Irene Morán. “Para mi hijo, un tiarrón de 16 años, fue fundamental empezar a ir a estas sesiones, sin ellas no habríamos conseguido ir al cine como vamos ahora a cualquier sesión, pero nos encanta seguir yendo a las adaptada»

MARIANA BENITO. «Ver el último estreno del que todo el mundo habla o disfrutar de la última película de tu superhéroe favorito son algunas de las razones por las que solemos ir al cine. Para la mayoría de nosotros, ir al cine, comer palomitas y tomar un refresco es algo común. Nada fuera de lo normal. Sin embargo, no todos corren la misma suerte. Para las personas que tienen un Trastorno del Espectro Autista (TEA), ir a ver una película puede llegar a ser algo muy complicado. Irene Morán, fundadora de VenTEA, una iniciativa que promueve actividades de ocio adaptadas a las necesidades que puedan tener las personas con TEA, puso en marcha en 2017 un proyecto de cine inclusivo para que todas las personas que están en el espectro autista pudieran acudir al cine como cualquier otra persona. «Todo empezó en los Cines Zoco del municipio madrileño de Majadahonda, donde se organizaba un domingo al mes la sesión VenTEAlcine. Ahora, 6 años después, ya van 111 sesiones adaptadas en 17 salas de 15 ciudades españolas», recuerda Bienvenido Chen, periodista que ha publicado este 27 de julio (2023) un reportaje sobre esta materia en «El Español».


Bienvenido Chen

«En realidad, la mayoría de los problemas que se presentan son de fácil solución. Adaptar una sesión de cine consiste simplemente en bajar un poco el volumen, aumentar la luminosidad de la sala para que no esté completamente a oscuras o que la película empiece a la hora prevista. “Con eso conseguimos rebajar muchísimo los niveles de estrés”, señala la fundadora de VenTEA. Adicionalmente, proporciona un material de anticipación (vídeos, fotos, etc.) para que puedan conocer de antemano cómo va a ser la experiencia. Para que puedan ver el trayecto, desde la entrada del cine hasta sentarse en la butaca y sepan qué va a ocurrir en cada momento. Abrir la puerta, enseñar la entrada, pedir palomitas».


“Saber todo lo que va a suceder hace que estén más tranquilos”, señala Irene Morán

«En realidad, la mayoría de los problemas que se presentan son de fácil solución. Adaptar una sesión de cine consiste simplemente en bajar un poco el volumen, aumentar la luminosidad de la sala para que no esté completamente a oscuras o que la película empiece a la hora prevista»

«Todo ese ritual que siempre hacemos al ir al cine. “Saber todo lo que va a suceder hace que estén más tranquilos”, explica. «La experiencia ha sido muy positiva. Ya han sido más de 4.000 personas las que han acudido a estas sesiones inclusivas y, para muchos, ha sido incluso su primera vez que iban al cine», señala Irene Morán. “Para mi hijo, un tiarrón de 16 años, fue fundamental empezar a ir a estas sesiones, sin ellas no habríamos conseguido ir al cine como vamos ahora a cualquier sesión, pero nos encanta seguir yendo a las adaptadas”, ilustra una de las madres en el reportaje.

 

Majadahonda Magazin