FELIX G. PEDROCHE. Estas son unas meras reflexiones sobre política, consecuencia del desgraciado periplo de un militante del PP de Majadahonda, donde accedí hace 25 años con gran ilusión por aportar ideas y propuestas de mejora de orden social asistiendo en representación como compromisario ante los Congresos del Partido Popular, restando una ingente cantidad de un «tiempo de oro» a mi actividad profesional, para finalmente quedar desengañado por la desidia y el ninguneo de la maraña corrupta de sus redes clientelares majariegas, ante el gran muro de «intereses creados» y la ausencia total de democracia interna gestada por el aparato político «pepero» de Majadahonda. Algunos creen que en España hay socialdemócratas, conservadores o liberales: se equivocan. El Estado español es una «estructura de saqueo y expolio a las clases medias, con un sistema impositivo cuyo único objetivo es robar todo lo posible a la parte «productiva» de la sociedad. El sistema impositivo explota, saquea y roba, con un impresionante despliegue técnico, humano y propagandístico. En Hacienda están los mejores profesionales, tienen los mejores ordenadores, el resto de la administración son servicios auxiliares de Hacienda. El dinero recaudado va a dos grupos: a) una clase dirigente y b) una red clientelar de electores que le da soporte. Esas clases privilegiadas, partidos políticos, sindicatos, altos funcionarios y algunas grandes empresas, tienen por objeto maximizar el expolio mientras que se desprecia y se subestima el propio sistema productivo.
Se desprecia al empresario de éxito, se entorpece la innovación y se impone un esquema de valores en el que el enriquecimiento honrado es moralmente criticable. El desarrollo del régimen actual nace en los 80 con el PSOE. Sus primeras acciones se orientaron a invadir el sistema educativo, inflar la administración, dar a los políticos el control de las cajas de ahorro, mientras desindustrializaba el país. A la vez se diseña un sistema para que los políticos continúen cobrando de los consejos de administración de las grandes empresas que en muchos casos sirven de enlace con la clase política. De 800.000 funcionarios se ha pasado a casi 3 millones y medio, de los cuales Sanidad y Educación representan un millón doscientos mil, con una clara inflación de centros universitarios, mala calidad educativa y un gasto sanitario por habitante más bien bajo. El PP cuando toma el poder no desmonta todo el aparato de saqueo que se encuentra sino que se aprovecha de él, simplemente toma el relevo. A todo esto hay que añadir un cuarto poder: los medios de comunicación, que en la práctica no son más que un formidable aparato propagandístico de una clase en la que el sentido crítico, el análisis imparcial y la objetividad han desaparecido por completo mientras toma su parte de los presupuestos públicos.
Como el dinero que da la economía del país se viene corto, se ha ido generando un enorme endeudamiento público que pone al país a merced de sus acreedores y absorbe el ahorro privado. El español medio, un auténtico ignorante político, permite que se utilice su dinero en pagar toda una maraña corrupta que en buena medida está orientada a engañarlo. Nos quieren hacer creer que corrupción es meter la mano en la caja pero no es así: organismos inútiles, cargos absurdos y redes clientelares representan muchísimo más dinero y tienen un objetivo igual de abyecto, o más, que el robo. El elemento más obsceno de la corrupción del sistema es el manejo de los medios de comunicación públicos y el permanente soborno a los medios privados junto con la galopante degeneración y uso propagandístico del sistema educativo.
Las autonomías no se han orientado a una mejor gestión. Su prioridad es la manipulación de los medios de comunicación y de las mentes vía sistema educativo. En las autonomías más identitarias esto es mucho más evidente: lavado de cerebro a costa de lo que sea. Los costes de todo esto son enormes: un sistema productivo menguante y una productividad estancada desde hace 15 años. España va alejándose poco a poco de los niveles de renta de los 5 grandes de la Unión Europea. La corrupción y la mala gestión se ve a simple vista si sabes mirar. La carestía de la vivienda, la alta factura de la electricidad, la falta de oportunidades, la inflación de leyes, la pesada burocracia, la poca innovación o los salarios bajos son fruto del saqueo. El deterioro de lo que llaman algunos el «contrato social» es ya clamoroso. No existe ya igualdad frente a la ley, protección de la propiedad privada, ni presunción de inocencia. Defender la igualdad frente a la ley llega a ser un acto de subversión. El Estado ya se inhibe de los elementos más elementales de los principios hobbesianos y se preocupa solamente de sí mismo y de como distraer a los aún crédulos del inmenso saqueo bajo el que están sometidos.
La desigualdad, el feminismo, las acusaciones de fascismo,… no son más que cortinas de humo que intentan generar una respuesta emocional y, por tanto, irracional. Se evita un análisis racional y por eso llenan las televisiones de tarascas, verduleras y gañanes que se desvían poco del insulto y el juicio de valor. El análisis racional ha sido totalmente desterrado, ni un solo intelectual tiene hueco ya en los medios. Si queremos encontrar un modelo o algo similar a la España actual solamente hay que mirar a Argentina. Si no estuviéramos en el euro, los niveles de inflación serían galopantes. ¡Así que aquí estamos!. Hasta que no nos sacudamos a esos parásitos de encima seguiremos en una sociedad mediocre, irrelevante y continuará el deterioro económico y moral. El PP y el PSOE son dos estructuras políticas corruptas, condenadas por los Tribunales por responsabilidad subsidiaria, que deberían disolverse arrastrando a sus aparatos políticos mamandúrrios corruptos, implicados en las tramas desenmascaradas por la Guardia Civil y denunciadas ante la Fiscalía.