JORGE RUBIO. Gran Vía, Plaza de Colón, Plaza de la Constitución, centro comercial La Bolsa, «La Loles», «Rincón Latino» (Granadilla), «Kcaptura, «Sabor Latino» (Distrito Centro) y ahora «La Oficina» de la calle Las Norias… Todos estos lugares tienen como denominador común ser el foco de malestar para los vecinos que viven cerca de ellos debido al ruido y las molestias que generan. El último de estos episodios se trasladó hasta el pleno del Ayuntamiento en una súplica realizada por parte de una vecina cuyo único deseo es poder dormir. Una misión imposible que se debe, según ha explicado, al incumplimiento reiterado de la normativa por parte del local «La Oficina» en lo que se refiere a la disposición de su terraza y la hora de cierre. Y a la inacción municipal y policial. Una queja que ha despertado una gran controversia debido a que esta vecina se atrevió a señalar a dos concejales del consistorio, Juancho Santana de IU e Irene Salcedo de Somos, a los que considera cómplices de los problemas que genera este bar al ser clientes del mismo y mirar para otro lado a sabiendas de que incumple la normativa municipal. La Concejalía de Urbanismo que dirige Ricardo Riquelme (PP) y la de Seguridad que ostenta Manuel Ortiz (PP) tampoco se han pronunciado. Conscientes de la necesidad de descanso, MJD Magazin ha sido el altavoz de las quejas de estos vecinos ante la inacción del Equipo de Gobierno del Partido Popular y la complicidad de la mayoría de los partidos de la Oposición. ¿Resultado? Una lluvia de improperios e insultos de los clientes y propietarios a los que señalan las denuncias.
“Pido la destitución de Riquelme (PP Majadahonda) como concejal por su impasibilidad ante el ruido que molesta a los vecinos”. Así comenzaba un extenso artículo redactado por Julia Bachiller en el que denunciaba la falta de toma de decisiones por parte del concejal de Urbanismo Ricardo Riquelme (PP) por su pasividad ante las denuncias de los vecinos afectados por el ruido. «La solución a todo ello es complicada y difícil, pero no el motivo por el cual haya que rendirse en buscarla. La más laboriosa a mi entender es la de concienciar a la población de que existen unas normas de convivencia cuya aplicación nos beneficiaria a todos. En cuanto a los locales molestos, yo encuentro tres responsables: el Ayuntamiento de Majadahonda, el gerente del local y el propietario en los casos que se presente esta doble situación», apuntaba Bachiller en busca de soluciones y de respuestas a esta problemática.
Las denuncias por ruido han sido una constante a lo largo de la legislatura que concluye en mayo de 2019 y se han expresado numerosas veces a través de las redes sociales, que actúan como caja de resonancia de las inquietudes vecinales. Majadahonda presume de ser una ciudad cívica y tolerante, pero dicha realidad cada vez se degrada más en el centro urbano. Así lo denunciaba una vecina a MJD Magazin: «En los últimos tiempos, Majadahonda ha dejado de ser la ciudad tranquila que era y eso me produce mucha tristeza”. Una queja que se produjo tras un altercado nocturno en la calle Francisco Umbral, donde un joven destrozó un vehículo tras una reacción psicótica por abuso o adulteración en el consumo de drogas. El socialista Zacarías Martínez Maíllo lo reflejó con rotundidad en uno de los últimos plenos: «Estamos abandonando el centro de Majadahonda”. Esta situación ha sido especialmente grave en los meses de verano y durante las fiestas, transformando la Gran Vía, o el «alma de Majadahonda» según palabras del alcalde Narciso de Foxá «en algo parecido al Bronx neoyorkino«, tal y como afirmaba Julia Bachiller.
