«El sol empieza ya a calentar y al pasear por los coloridos pasillos del Colegio CEPRI de la localidad madrileña de Majadahonda se respira una calma amable que no todos los centros educativos trasmiten»

MARIANA BENITO. «Es una mañana primaveral como cualquier otra. El sol empieza ya a calentar y al pasear por los coloridos pasillos del Colegio CEPRI de la localidad madrileña de Majadahonda se respira una calma amable que no todos los centros educativos trasmiten. En la puerta, Susana González, madre de Alonso, un niño de 8 años con trastorno del espectro del autismo (TEA), alumno del centro, confiesa que cuando deja a su hijo, se va «muy tranquila». Así comienza su detallado reportaje la conocida periodista Raquel Nogueira, que publica este martes 9 de mayo (2023) en El Español su experiencia en este conocido colegio majariego: «Le conocen y si en un momento dado grita o agarra, saben qué hacer para calmarle”, asegura esta madre soltera. Y añade: «Alonso viene muy contento al cole». Algo que, además, facilita mucho las rutinas de madre e hijo. Y es que, explica, convivir con un menor situado en un espectro del autismo que requiere «grandes necesidades» y atención como su hijo, no es fácil».


«Por suerte, cuenta, en su colegio cuentan con una arma secreta: están implementando el Programa Mejora, desarrollado por la Federación Autismo Madrid en colaboración con la Fundación Mutua Madrileña, para reforzar aspectos como logopedia, fisioterapia o terapia ocupacional. «Hay que ayudarle a que acabe de vestirse, que en eso están trabajando ahora en clase, a lavarse las manos, los dientes…», cuenta Susana González de su hijo, pero matiza: «Aunque hay muchísimas cosas buenas». Es duro, pero lo más importante, afirma, es «seguir con tu vida y con la suya». Susana González explica que ella y Alonso lo hacen todo juntos, porque «no se puede vivir encerrados, esa sería la peor decisión». Por eso, ponen en práctica todo lo «trabajado» en el colegio: el paseo diario, por ejemplo, no puede faltar. Tampoco el aperitivo, una de las actividades favoritas de Alonso. Desde el Colegio CEPRI, además, le animan a hacerlo.


Programa Mejora en el Colegio CEPRI de Majadahonda

Porque, como afirma con una sonrisa Cristina Gómez Gregorio, directora de esta escuela de educación especial, su misión es «mejorar la calidad de vida de los niños y sus familias». Algo así de sencillo y complicado a la vez es lo que buscan los centros como el que capitanea, en su caso, enfocado en autismo. Todo, con unos recursos limitados que, asegura Cristina Gómez, “no llegan para todo”. Precisamente por eso, los educadores de su colegio son, podría decirse, una suerte de magos y magas. “A lo mejor el gimnasio necesita una mano de pintura, pero ese dinero mejor va a lo que los niños y niñas necesitan”, cuenta mientras hace de maestra de ceremonias, enseñándole a El Español los entresijos de su modesto centro. Y como los alumnos y sus familias son lo primero, cualquier ayuda es buena. De ahí que desde el Colegio CEPRI solo tengan alabanzas para con el Programa Mejora. Esta iniciativa y sus profesionales, asegura Cristina Gómez Gregorio, marcan la diferencia. “La financiación pública no abarca todas las necesidades de los niños, por eso necesitamos reforzar los recursos con financiación privada”, insiste la directora del centro a la periodista Raquel Nogueira.

En el caso del Colegio CEPRI, el añadido que les da este programa estaría en los perfiles de fisioterapia, logopedia y terapia ocupacional». Irene Prieto es una de esas profesionales de Autismo Madrid que, según la directora del colegio, se ha vuelto “imprescindible” para los alumnos. Ella es logopeda del Programa Mejora en el centro de Majadahonda, donde, explica, trabaja “de manera directa con los chicos y chicas”. Su función principal son las intervenciones logopédicas, “siempre intentado que potencien al máximo todas sus fortalezas y capacidades”, añade. Y es que, como explican Cristina Gómez Gregorio y Sara Linuesa, psicóloga de Federación Autismo Madrid y coordinadora del Programa Mejora, los alumnos con TEA –siempre dependiendo del espectro en el que se encuentren– tienen problemas para comunicarse y necesitan aprender de otra manera a hacerlo.

«Tenemos alumnos con grandes necesidades», matizan. Por eso, en las aulas, como muestra a El Español la directora del centro, los recursos visuales son clave. En la puerta encontramos fotos de las profesoras y de sus alumnos. Un planning diario, que se realiza a primera hora, cuando los niños llegan, les explica, a través de imágenes, las actividades del día. Porque, explica la directora, «los niños con autismo no tienen esa capacidad de estructurar en el tiempo las cosas». Por eso, insiste, es importante organizar con ellos su día a día de manera «muy visual». Así, en una jornada escolar pueden tener clase de cocina, hacer un circuito en el patio, trabajar con la logopeda o tener una sesión de fisioterapia o de terapia ocupacional.

“Dependiendo del niño, de sus capacidades y dificultades, la sesión va enfocada a unos objetivos u otros”, cuenta Irene Prieto, una de esas profesionales de Autismo Madrid. Y explica: “Si, por ejemplo, el objetivo a trabajar es la función de petición, lo llevamos a cabo a través de actividades motivantes para el alumno. Les suele gustar mucho la música, los juguetes, los alimentos…”. De esta forma, a través del sistema de comunicación que utilice el niño, la logopeda le acompaña y le enseña a pedir las cosas. Este sistema de comunicación, además, se traslada al aula e, incluso, al hogar. “El tutor habla mucho con nosotros”, cuenta González, la madre de Alonso. La escuela, explica, ayuda mucho a las familias. La terapia ocupacional, otra de las patas del Programa Mejora, también se trabaja de manera transversal en el aula, con la experta y en casa. “Sirve para que los niños mejoren su calidad de vida y trabajamos a través del juego”, asegura Laura García González, terapeuta ocupacional de la iniciativa de la Fundación Mutua Madrileña y Autismo Madrid. García González explica que en su clase se trabajan “los componentes sensoriales, motores y cognitivos” para que los niños puedan “ir mejorando en su vida, en su día a día”. El objetivo último de su trabajo, asegura, es que “en un futuro, los niños puedan desenvolverse”.

El TEA en casa y en el aula: Cada espectro del autismo es un mundo, explican las docentes. Por eso, los niños y niñas requieren de una atención prácticamente personalizada. La madre de Alonso, Susana González, pone un ejemplo: «A veces me da apuro porque estamos en un bar sentados y si se encuentra mal se queja, o se levanta, o grita…». Esas situaciones, dice, hay que saber gestionarlas. Aunque la directora del colegio de su hijo matiza: «Es su manera de expresar que le duele o que necesita algo; no tiene que darte apuro, ni tienes que pedir perdón, el problema es de la gente que se molesta, porque no quiere entender que hay personas diferentes a ellos». «Si todo el mundo se pasase tan solo un ratito, solo un día, en un cole como este y compartiese un poco de tiempo con niños con autismo…», suspira Susana González. Lea el reportaje completo pinchando aquí.

Majadahonda Magazin