J. FEDERICO MTNEZ. El Rayo Majadahonda no pudo pasar del empate este sábado en el Cerro del Espino ante el Córdoba en un partido agónico que incluso pudo perder si los andaluces no marran una ocasión en las postrimerías del partido que se estrelló en el palo. Ni siquiera con la expulsión del cordobesista Loureiro que dejó a su equipo con 10 pudo el Rayo Majadahonda a un Córdoba bien ordenado, en muchos momentos jugón, que vino al Cerro con la piel de cordero y vestido de faralaes (se celebra la feria en su ciudad y el entrenador, ya descendido, ni siquiera prohibió a sus jugadores la asistencia a la misma) pero el equipo rayista cayó en los errores de siempre: escasa verticalidad, nulidad atacante, demasiados pases y poca profundidad. Para colmo de males, lesiones de Manu del Moral y Luso que les hacen ser dudas para el partido a vida o muerte que se disputa la semana que viene en Oviedo. Iriondo había introducido cambios en el equipo comenzando por la portería, sentando a Basilio y sacando a Cantero, que estuvo seguro. Sin embargo fue el ex castillista Carlos Abad, guardameta visitante, quien estuvo inconmensurable y lo paró absolutamente todo junto con su ordenada y contundente defensa.


J. Federico M.

En la zaga, el Rayo esta vez no tuvo grandes errores de bulto, con un Verdés al más puro estilo Sergio Ramos y un Morillas que dejó regates de calidad sorprendentes en un zaguero. Sin embargo, los locales no se llevaron los 3 puntos porque los jugadores habitualmente decisivos no aparecieron: Iza Carcelén, con sus destellos de calidad, no frecuentó mucho el área. Tampoco Fede Varela dio uno de sus habituales recitales. Ruibal, que reaparecía, hizo gala de sus peores defectos: excesivo individualismo. Y Enzo Zidane, que tuvo pases de calidad, fue sustituido en la primera mitad.

Tampoco estuvieron a la altura que el encuentro requería Oscar o Benito, casi siempre brillantes, que realizaron un partido gris. Los cambios tampoco dieron resultado y ni Héctor ni Dani Romera pusieron en aprieto alguno la portería rival. En definitiva, la ansiedad y los nervios, junto con el calor y las dudas provocaron un nuevo paso atrás del Rayo Majadahonda en el peor momento de la temporada, lo cual deja su permanencia en manos del Tenerife y Lugo, que juegan este domingo y tampoco lo tienen fácil frente a Oviedo y Extremadura. Rayo Majadahonda: Ander (2); Luso (2) (Héctor (0), Verdés (2), Morillas (2); Iza (1), Enzo (1) (Manu del Moral, m. 46 (1) (Dani Romera, m. 60) (0), Óscar (1), Verza (1), Benito (0); Fede Varela (0) y Aitor Ruibal (0).

Zacarías M.-Maíllo

ZACARIAS M. MAILLO. Un impotente Rayo Majadahonda, directo a Segunda B sería mi titular porque nadie entre la afición del Rayo Majadahonda entendió la alineación de Iriondo en un partido que tenía que ganar sí o sí para evitar el descenso a Segunda B, al sacar un solo delantero, el reaparecido y desdibujado Aitor Ruibal, y perseverar tozudamente en esa línea de contención hiperpoblada, con tres defensas centrales, Luso, Verdés y Morillas, los dos carrileros de siempre, Benito e Iza, y cuatro centrocampistas, Fede Varela, Enzo, Verza y Oscar Valentín. En otras palabras, una alineación claramente conservadora en el partido más importante de toda la temporada, frente a un descendido como es el Córdoba y el día en el que el Rayo se despedía con su equipo de su afición.

El primer tiempo fue anodino e insulso, sin ocasiones dignas de destacar, sin llegadas a puerta por parte de ninguno de los dos equipos. La emoción que se palpaba en el ambiente del Cerro del Espino brotaba más por la incertidumbre (por no decir terror) que por el habitual juego vistoso. Pero solamente en dos jugadas a balón parado fue capaz el Rayo, no de inquietar la portería visitante, sino simplemente de asomarse al área: fue en los minutos 20 y 40, en dos saques de falta de Verza que remataron de cabeza Verdés y Luso respectivamente. Justo cuando quedaban unos minutos para el final de los primeros 45 minutos Verdés remató de cabeza al palo tras un saque de esquina, en lo que fue la única ocasión auténtica de la primera parte.

En la reanudación del encuentro, tras el descanso, Iriondo tiró la casa por la ventana y sustituyó al indolente Enzo por Manu del Moral, pero se lesionó a los pocos minutos en su tercera carrera por la banda izquierda, debiendo dar entrada a Dani Romera en su lugar. En la segunda parte la parroquia majariega se frotaba los ojos porque no daba crédito a lo que veía: dominio absoluto del Córdoba. Así, en el minuto 64 la defensa rayista sacó en línea de gol un remate cordobés a bocajarro y en el 88 el palo repelió un disparo desde fuera del área de Andrés Martín.

Con la lesión de Luso, saltó al terreno de juego el delantero centro Héctor y con la expulsión de Loureiro las cosas empezaron a cambiar, pero ya era demasiado tarde. Tres delanteros como Ruibal, Héctor y Dani Romera, servidos exclusivamente por Fede Varela, acosaron el área visitante sin mucho éxito, salvo en un córner que remató Morillas de cabeza picando el balón al palo derecho, lo cual mereció un enorme paradón del portero cordobés, que tuvo una más que meritoria actuación. La afición se preguntaba cómo era posible que el Rayo Majadahonda hubiera dilapidado la ventaja que tenía después de una magnífica primera vuelta en los últimos seis o siete partidos, pero acto seguido se resignaba a pensar que esta temporada había sido un sueño demasiado efímero, digno de ser vivido. Ya solo queda esperar a que Tenerife y Lugo tropiecen y que el Rayo gane en Oviedo el próximo fin de semana para esperar el milagro de la salvación. Confiemos.

Majadahonda Magazin