía, arrollando a un futbolista que ya venía suelto al zafarse de Alayeto, Héctor y Pinillos con un solo toque en el área pequeña pero al que no se le veía con peligro de gol. La defensa obsequió los 3 tantos siguientes: el tercer gol con un desajuste en el centro entre Pinillos y Pelayo, que dejan un agujero del tamaño de un túnel, ayudado además por un desafortunado despeje al que Lucho tampoco cubre bien su palo más cercano. En el cuarto toda la zaga se escora hacia la izquierda yendo detrás de una gacela ceutí que además venía suelta y libre desde el centro del campo.

Luego llegaría el honorífico tanto de David Rodríguez, también de bella y certera factura, raso al palo largo a pase de Nando, que recupera un balón imposible en la línea de fondo. Y ya el quinto gol, una diana de «opereta» bufa: 9 jugadores rayistas defendiendo en su área un saque de falta, pero la jugada de estrategia con doble toque los descoloca de tal forma que se quedan mirando al cielo viendo correr el balón de un lado a otro, Y al cuarto toque introducen la quinta banderilla a un astado que ya venía moribundo y maltrecho. El partido terminó entre los olés de un público que coreaba los continuos rondos de sus jugadores antes los rayistas, dando la impresión de pedir la hora reclamando el final de aquel infierno. En definitiva, un mal día que acaba con naufragio en aguas del Estrecho y solo la esperanza de que el próximo domingo a las 6 de la tarde el Talavera pague los platos rotos de su vajilla ante semejante desastre y despropósito.

No obstante, viendo lo que ocurre en los partidos de casa, mejor será tentarse la ropa, volver a perder la condición de favoritos y encomendarse a Santa Elena (la del santoral y también la del entrenador) para que este partido solo se quede en una horrible pesadilla que hay que olvidar lo más pronto posible. Puntuaciones: lo mejor de toda esta debacle es que fue colectiva. Esta plantilla sale del hoyo y brilla o se ciega y hunde, pero siempre conjuntamente, no se salva ninguno en solitario ni se señala a nadie en concreto. Al menos hay vestuario. Fallaron todas las líneas y todos los jugadores, a cual peor. Los cambios tampoco resolvieron nada. Y así las cosas, toca volver a casa con la ropa mojada, cambiarse de vestimenta, pensar y descansar porque el Talavera no vendrá a regalar nada y cuidará su cerámica para que no se le rompa ni un solo plato.  

Majadahonda Magazin