Poder descansar, para los vecinos que viven cerca de los locales que incumplen la normativa o que residen en la arteria principal de Majadahonda, ha sido un auténtico desafío debido a que los episodios de ruido se han llegado a prolongar «desde las 8:00 de la mañana hasta las 04:00 de la madrugada«. Un horario que se explica en parte por la oferta hostelera y de ocio nocturno en la ciudad, pero también por los problemas causados por bares de copas y de su clientela, que en algunos casos traslada a la calle sus momentos de algarabía para poder fumar o que accede a las terrazas, escasamente delimitadas por la Concejalía, que no se ha preocupado de proceder a su señalización viaria, generando molestias a los vecinos. Algunos de estos episodios se han materializado a veces en forma de altercados que han provocado la presencia de la Guardia Civilo incluso de peleas nocturnas, como las ocurridas en la Gran Vía, recogidas por los vecinos en vídeos, pero también en fiestas callejeras improvisadas con música sin ningún tipo de civismo ni autocontrol: el tristemente célebre «botellón».
Las quejas y protestas vecinales se han venido produciendo a lo largo de toda la legislatura, aunque se han acrecentado en los últimos meses. El pleno de Majadahonda ha sido testigo de los ruegos de vecinos majariegos que, cansados de no poder descansar, han acudido al consistorio para pedir que se les dé una solución. Una situación que fue especialmente dramática en el caso de un vecino que acudió en dos ocasiones al pleno para denunciar los ruidos del bar «La Loles» y solicitar una medición sonora ante la falta de entendimiento y acuerdo con los dueños del local. Y es que, como señaló el concejal responsable, Ricardo Riquelme (PP), «Majadahonda carece de un sistema de medición de ruido» lo que sin duda retrasa cualquier tipo de acción al tener que contratar a una empresa para que haga dichas mediciones.
Los problemas con locales de copas en Majadahonda vienen de largo y esta legislatura ha recogido varios de estos episodios. Uno de los primeros y más «sonados» fue el caso del conocido como «Rincón Latino», que llegó a tener 5 actas de sanción en un solo verano sin que el bar fuese precintado o cerrado por sus infracciones. En dicha ocasión Narciso de Foxá lo justificó diciendo que «nuestra legislación es excesivamente garantista» y que existían triquiñuelas para evitar el cierre como «cambiar de nombre o propietario«. Por su parte, Ricardo Riquelme aseguraba que además que era necesario «realizar además una campaña de sensibilización en medios de comunicación, boletín municipal y redes sociales». Algo que tampoco se llevo a cabo, lo que aumentó la falta de empatía de algunos usuarios de los bares nocturnos hacia los afectados por este problema. El exceso de alcohol –como cualquier otro abuso– no ha sido nunca un buen compañero de viaje y así se ha dejado translucir en algunos comentarios de los afectados contra los denunciantes, algunos de ellos en tratamiento médico por problemas de sueño y ansiedad.
Todas estas situaciones producen lo que se denomina como «contaminación acústica«, que viene a ser el exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente de una determinada zona. Para Ecologistas en Acción «la contaminación acústica es una de las mayores preocupaciones en las áreas urbanas. De hecho, ha crecido desproporcionadamente en las últimas décadas y sólo en España se calcula que al menos 9 millones de personas soportan niveles medios de 65 decibelios, el límite aceptado por la OMS». Entre los efectos que causa en el ser humano, la organización ecologista destaca los siguientes: «malestar y estrés, trastornos del sueño, pérdida de atención, dificultad de comunicación, pérdida de oído, afecciones cardiovasculares, retraso escolar, conductas agresivas y dificultad de convivencia» entre muchos otros.
Charly Broadway mira tu garito el rincón latino está creando mucho ruido
Se os está yendo la perola
yo puse una banderita de españa en el balcon y ya no oigo nada, deberian repartir mas
Hola Jorge, yo soy Julio
A Dolores ‘La Teporocha’ Apilánez ♀️ le gustó tu Tweet (Se que llegaremos a ver la revolución feminista golpeando las puertas de la desidia patriarcal♀ )