DR. MICHAEL GREGER M.D. FACLM. *La traducción y edición de este contenido ha sido realizada por Guillermo Escribano. Casi el 20% de los casos de cáncer se puede relacionar con agentes infecciosos’’, entre los que se incluyen virus. Hasta la fecha hay 7 virus vinculados de forma concluyente a los casos de cáncer en humanos; como consecuencia de la entrada de nuevos virus en la población humana, la incidencia y las causas del cáncer probablemente cambien. La base de la virología tumoral moderna se cimentó hace más de un siglo con el descubrimiento de un virus, proveniente del pollo, que causa cáncer. Dicho descubrimiento fue galardonado con un Premio Nobel y, posteriormente, se galardonó con otro Nobel al hombre que descubrió que el virus del VPH causaba cáncer de cuello uterino. En su discurso de aceptación, consideró que podía haber un poliomavirus bovino, un virus tumoral múltiple, que podría desempeñar un papel en la aparición de cáncer de colon, de pulmón y de mama en humanos. Sin embargo, ningún poliomavirus se había descubierto en la carne… hasta ahora.
Los poliomavirus son una preocupación particular, no solo porque se sabe que son cancerígenos, sino porque pueden sobrevivir a temperaturas de cocción. Debido a que las hamburguesas pueden contener carne de “muchas docenas de animales”, los investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos imaginaron que sería un escenario ideal para la ‘‘caza de virus’’, así que tomaron muestras de carne de 3 supermercados distintos y encontraron tres poliomavirus diferentes en la carne picada. Sin embargo, solo porque se puedan detectar 3 tipos de poliomavirus en la carne molida de calidad alimentaria no significa necesariamente que estos estén causando enfermedades en humanos. ¿Qué hizo sospechar al galardonado Premio Nobel de estos virus? Algunas personas desarrollaron una gran variedad de tipos de cáncer justo donde fueron vacunados contra la viruela. La vacuna se cultivó en piel de terneros, lo que “hace posible” que tal vez hubiera un virus cancerígeno en las vacas. Muchas personas están expuestas a carne y productos lácteos potencialmente contaminados por el virus, pero aquellos que trabajan en la industria, desde granjeros y carniceros hasta veterinarios, lo estarían aún más. Por lo tanto, sería interesante ver si estos grupos tienen mayor incidencia de cáncer. De hecho, actualmente parece claro que quienes trabajan en la industria cárnica tienen un mayor riesgo de desarrollar y morir debido a una variedad de tipos de cáncer.
Otra razón para sospechar de la participación de algún tipo de factor infeccioso bovino en el cáncer colorrectal es el hecho de que los países que no consumen mucha ternera parecen tener tasas relativamente más bajas de cáncer colorrectal. En los países en los que de repente se empezó a consumir mucha carne se dispararon las tasas. “Salvo por Mongolia, donde consumen un montón de carne roja y aún así tienen tasas bajas de cáncer de colon; pero allí comen yak”. Tal vez los yaks no albergan los mismos virus. ¿Y no vale con dejar de comer carne cruda? Incluso un bistec cocido a «fuego medio» alcanza difícilmente temperaturas internas por encima de los 70 grados centígrados y se necesitan temperaturas mucho más altas para acabar con algunos de estos virus; se puede esperar que estos virus sobrevivan tanto la cocción como la pasteurización. De hecho, los investigadores prosiguieron con un artículo que sugiere que el consumo de productos lácteos puede representar un mayor factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de mama. El reciente descubrimiento de un mayor número de virus, presumiblemente nuevos, en la leche, carne y sangre de vacas lecheras debería ser investigado, ya que se podría especular que los agentes “infecciosos» presentes en los productos lácteos podrían tener una afinidad especial con las células mamarias, ya que procederían de células mamarias.
El hecho de que las personas con intolerancia a la lactosa, que tienden a evitar la leche y los productos lácteos a lo largo de sus vidas, tengan tasas más bajas de cáncer de mama u otro tipos, podría ser visto como confirmación de esta hipótesis. Aunque hay que tener en cuenta que existen otras razones por las que los lácteos pueden aumentar el riesgo de desarrollar un cáncer, tales como el aumento de los niveles de la hormona de crecimiento IGF-1 o afectando negativamente a nuestro microbioma intestinal. En ese caso, también podría ser que las leches a base de plantas que consumen en su lugar estén protegiéndolos. Este es el problema con los estudios poblacionales, no unir causa y efecto; no importa cuántos virus se encuentren en la venta al por menor de carne bovina, cerdo y pollo si no podemos hacer las conexiones. ¿No se puede buscar la presencia de estos virus en tumores en humanos? Lo han intentado y han encontrado algunos, pero incluso si no encuentras ninguno, no significa necesariamente que los virus no jugaran un papel. Hay una teoría de ‘‘relámpago viral’’ del desarrollo del cáncer que sugiere que ciertos virus pueden deslizarse dentro y fuera de nuestro ADN para iniciar el cáncer, desapareciendo del ADN una vez el tumor se ha desarrollado. Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero si la relación entre los poliomavirus bovinos y las enfermedades humanas resulta ser cierta, los investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos prevén el desarrollo de una vacuna de alta potencia. Por lo tanto, al igual que la vacuna contra el VPH, que se contagia por mantener relaciones sexuales sin protección, puede prevenir el cáncer de cuello uterino un día, tal vez, las vacunas podrán prevenir el cáncer de mama y de colon causado por un chuletón sin protección. Lea más artículos del Dr. Greger.