LIDIA GARCIA. A los 27 años, su ex pareja, al que había denunciado y que tenía orden de alejamiento, intentó matarla en Galapagar (Madrid), suceso que recogió toda la prensa nacional por sus dramáticas consecuencias. A aquel hecho ella lo nombra «accidente». «Muchas veces no sé ni cómo llamarlo, le digo así para no tener que dar explicaciones». La ex pareja, cuyo nombre ella prefiere olvidar y se omite en este reportaje, le disparó por la espalda. La bala rompió su columna vertebral y se alojó en la mandíbula. Quedó tetrapléjica. Durante meses se debatió entre la vida y la muerte, anestesiada, delicada del corazón, con dolores físicos y lagunas mentales. Estuvo 4 meses ingresada en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda y otros 11 meses en el Hospital de Toledo. Su agresor se suicidó. Huyó en su coche y se disparó en la cabeza. «Al principio me sentí culpable. Culpable por algo que no había hecho, porque aún persistía el efecto de su manipulación». Se sobrepuso sola a la «fatalidad». «Se te hunde el mundo pero, entre levantarme de la cama o morirme, decidí seguir sin pensar en la lesión. No le voy a dar gusto». Quien así habla es Wafa El Elj, quien en un espeluznante relato recogido este 17 de enero (2022) por el periodista Doménico Chiappe (El Correo) con cobertura audiovisual de Pablo Cobos, cuenta la vida de esta emigrante marroquí del Oeste de Madrid: «Son las diez de la mañana cuando la puerta de la habitación de Wafa El Elj se abre. Ella ya ha subido las persianas con el mando domótico instalado en su móvil y que usa con la vista. El personal de la residencia especializada en lesión medular donde vive le presta sus brazos y sus piernas. La asean, la visten y la pasan a la silla con ayuda de una grúa».


Doménico Chiappe

««De repente despiertas en el hospital sin ser consciente de lo que está pasando, ni desde cuándo llevas ahí. Van quitando la anestesia y yo, despertando poco a poco. Sabía que no podía moverme y sentía algo en el lado derecho de la boca, pero no sabía que era la bala que estaba alojada allí. Inconscientemente sabía que él tenía algo que ver, pero cuando empezaba a recordar saltaban las alarmas de las máquinas a las que estaba conectada. Hasta que vinieron los recuerdos y los fui encadenando». Las amenazas, su presencia, el disparo…». Lea el reportaje completo aquí

 

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