«Eran las 17:39 del viernes (16.02.2018) y estaba con una amiga en el concesionario Mercedes-Benz de Polanco recogiendo su coche. De repente empezó a sonar una alarma y nos mandaron salir del sitio. Al ser una zona de oficinas a todo el mundo le ordenaron evacuar y nos juntamos todos fuera, donde se podía ver como tanto el edificio de enfrente como los coches se movían de un lado a otro. Sentí un pequeño mareo pero no que estuviéramos en peligro ni nada parecido. Al ser la primera vez que vivía un temblor al principio me asusté, pero fue algo de muy pocos minutos. En la zona donde yo estaba no hubo daños visibles, pero amigas mexicanas sí que me han contado que sus casas se agrietaron. Luego las autoridades nos recomendaron quedarnos en un lugar seguro durante todo el día». Con este testimonio, la joven vecina de Majadahonda, Paula B. M., ha enviado a MJD Magazin desde Mexico el relato de lo ocurrido tras el terremoto sufrido en la tarde del viernes. Las agencias informan que el volcán Popocatépetl, situado en los estados de Puebla, Morelos y México, se ha activado tras el terremoto de magnitud 7,2 que sacudió la parte sur y central de México. Fue justo en el momento del temblor cuando el volcán soltó una fumarola considerable. El terremoto ocurrió a las 17.39 horas (00.39 hora peninsular española) y deja el que ocurrió en Majadahonda hace unas semanas (Grado 2) en un juego de niños. El epicentro se produjo a 11 kilómetros al sur de Pinotepa Nacional, estado sureño de Oaxaca. Fue seguido por al menos 150 réplicas hasta las 20.30 hora local (03.30 hora peninsular española).


«Me ha venido un recuerdo muy fuerte de (los terremotos de) septiembre. Estaba muy mareado y espantado pero, pues, ya todo tranquilo. Hemos esperado a que pasara el movimiento y nos han evacuado luego por las escaleras», ha señalado Gabriel Fernández, de 37 años, que estaba en el undécimo piso de un edificio de Ciudad de México. Este terremoto ha hecho que los mexicanos revivieran las escenas de construcciones derruidas y personas sepultadas por los seísmos de septiembre de 2017, que dejaron un total de 471 víctimas mortales en los estados de México, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Morelos, Puebla y en la capital mexicana, informa RTVE.  También en la colonia de Polanco, Carmen Rioja, explicaba que “se bloqueó”, atenazada por el pánico, y tuvo que bajar con ayuda las escaleras de su vivienda. “Me he quedado paralizada. No sabía qué hacer. Aún tengo el miedo en el cuerpo del ultimo terremoto”, informa El País.

«Estamos bien, estamos bien», repetía una mujer una y otra vez tras el terremoto de magnitud 7,2 que se sintió con fuerza en México este viernes. El tono en que hablaba a veces parecía afirmación, en otras una pregunta. Tenía los ojos brillosos, conteniendo las lágrimas. Estaba en medio de decenas de personas que se concentraron en la esquina de Cholula y Campeche de la céntrica colonia Condesa, uno de los barrios más afectados de la Ciudad de México en el terremoto que dejó más de 350 muertos en septiembre pasado. En el ambiente había polvo que generó el choque de edificios entre sí. En algunos lugares olía a gas. Una mujer había salido en bata de baño. Otra, salía sin zapatos de un salón de belleza donde le estaban arreglando las uñas de los pies.

«Estaba trabajando en el balcón cuando oí un ruido. Un señor que pasaba por la calle le dijo a otro «es la alarma sísmica». Unos segundos después, todo comenzó a moverse. Las lámparas de mi departamento se movían de un lado al otro, el suelo bajo mis pies parecía no poder soportarme por mucho tiempo. Ana Gabriela Rojas, corresponsal de BBC Mundo en México lo cuenta así: «Bajé corriendo a la calle, donde la gente se reunía, buscando espacios que estuvieran libres de construcción. Pero la densidad en el centro de la ciudad es tal que es muy difícil encontrar un lugar en el que, si cayeran edificios, se estaría a salvo. De las cosas que más me sorprendieron fue que, minutos después del terremoto, un grupo de mariachis tocaba en la terraza del restaurante La Morena, donde el ambiente era totalmente festivo.

