Lola Vicario, majariega de origen zaragozano, en la Taberna Praza do Peixe, local que regenta en Cedeira ©César Toimil / LVG

LIDIA GARCIA. «Rapa» se ha rodado en Cedeira, en la sierra de A Capelada y en Ferrol. Acantiladas localizaciones gallegas en las que se mezclan el océano, el viento y la calma. Un paraje en el que una vez al año se junta a los caballos salvajes de la zona para cortarles la crin. Una tradición que se conoce como la rapa das bestas, nombre que adopta la serie. Serie de una temporada compuesta por seis capítulos de cincuenta minutos de duración cada uno de ellos. Rapa es un «thriller» en el que homicida y víctima pueden ser tan inocentes como culpables, una serie en el que más que el quién y el cómo uno se pregunta por qué. Una serie en la que un asesinato convive con otros temas: la violencia machista, la enfermedad, la corrupción y el peso de las tradiciones», escribe el periodista Galo Martín Aparicio en «El Economista«. Hay otros madrileños que no perdonan unos días de vacaciones en esta localidad del norte de Ferrolterra, como el alcalde, José Luis Martínez-Almeida o la concejala de Turismo, Almudena Maíllo. Al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, también se le suele ver algún día por la localidad. «Una cosa son los turistas y otra los veraneantes, que pasaban aquí dos o tres meses», precisa un cedeirés. «Me intriga saber cómo nos ven», confiesa Tito Belascoaín Rivero, a quien la trama estival que se forja en Cedeira le evoca «un poco» la serie «Juego de Tronos».


«La Voz de Galicia» también ha realizado un reportaje y ha encontrado varias familias de Majadahonda. «Al estreno de la primera temporada de la serie «Rapa«, en el Festival de Málaga, acudió con su mujer y sus hijos, y acabaron charlando con el director sobre Cedeira, donde se rodó. «Tengo compañeros que me dicen que parezco el alcalde, siempre convenzo a amigos para que vengan y casi todos repiten», subraya Tito Belascoaín Rivero. Conoce a mucha población local, pero sus amistades de Cedeira son casi todas de fuera. «Me arrepiento un poco de no tener más relación con gente de aquí, pero es difícil cuando estás metido en una familia tan grande», señala. Su prima Cristina se casó en la ermita de San Antonio con Mecha, un cedeirés al que conoció en un curso de vela. Ahora viven en Majadahonda y acuden a Cedeira con sus hijas, que también han sucumbido a ese hechizo difícil de desentrañar. «Yo siempre me he sentido bien aquí, mis hijos están enganchados y sus amigos también. Antes conocía a la gente del pueblo de saludarla y ahora ya compartimos cañas y charleta», apunta Lola Vicario, «encantada» con sus empleados y con la clientela, la de invierno (casi toda local) y la de verano. «Nuestros hijos han sido felices aquí y lo siguen siendo, y los nietos de mis amigos también, aquí tienen una libertad impensable en Madrid», recalca esta maña de Majadahonda, que vestía a sus niñas «como un pincel» el día de la Patrona, «como la gente de aquí», concluye el diario gallego.

 

 

 

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