LIDIA GARCIA. «Los padres no se quedaron satisfechos y acudieron a una consulta privada. Les atendió un especialista en Otorrinolaringología de un centro médico en Majadahonda (Madrid). Le diagnosticó sinusitis en evolución y le indicó la necesidad urgente de someter al paciente a un TAC y a una resonancia magnética para valorar los senos paranasales y descartar complicaciones neurológicas». Así le explicaron a S. Valle en el diario «El Mundo» los padres Ángel y Salobrar, junto a su hijo, en su casa de Manzanares el Real (Madrid), lo ocurrido en un centro médico público. Y la fotografía de A. Di Lolli no puede ser más explícita junto con el titular de la entrevista: «Los médicos intentaron matar a mi hijo y la justicia le dio por muerto». Y añade: «La familia de Ángel cuenta cómo su hijo pasó de tener mocos a sufrir una lesión que le hace totalmente dependiente. Los tribunales de lo penal han archivado al caso, dando por muerto al paciente». LA VERSIÓN DE LOS MÉDICOS: «El caso no ha prosperado en vía penal. El entorno jurídico de los afectados que tuvieron acceso a la reclamación penal, hacen memoria del proceso y recuerdan que hubo «una posible falta de calidad humana en la atención a los padres, pero en ningún caso se desatendió al niño». Reconocen que este comportamiento de los profesionales, «que quizás fueron poco comunicativos» está detrás de muchas reclamaciones de los pacientes. Pero recuerdan lo difícil que resulta que estas cuestiones prosperen en vía penal. Sin embargo, Salobrar y Ángel insisten en este camino, buscando la inhabilitación de los facultativos. Después de acudir a distintos letrados, su abogado actual es Carlos Sardinero», concluye la noticia. La historia es dantesca:


El periódico describe como «Ángel nació y creció normal. El 12 de marzo de 2009 con 7 años acudió a la consulta de primaria porque tenía tos con flemas. El diagnóstico fue de catarro de vías altas y la médico que le vio le prescribió un mucolítico. Un mes después madre e hijo volvieron a la consulta por abundante mucosidad. La misma facultativo le diagnosticó una sinusitis aguda/crónica y le pautó el antibiótico azitromicina. (…) Fueron 3.000 folios de la historia clínica de Ángel, que Salobrar estuvo estudiando por la noche durante meses. Quería entender qué le había ocurrido a su hijo. El niño estuvo en la UCI pediátrica del hospital tres meses, hasta el 16 de junio de 2010. El 21 de julio, recibió el alta, con lesión neuronal y ataques epilépticos derivados de un síndrome epiléptico por infección febril (un FIRES). «Ni rastro de la sinusitis», insiste la familia. El niño salió del centro sin hablar, sin andar y sin conocer a sus padres. Cuando lo vio su hermano menor, salió corriendo. «Tenía miedo de mi hijo y me pasé el primer mes llorando«, confiesa su madre. Pasó por varios servicios de Neurología de hospitales públicos y privados. El 21 de enero de 2011 se le reconoció un 83% de discapacidad y un 75% de limitación de la actividad global. A día de hoy, el adolescente necesita ayuda para caminar, subir y bajar escaleras. No come solo. No para de moverse, necesita siempre una persona a su lado. No expresa lenguaje claro. No controla esfínteres (lleva pañales). No es autónomo para ningún aspecto de su vida«.

Salobrar de Matías dice: «Los médicos intentaron matar a mi hijo y después la Justicia le dio por muerto». La primera afirmación atenta contra toda lógica, pero la segunda es incontestable. La sección quinta de la Audiencia Provincial de Madrid, en un auto con fecha de 16 de abril de 2018 desestimó la apertura del proceso penal contra la médico que en la consulta de atención primaria de Manzanares el Real (Madrid) atendió al hijo mayor de Salobrar. En la página 5 de las 7 que tiene la resolución judicial se puede leer: «Se adjuntaba numerosa documentación […] respecto del menor fallecido». El menor se llama Ángel y el próximo 4 de octubre cumplirá 18 años. «Mi hijo fue al juicio de la Audiencia. La magistrada [es un órgano colegiado de tres magistrados] le vio y en el auto dice que está muerto«. El error de redacción que recoge el auto es solo una gota más dentro del mar de desesperación en el que vive esta familia desde hace 9 años. Lea la noticia completa.

 

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