«Si vamos a morir, que sea cantando», me dijo uno de los músicos, medio en broma, medio en serio, en su descanso entre canciones. El gerente, Ángel Martínez, me informó que habían parado la música con el movimiento, que todas los comensales habían salido a la calle, según los protocolos de seguridad, pero que habían vuelto poco después. Dice que el ánimo de la Condesa «está por los suelos». Que bajó la clientela, no sólo por el terremoto de septiembre, sino también por la inseguridad. En la mañana, también desde mi balcón, había escuchado a un hombre vendiendo periódico: «Lea usted la historia del hombre que mataron por resistirse a un asalto, ayer por la mañana. Aquí, en su barrio». La gente iba desapareciendo de las calles, cuando, casi justo una hora después, otro sismo volvió a sentirse. Ahora de menor intensidad, como lo confirmaron los reportes: 5,9. Después, el Instituto Sismológico Nacional siguió registrando réplicas, más de 100, pero casi todas imperceptibles en la capital.

El Comercio de Perú informa que este sismo fue de mayor magnitud que el ocurrido el pasado 19 de septiembre que fue de 7.1, pero ¿por qué no fue tan destructivo? Primero, recordemos que el sismo del 19 de septiembre, cuyo epicentro se registró en los límites de los estados de Puebla y Morelos, se produjo en la placa geológica de Cocos, en el sitio donde comienza su caída bajo la placa norteamericana. El epicentro de aquel sismo se localizó a 120 kilómetros de la Ciudad de México y a 12 kilómetros al sureste del poblado de Axochiapan, Morelos. Por su parte, el sismo del viernes tuvo su epicentro en Pinotepa Nacional, Oaxaca, es decir, el epicentro fue a más de 600 kilómetros de distancia, lo que indica que la capacidad destructiva de un sismo depende de la combinación de varios factores, entre ellos la distancia. Tenemos que entender que el epicentro es el punto en la superficie justo arriba donde el terremoto se origina y es el lugar donde usualmente es mayor la intensidad del terremoto, cuanto más lejos se encuentre una población del epicentro, menores serán los daños ocurridos. Además, tenemos que tener claro la diferencia entre magnitud e intensidad. La primera hace referencia a la cantidad de energía liberada por un sismo, mientras que la segunda se refiere a como de fuerte es percibido el movimiento por las personas de acuerdo con su ubicación. Otro factor clave son las normas de construcción que tengan las localidades, entre más efectivas y estrictas, menos daños ocurrirán en la zona.

Por otra parte, al menos 13 personas han muerto -tres de ellas menores de edad- y otras 15 han resultado heridas de diversa consideración en un accidente de helicóptero ocurrido este viernes en México. El helicóptero se dirigía a la zona de Oaxaca más afectada por el seísmo de magnitud 7,2 que horas antes estremeció el centro y el sur del país. El aparato trasladaba a varios dirigentes políticos y periodistas a la localidad de Pinotepa Nacional (Oaxaca), donde se registró el epicentro del potente terremoto que sacudió horas antes al país. Entre los ocupantes del helicóptero se encontraban el secretario (ministro) de Gobernación de México, Alfonso Navarrete, y el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, quienes resultaron heridos leves. El accidente ocurrió cuando faltaban unos 30 o 40 metros para que el aparato aterrizase pero se descontroló y se precipitó a tierra para volcar después, declaró Navarrete a la cadena mexicana Televisa, tal y como recoge Efe. El helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana cayó poco antes de aterrizar en una zona donde había varios vehículos, según la misma agencia. El periódico El Universal asegura que los fallecidos se encontraban en un campamento refugiándose del terremoto.

Majadahonda Magazin